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La base naval norteamericana de Guantánamo es una instalación ubicada en un área de 117,6 kilómetros cuadrados del territorio nacional de Cuba, ocupada desde 1903. Fue resultado de un Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales firmado entre el Gobierno de Estados Unidos y el Gobierno de Cuba, presidido por Tomás Estrada Palma, en circunstancias en que nuestro país no poseía prácticamente independencia alguna a partir de la imposición de una enmienda aprobada por el Congreso de Estados Unidos y firmada por el Presidente McKinley en marzo de 1901, que se conoció como Enmienda Platt, mientras nuestro país estaba ocupado por el ejército de Estados Unidos, después de su intervención en la guerra de independencia del pueblo de Cuba contra la metrópoli española.

 Tal Enmienda daba a Estados Unidos el derecho a intervenir en Cuba, y fue impuesta al texto de nuestra Constitución de 1901 como condición para la retirada de las tropas de Estados Unidos del territorio cubano. En virtud de esa cláusula fue suscrito el mencionado Convenio para las Estaciones Carboneras y Navales, firmado en febrero de 1903 en La Habana y Washington, respectivamente, que en realidad incluía dos áreas de nuestro territorio nacional: Bahía Honda y Guantánamo, aunque nunca llegó a establecerse una base naval en la primera.

En el Artículo II de aquel Convenio se establecía textualmente el derecho "a hacer todo cuanto fuere necesario para poner dichos lugares en condiciones de usarse exclusivamente como estaciones carboneras o navales y para ningún otro objeto".

En adición a este convenio de febrero de 1903, el 22 de mayo de ese mismo año, se firmó un Tratado Permanente de Relaciones entre Cuba y Estados Unidos, en el que las 8 cláusulas de la Enmienda Platt son tomadas textualmente y convertidas en los artículos del Tratado.

Veintiún años más tarde, el 29 de mayo de 1934, en el espíritu de la política norteamericana del "Buen Vecino", bajo la presidencia de Franklin Delano Roosevelt, fue firmado un nuevo Tratado de Relaciones entre la República de Cuba y Estados Unidos de América que derogaba el de 1903, y con ello la Enmienda Platt.

En este nuevo Tratado también quedaba excluida definitivamente Bahía Honda como posible base, pero se mantenía la permanencia de la base naval de Guantánamo y la plena vigencia de las normas que lo regían.

Con relación a dichas normas que continuaban vigentes, el Artículo III del nuevo Tratado establecía textualmente: "En tanto las dos partes contratantes no se pongan de acuerdo para la modificación o abrogación de las estipulaciones del Convenio firmado por el Presidente de la República de Cuba el 16 de febrero de 1903 y por el Presidente de los Estados Unidos de América el 23 del mismo mes y año, en cuanto al arrendamiento a los Estados Unidos de América de terrenos en Cuba para estaciones carboneras o navales, seguirán en vigor las estipulaciones de ese Convenio en cuanto a la estación naval de Guantánamo.

Respecto a esa estación naval seguirá también en vigor en las mismas formas y condiciones el arreglo suplementario referente a estaciones navales o carboneras terminado entre los dos Gobiernos el 2 de julio de 1903. "Mientras no se abandone por parte de los Estados Unidos de América la dicha Estación Naval de Guantánamo o mientras los dos Gobiernos no acuerden una modificación de sus límites actuales, seguirá teniendo la extensión territorial que ahora ocupa, con los límites que tiene en la fecha de la firma del presente Tratado".

Como una prueba de las condiciones abusivas de aquel Convenio, el mencionado arreglo suplementario estipulaba que Estados Unidos pagaría a la República de Cuba por el arrendamiento de 117,6 kilómetros cuadrados - es decir, 11,760 hectáreas que incluyen gran parte de una de las mejores bahías del país- la suma de dos mil dólares anuales, que en la actualidad asciende a 4 085 dólares al año -es decir, 34,7 centavos por hectárea- pagados en cheques anuales que Cuba, por elemental dignidad y absoluto desacuerdo con lo que ocurre en ese espacio de nuestro territorio nacional, se ha negado a cobrar.

Los cheques son dirigidos al Tesorero General de la República de Cuba, cargo e institución que hace mucho tiempo ya no existen. Al triunfo de la Revolución en Cuba, esa base se convirtió en causa de numerosas fricciones entre Cuba y Estados Unidos.
La inmensa mayoría de los más de tres mil ciudadanos cubanos que allí laboraban fueron expulsados de su puesto de trabajo y sustituidos por personal de otros países. Hoy sólo quedan 10 trabajadores cubanos. Eran frecuentes los disparos desde esa instalación hacia nuestro territorio, algunos soldados cubanos murieron como consecuencia de esos hechos. Elementos contrarrevolucionarios encontraron en ella apoyo y refugio.

A lo largo del período revolucionario, por decisión unilateral de los gobernantes de Estados Unidos, decenas de miles de migrantes, haitianos y nacionales cubanos que trataban de viajar a Estados Unidos por sus propios medios, eran concentrados en esa base militar.
A lo largo de más de cuatro décadas, ésta ha sido empleada para múltiples usos, ninguno de los cuales estaba contenido en el acuerdo con que se justificó su presencia en nuestro territorio.

Cuba no podía hacer absolutamente nada para impedirlo. Por otro lado, a lo largo de casi medio siglo nunca se produjeron las condiciones propicias para un análisis sereno, legal y diplomático con el propósito de alcanzar la única solución lógica y justa a esta larga, crónica y anormal situación: el reintegro a nuestro país de ese espacio de nuestro territorio nacional ocupado contra la voluntad de nuestro pueblo.

Sin embargo, un principio básico de la política cubana ante este problema extraño y potencialmente peligroso entre Cuba y Estados Unidos, que ha perdurado decenas de años, ha sido evitar que nuestro reclamo se convirtiera en tema prioritario y ni siquiera en asunto de especial importancia entre las numerosas y graves diferencias que existen entre ambos países.

En el propio Juramento de Baraguá formulado el día 19 de febrero del año 2000 la cuestión de la base naval de Guantánamo se expone como último punto, y se expresa de la siguiente forma: ..."a su debido tiempo ya que no constituye objetivo prioritario en este instante aunque sí justísimo e irrenunciable derecho de nuestro pueblo, ¡el territorio ilegalmente ocupado de Guantánamo debe ser devuelto a Cuba!".

Ese enclave militar es precisamente el lugar donde soldados norteamericanos y cubanos se encuentran unos frente a otros y, por ello, donde se requiere más serenidad y sentido de responsabilidad. Aunque dispuestos a luchar y morir en defensa de su soberanía y sus derechos, el más sagrado deber de nuestro pueblo y sus dirigentes ha sido preservar a la nación de evitables, innecesarias y sangrientas guerras. Es aquel también el punto donde más fácilmente personas interesadas en crear conflictos entre ambos países podrían instrumentar planes que sirvieran para provocar acciones agresivas contra nuestro pueblo, en su heroica resistencia política, económica e ideológica frente a la colosal potencia de Estados Unidos.

Nuestro país se ha esmerado en aplicar allí una política especialmente cuidadosa y ecuánime. Debemos señalar sin embargo que, si bien durante décadas reinó bastante tensión en el área de la base naval de Guantánamo, en los últimos años se ha producido allí un cambio de clima. Se respira una atmósfera de respeto mutuo.

Cuando en 1994 en aquella base se acumuló un gran número de balseros enviados a ese lugar por las autoridades norteamericanas, la propia situación creada determinó la necesidad de resolver numerosos problemas que se fueron creando y que ponían en peligro la vida de muchas personas.

Unos trataban de penetrar desde nuestro territorio para emigrar hacia Estados Unidos y, a la inversa, no pocos trataban de salir de la base y volver al país atravesando terrenos minados.

Se producían accidentes y muchas veces nuestros propios soldados corrieron graves riesgos para rescatar personas en los campos de minas. Estas acciones requerían también información y cooperación del personal de la base.

A estos hechos se unían las consecuencias de grandes lluvias y crecidas de los ríos en esa área, arrastrando minas y borrando señalizaciones de las mismas, lo que igualmente daba lugar a situaciones similares de peligro para todos.

Tales circunstancias contribuyeron a una mejoría de ambiente y contactos autorizados, aunque mínimos, indispensables entre los responsables de uno y otro lado del perímetro.
No hay hoy allí lo que pudiera considerarse un ambiente de hostilidad y guerra. Han ocurrido dos acontecimientos y hechos nuevos en la esfera internacional que han incidido sobre la situación en esa base: la guerra de Kosovo en 1999 y la guerra en Afganistán después del acto terrorista del 11 de septiembre.

En ambas, Estados Unidos ha desempeñado un papel protagónico. En la primera se produjo un gran número de refugiados kosovares. El Gobierno de Estados Unidos, de acuerdo a compromisos contraídos, tomó la decisión de utilizar la base como albergue para un número de ellos.

Tales decisiones se toman siempre unilateralmente. Nunca se nos solicitó opinión previa, ni siquiera se nos informaba. Pero en esa ocasión, por vez primera, se nos comunicó la decisión tomada, argumentándose los motivos de la misma.

Nuestra respuesta fue constructiva. Aunque opuestos a aquella guerra, no teníamos razones para oponernos a la ayuda que pudieran necesitar los refugiados kosovares.
Ofrecimos incluso la cooperación de nuestro país si fuese necesario para la atención médica o cualquier otro servicio que necesitaran los mismos. Finalmente no fueron enviados a la base naval de Guantánamo. Esta vez se adopta la decisión de alojar en la base a prisioneros de la guerra en Afganistán.

De igual modo, no se solicitó opinión alguna, pero se repite el gesto de informar previamente y con amplitud de detalles los pasos que se proponían dar para el alojamiento de los prisioneros y garantizar que en nada se afecte la seguridad de nuestra población.

Los últimos detalles fueron comunicados a las autoridades cubanas el pasado lunes 7 de enero del 2002. En la información suministrada se nos da a conocer un fuerte reforzamiento de personal militar de la base para las tareas a realizar y medidas a tomar en el cumplimiento del objetivo trazado.

Aunque tenemos posiciones distintas acerca de la forma más eficaz de erradicar el terrorismo, la diferencia entre Cuba y Estados Unidos está en el método y no en la necesidad de poner fin a este flagelo bien conocido por nuestro pueblo, del cual ha sido víctima durante más de 40 años y que el pasado 11 de septiembre golpeó de forma repugnante y brutal al pueblo de Estados Unidos.

Aunque el traslado de prisioneros de guerra extranjeros por parte del Gobierno de Estados Unidos a una instalación militar suya, ubicada en un espacio de nuestro territorio sobre el cual hemos sido privados del derecho a ejercer jurisdicción, no se ajusta a las normas que dieron origen a esa instalación, no crearemos obstáculos al desarrollo de la operación.

Habiendo sido advertidos de ella y conscientes de que esta exige gran movimiento de personal y medios de transporte aéreo, las autoridades cubanas mantendrán contacto con el personal de la base en la adopción de medidas que impidan riesgos de accidentes con los medios que pongan en peligro las vidas del personal que se transporta en ellos.

A pesar del considerable incremento de personal militar que la operación requiere no consideramos que la misma implique amenaza alguna para la seguridad del país.
Por ello, no incrementaremos el personal ni los medios militares cubanos destacados en el perímetro de aquella instalación. Dicho personal, altamente disciplinado y calificado, es además suficiente para garantizar la seguridad de la población de la zona frente a cualquier riesgo que pudiera originarse con el traslado de los prisioneros extranjeros a esa base.

Cuba se esforzará por conservar alrededor de ese punto el clima de distensión y respeto mutuo que ha prevalecido allí durante los últimos años. El Gobierno de Cuba aprecia la información previa suministrada, y ha tomado nota con satisfacción de las declaraciones públicas de las autoridades norteamericanas en el sentido de que los prisioneros recibirán un tratamiento adecuado y humano, que podrá ser controlado por la Cruz Roja Internacional.

Aunque no se conoce con precisión el número de prisioneros que allí serán concentrados, al igual que en ocasión del proyecto de trasladar a ese punto a miles de refugiados kosovares, estamos en disposición de cooperar con los servicios de asistencia médica que fuesen requeridos, programas de saneamiento y de lucha contra vectores y plagas en las áreas bajo nuestro control que circundan la base, o de cualquier otra forma útil, constructiva y humana que pueda presentarse. ¡Esta es la posición de Cuba!

Gobierno de Cuba. Enero 11 del año 2002
Fuente: Granma. 12/01/02 pag.: 1