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laborde miradaEl trabajo de Ángel Laborde clasifica entre lo más notable del archipiélago por su gran aporte al desarrollo artístico guantanamero.

Desde lejos se distinguen vagamente… son obras conservadas a duras penas, formas humanoides que se mezclan con vestigios del mar, textos reflexivos que obligan a los transeúntes curiosos de la calle Calixto García entre 11 y 12 Norte, a voltear la cabeza y mirar detenidamente.

 

Ese es el efecto que causa el hogar de Ángel Laborde Wilson, artista singular de Guantánamo, quien con el paso del tiempo y quizás obligado por otras circunstancias, ha hecho de casa, su taller-galería, trinchera de la cultura.

 

Allí conocí al pintor de las caracolas, como muchos llegaron a identificarlo, dada la recurrencia, casi constante, a estos seres en las obras. “Llámame Espiral Laborde”, me dijo y comenzó la entrevista.

 

De la génesis

 

“Si la Revolución hubiera tardado un poquito más, no sé quién sería hoy, a ella le debo casi todo”, de esta manera comienza Laborde su historia, la del niño que aún siendo hijo de humildes estibadores de azúcar del otrora central Romelié, en Manuel Tames, se convirtió en pintor.

 

“Mis inicios fueron con el maestro Santiago Fabre (Chago) (retratista, caricaturista y profesor de Artes Plásticas), quien me enseñó los elementos de dibujo y retrato básicos en la Academia Mariana Grajales, donde hoy tiene sede el Teatro Guiñol. En 1955 expuse por primera vez como aficionado, pero no fue hasta después del primero de enero de 1959 que pude aspirar a la profesionalidad.

 

“Cuando llegué a la Escuela Nacional de Arte (ENA) tenía varios niveles vencidos, y de la mano de profesores como Adigio Benítez, Servando Cabrera, y otros de renombre, pude hacerme de mi propio molde hasta graduarme en 1967, en la primera promoción de esa escuela.

 

“Entonces me llegó la oportunidad de estudiar Cerámica en la Escuela Superior de Artes Industriales, de Praga, en Checoslovaquia, de 1974 a 1976, periodo que recuerdo gratamente, pues estuve a cargo del grupo de cubanos que estudiaban en ese país, y además de aprender del oficio, participé en el Quinto Encuentro de Juventudes de Capitales de Países Socialistas.

 

“De regreso, socialicé conocimientos en talleres de cerámica, mientras formaba parte del resurgir de la vida cultural isleña con la fundación de la revista de escritores y artistas de Cuba, del Grupo Antillano con Rogelio Martínez, Rafael Kennedy y otros. Enseñé en la Academia de Artes Plásticas, vi los primeros pasos de la filial guantanamera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, momentos que llevo grabados en el alma y la mente.

espiral obra labordeLas caracolas constituyen un elemento recurrente en las obras del artista.

Cubanía y espiralismo

 

Más de 50 años lleva Laborde comprometido con las artes plásticas, con una técnica sólida, de influencia foránea, pero esencialmente personal; basta observar algunos de sus cuadros como La Guayabera, o Mariana Grajales, retrato vívido de aquella mujer de acero.

 

“Mi arte se basa en el espiralismo creativo. Combino rostros de mujer mestiza, latinoamericana y elementos nativos como la polimita guantanamera, el guamo. La espiral me apasiona porque la veo por doquier, asociada al sonido, el tiempo, los caracoles, la Venus, en la obra de Lezama Lima, de Alejo Carpentier, Frei Betto, Da Vinci, Hokusai (pintor japonés), Carlos Marx, Guillermo Collazo, Eustasio Rivera y Leonardo Acosta.

 

“Trabajo la técnica mixta, dibujo sobre papel, lienzo y cultivo otros géneros plásticos como la escultura, de hecho, en Cárdenas, Matanzas, expuse la pieza Ambiente de paz, en la plaza Malakoff. Voy del expresionismo al romanticismo, surrealismo, realismo mágico, vanguardismo, de Picasso a Wilfredo Lam, Amelia Peláez, contrastando colores, formas que muevan a la reflexión, a la espiravisión… comienzo y final de todo.

 

“Otro de mis hobbies predilectos es la cerámica, enamorado de ella he realizado investigaciones sobre su origen que se remonta a los aborígenes y hasta en las obras de Martí, yo le llamo a esa relación ceramografía martiana. También hice caricaturas para Palante, la revista Verde Olivo y Juventud Rebelde.

 

“Hoy sé con orgullo que mis creaciones aparecen en instituciones de Cuba y el mundo como la ciudad checa Beshine, que muestra ocho piezas con carácter permanente. En el hotel Porto Santo, de Baracoa, hay dos esculturas y dos murales míos y en la sede de Danza Fragmentada yace mi Danza universal, fuente de las caracolas, que representa a tres mujeres en busca del infinito.

 

Legado… ¿imperecedero?

 

El trabajo de Ángel Laborde es considerado por muchos, entre lo más notable del archipiélago, pues grande es su aporte al desarrollo artístico guantanamero.

 

Once escuelas en Guantánamo, Santiago de Cuba, Isla de la Juventud y La Habana testimonian el legado pedagógico de este hombre, entre cuyos discípulos estuvieron Reinaldo Miravalles (principal actor de la película El hombre de Maisinicú), Cuqui Ponce de León, directora de programas de TV, Daniel Núñez Juárez, George Gamboa…

 

Laborde, quien ostenta la Distinción por la Cultura Nacional, puntualizó finalmente: “En mis 75 años siempre fui un artista que trabajó desde el corazón, y así lo seguiré haciendo, porque aún le quedan más vueltas a mi espiral y mientras cuente con el amparo de las caracolas permaneceré pintando”.