vivir del cuento Si no me equivoco el próximo año Vivir del cuento cumple diez años y como dicen los Van Van  “y sigue ahí”. Yo agregaría pegaito siempre a la cima de la preferencia de la teleaudiencia, no solo nacional porque en youtube tiene una buena cantidad de seguidores.

¿Por qué un programa puede mantenerse en la preferencia de esa forma tan marcada? En algún momento una brillante colega afirmó que ella soñaba con hacer Vivir del cuento, porque se acercaba a la realidad más que muchos trabajos periodísticos.

Esa es quizás una de las causas: una crítica permanente a algunos de los problemas que nos rodean, realizada con cascabeles bien sonoros en las puntas del látigo. Digo cascabeles bien sonoros porque incluso en los programas repetidos me río con ganas en el 99 por ciento de las ocasiones, y la risa según los médicos es muy saludable. Así que para mí es una deliciosa pastilla antiestrés (o antiescuatro o antiescinco depende del día).

Pienso que en algun momento el ritornelo de la libreta de abastecimientos, más la inestabilidad en los guiones hizo que resultara un tanto reiterativo, pero el colectivo se llamó a capítulo y buscó la manera de aumentar el diapasón: de las papas o su ausencia, se pasó al trabajo por cuenta propia con la diversidad que lleva esta categoría.

Jaime Fort, como su guionista principal, ha logrado enchufar nuevas y divertidas historias en las que se mantienen las cualidades del viejo Pánfilo  y las meteduras de pata de Chequera.

El profesor universitario, amante de las matemáticas y las ciencias exactas, Luis Silva encarna el personaje humorístico más popular de Cuba: el viejo Pánfilo Epifanio. Un tiempo atrás el actor, al preguntarle cuanto influye la lógica en su vida profesional, me dijo: “Mucho más de lo que yo me imaginé. Hasta para escribir un guión la lógica está presente. Los monólogos son una serie de chistes que tienen un orden lógico. Siempre me han dicho, y hasta yo mismo me creí, que lo que estudié (la computación) y el humor, nada tenían que ver. Pero gracias al fuerte entrenamiento de pensar, calcular y deducir que realizas en esa carrera, pues hacer humor se convierte en parte de tus teoremas Ves más allá del simple chiste. Ves su estructura, su esqueleto. Le buscas la “contrapelusa”…

Y sobre cómo construye el personaje puntualizó “ Pánfilo ha dado su opinión sobre temas tan sencillos como de otros tan candentes. No hay tema duro o difícil que se le resista a Pánfilo. Y esto no es solo un logro mío, sino de todo el colectivo del programa. Cada mensaje que va a transmitir Pánfilo se estudia mucho, se analiza, se divide en sílabas si hace falta. Se le busca las posibles interpretaciones que pueda tener. Si puede provocar o no algún malentendido (…) Para eso utilizamos herramientas inherentes al humor, como el doble sentido, el cambio brusco de ritmo, la sutileza, la sorpresa, las transiciones cortadas y sobre todo un fuerte uso de la lengua española y su tan rica gramática. Hemos sido capaces de ‘jugar con candela’, de tocar temas impensables en un programa humorístico de la Televisión Cubana. Hemos hecho chistes con las antenas (todo el mundo sabe cuáles antenas), con las escaseces, con el éxodo al extranjero, etc. Pero todo de una manera fina, bien hilvanada. Yo diría que dibujada a mano”.

Sin Pánfilo no habría Vivir del cuento, pero con el solo sería cualquier cosa menos ese programa que  desde  casi sus inicios se encaramó en el primer lugar de teleaudiencia nacional. Así lo dicen los estudios del Centro de Investigaciones del ICRT, CIS;  señalan además que el alto  nivel de gusto es el mayor.

Mario Sardiñas es la contrafigura por excelencia con ese Chequera,                   medio tonto pero gran amigo. Andy Vázquez con su Facundo aporta un  toque de barrio, que de una manera u otra completan Omar Franco, con su  Ruperto, más Aguaje y Bienvenido (Andy Vázquez); Chacón-El Carpintero (Wilber Gutiérrez), Cachita-Caché-(Irela Bravo), Evarista (Aris Teresa Bruzo), Proscopio (Lázaro Ramírez) y Leopoldino -el superior de Facundo, (Luis Manuel Iglesias).

Este es el team, que sin un buen mentor no llegaría a ningún lado: Ignacio Hernández, (Nachi) se encarga de dirigir una tropa que trabaja DURO divirtiéndose.

Porque nadie se imagine que Vivir del cuento es fruto de un ¡zas! de varita mágica que produce un espacio: desde la discusión de cada guion, al que todos aportan, hasta filmar una escena dos o tres veces (he sido testigo) este es un programa que demuestra que en la buena televisión no hay nada improvisado.

Haberse mantenido en el primer lugar de índice de teleaudiencia y de gusto por encima de otros programas humorísticos, indica que el humor inteligente, de situaciones, es mucho mejor recibido que aquel donde atisbos de banalidad se disfrazan con un barniz cómico.

No he olvidado que parte de sus integrantes (ellos lo saben)     me deben sendas entrevistas. Espero que antes de su ¿décimo? onomástico respondan mis preguntas. Mientras ¿qué voy a hacer?: cada lunes a las 8 y 30 estoy predispuesta a la risa, y generalmente nace. ¡Gracias, por ese singular medicamento!

(Tomado del Portal de la Televisión Cubana)

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