exposicion pinturas tony Para su madre Mirta y para el joven Elián González, el trabajo artístico de Tony devela la grandeza y fuerza de su personalidad. Foto: Yaimí Ravelo

Desde una prisión oscura Tony pinta y es­cribe versos, escribe versos y pinta. Cuba es la pasión y la musa infinita. Sus flores y aves autóctonas le brindan la libertad que a ciegas le arrancaron a él y a sus cuatro hermanos por amar una causa justa. Por eso las alas que dibuja son sus alas, las mismas con las cuales estrecha la distancia que lo separa de su madre Mirta, de sus hijos y toda la familia, del pueblo cubano.

De esa voluntad del arte cobró vida Alas de Libertad, un conjunto de obras de las que emana esa energía de joven “que no quiere estar allí, no ha querido nunca y no ha estado nunca, y ha buscado un refugio en su plástica para estar donde estamos todos, libres”, como dijo su madre Mirta a nuestro diario.

“Me comunico con Tony desde que estoy en segundo grado. Él es mi amigo, me da consejos, me cuenta lo que hace, yo le expliqué en mi última carta que estoy un poco indecisa con la elección de mi carrera. Tal vez quiera ser abogada, me inspira la justicia”, comentó la pionerita cardenense Rita María Comas, el día de la inauguración de Alas… en el Centro de Servicios Sociales y Educativos (Ceserse), un proyecto social y comunitario conocido también como La Casita del Cariño, en varadero, que enarbola las banderas de la denuncia por los 16 años de condena de los Cinco.

En una ocasión escribió el héroe a su hijo Tonito en una carta: “Cuando comenzamos a ver la vida desde el punto de vista de dar a los demás, de ser útil, a alguien, a algo, a una causa valedera, pues de repente nos damos cuenta de que apenas el tiempo nos alcanza para hacer todo lo que queremos hacer…”.

Quizá el héroe se refería entonces a su lucha, esa a la cual sus compañeros encarcelados se refieren así, como el motivo de un orgullo inquebrantable y no de un peso doloroso y profundo. Quizá pintó las aves sin pretensión de llegar tan lejos con su vuelo, sin saber, por ejemplo, que un grupo de niños y adultos mayores asistirían al Ceserse, como hacen asiduamente, para apreciar la muestra expositiva que salió de la oscuridad de una celda y ha recorrido kilómetros de verdad y luces.

No es un día cualquiera. La Casita del Ca­ri­ño cumple 15 años, después de que en aquel noviembre de 1999 cuando la idea de convertir una vivienda familiar antigua en el mítico sitio a donde llevar los niños enfermos, discapacitados, adultos mayores... —luego de múltiples conversaciones gubernamentales, eclesiales y sociales—, se convirtiera en un sueño posible. Y la casita decidió celebrar su fiesta quinceañera justo cuando la Batalla de Ideas llega también a su aniversario 15.

El primer grupo que trajimos fue del hos­pital Oncológico, rememora Nacyra Gó­mez, una de las que soñó en aquel momento con el proyecto humanitario y quien funge hoy co­mo su directora. Ha invitado a la festividad al Hogar de Niños sin Amparo Familiar de Cár­denas y al Hogar de Ancianos de Santa Marta, así como a miembros de la Plataforma Interreligiosa Cubana, del Comité Inter­na­cional por la Liberación de los Cinco, familiares de los héroes, al joven Elián González y su padre, funcionarios del ICAP, representantes de las organizaciones de masas de la comunidad y vecinos.

Nacyra, una luchadora incansable por el regreso de los Héroes, lee unas breves palabras que encierran toda la satisfacción por tantos años de trabajo y apunta que en la intención de promover justicia, bienestar, paz y amor, la causa de los Cinco ha sido también su causa. “No solo por la importancia que tiene que la familia esté unida, sino también porque 16 años de forzada e injusta separación, es más que demasiado. Ni un minuto más”, apunta.

“No hay mucha diferencia entre lo que hacían nuestros Cinco Héroes y lo que hace este centro hoy, ellos luchaban también por los derechos de los niños. por eso centros como este, que tienen los niños cubanos para desarrollarse, se unen a la lu­cha”, reflexiona el joven Elián desde sus apenas 21 años.

 
SINÓNIMO DE VIDA
Camino a su cumpleaños 83 Mirta no llora. Cuenta que una amiga argentina le dijo “no es momento de llorar, es de luchar”. “Y a eso me debo, a esta lucha”, asegura. Solo desea tener las fuerzas para poder estrechar en los brazos a su “Nene”, y seguir defendiendo el regreso del resto de sus hijos encarcelados.

Alrededor de ella los niños juegan, y no pue­­de evitar hablar de cuánto han sufrido los pequeños de esta historia. “La más chica es Ivette y tiene 16, los mismos del encarcelamiento, y cuando tú los ves ya con hijos en el caso de Irmita, a Tonito casado, y a todos los demás terminando sus carreras en la universidad, te preguntas cómo estos niños han podido amar a esos padres sin estar presentes, y yo te diría que nuestros hijos han estado siempre para ellos, en primer lugar porque las madres se han encargado de eso y también ellos desde sus prisiones”. Así, se refiere a cómo Tony  ayudó a sus hijos a repasar las lecciones de la escuela y cómo les daba consejos desde la distancia.

La niña Brisbany Estiú, de ocho años, no es la primera vez que visita La Casita. Para ella la exposición tendrá un matiz particular porque también tiene a la pintura entre sus principales divertimentos. Mientras, Sumi Martínez, otra visitante asidua de la misma edad, prefiere las visitas al parque, a la playa, los juegos y recorridos por los lugares históricos.

Maritza González, directora del Hogar de donde provienen, afirma que desde el año 2000 son invitados siempre en el periodo de vacaciones. “Se realizan actividades muy sensibles, sobre todo los días cinco de cada mes y los niños le escriben cartas a los Cinco”.

En fraternal convivencia están también Dora Mesa, Margarita Rodríguez y Aidé Díaz, del Hogar de Ancianos, quienes hablan de los “sentimientos acumulados” después de tantos años de encarcelamiento, de la importancia del proyecto, y afirman estar presentes siempre que se les convoque para apoyar el regreso de los Héroes.

QUE LEVANTE LA MANO LA JUSTICIA

“…Pintar cada ave cubana fue llenar de luces y colores una celda con la que pretenden oscurecer las ideas justas, puras y dignas, y por ello fue defender la justicia, la verdad y la hermandad entre los hombres…” (An­to­nio Guerrero)

El diálogo con Mirta se torna triste y profundo. Habla pausado y bajo, como aconsejando: “Yo siempre digo que como madre tienes el deber de apoyar a tu hijo en todas las circunstancias de la vida, si cometió un error o un delito, aunque no lo entiendas lo tienes que asumir y no lo puedes abandonar. Te duele pero estás ahí. Sin embargo, cuando sabes que no ha hecho nada a nadie —dice mientras su voz se entrecorta—, que no ha cometido errores, te duele mucho más y sientes esta impotencia…”.

El caso amañado, injusto e intencionalmente politizado de los Cinco es un motivo que estremece a todos en La Casita, desde los niños que la visitan, los ancianos, hasta la pionera que muestra a todos su última misiva a Tony:

“Seguí muy de cerca los resultados de los juegos Centroamericanos y del Caribe efectuados en Veracruz. Me llené de orgullo cuando logramos el primer lugar por países en el me­dallero con 123 preseas doradas. Sentí gran sa­tisfacción por la carta que les enviaste a los futbolistas cubanos por su tan merecida victoria. Continúo con mi comité de solidaridad donde los pioneros desde nuestra trinchera luchamos por su libertad…” sigue leyendo Ri­ta­ María Comas, de la secundaria Esteban Hernández, en Cárdenas.

Presenta la exposición el joven Dánim Pé­rez Alfonso, licenciado en Derecho, quien no solo siembra en los niños la pasión por la obra literaria y pictórica del artista, sino además conduce sus respuestas a los detalles más indignos de la historia:
“Hay grandes violaciones en el caso de los Cinco, desde que son apresados, los tratos crueles y las manipulaciones con que se desa­rrolla todo el proceso, el tratamiento a su familia. Por solo ponerte un ejemplo, en una ocasión Mirta fue a visitar a Tony y le dijeron que su hijo estaba siendo operado. Tuvo que regresar a Cuba sin verle y a Antonio lo operaron treinta días después.

“Adriana lleva 16 años sin ver a Gerardo, y sin embargo hay que ver las muestras de amor que existen entre ellos dos. Eso no lo vas a encontrar en Shakespeare, no lo vas a encontrar en Cervantes, no lo vas a encontrar en Campoamor…”, asegura.

Todos se van con un cariño entrañable por el proyecto de La Casita y su defensa de la justa causa de los Héroes, sobre todo Mirta, quien cultivó en su hijo esa madurez artística cuando en su niñez coleccionaban juntos sellos de filatelia, y hoy desde su modestia asevera que le parece un “orgullo enorme” el que se haya seleccionado esa exposición.

Cuando Tony leyó su alegato de defensa tenía en sus manos un ejemplar de La Historia me absolverá. Era diciembre de 2001. No pensó entonces que el proceso sería el más largo, que la injusticia tomaría finalmente la palabra en aquel estrado, mientras él y sus cuatro compañeros hablaban de la libertad.

Estremecedores fueron todos los alegatos escuchados en aquella sala, como aquel que lamentaba no tener más de una vida para en­tregar por su patria. Y a 16 años de la injusta condena la tranquilidad de saberse víctima de la injusticia le brinda al artista la sensibilidad para escribir poemas, para pintar alas, para devolver a los niños cubanos la esperanza de verlos de vuelta en casa.

Fuente: Períodico Granma

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