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george pintorLas obras de George Pérez González, se caracterizan por cierto erotismo, visible en el uso de los colores y el juego con las curvas y líneas de sus dibujos.

Café amargo, dulce aroma que cautiva desde el joven hasta el viejo, bebida tradicional que deviene casi otro símbolo identificativo de cubanía; sin embargo quien diría que también de ese producto pueden salir las más extraordinarias obras de arte.

 

Así lo muestra George Pérez González, pintor guantanamero que se vale de este brebaje para crear piezas cargadas de sensualidad, y que por estos días celebra 45 años de vida artística.

 

Según dice, todo partió de un simple accidente, mientras se disponía a llenar el blanco y espaciado lienzo…”con un gesto de la mano, vertí sobre la mesa de dibujo el líquido, e incómodo aparté el desastre, pero luego vi que en el papel mojado emergían matices, formas y supe que ahí había algo para mí”.

 

Desde entonces no es novedad para George, y menos para su familia, encontrarle preparando café para hacer sus pinturas, o tomando la última porción del líquido en el termo, para dar vida a un universo de claro-oscuros, marrones, que tributan a la consolidación de su estilo único.

 

De esta técnica surgieron las exposiciones Desnuda, Aroma de café, Pretexto catorce y otras donde la recurrencia a ese material es bien marcada.

 

Bases de una obra

 

Aunque el uso del café, como elemento plástico, particulariza de cierta manera el quehacer de George, este hecho revela solo una pequeña parte de su curiosa vida…

 

“La pintura llegó a mí por embullo en el año 1957, con un amigo fui a estudiar al Centro de Artes Plásticas ubicado en Calixto García entre Prado y Jesús del Sol, en la ciudad de Guantánamo. Desde antes me gustaba porque veía a mi hermano pintar. Mi madre que era muy detallista en la decoración, lo obligaba a hacerlo porque prefería verle en casa que arriesgándose a ser víctima de la dictadura de Batista.

 

“Recibía clases de noche, con profesores de Santiago de Cuba que te enamoraban de la profesión. Allí estuve cinco meses hasta que opté por la escuela de arte de la ciudad héroe junto a otros nueve estudiantes. Allá di lo mejor de mí, y en 1969 hice la prueba para la Escuela Nacional de Arte (ENA).

 

“La ENA fue el momento de mayor impacto en mi vida. Hice grandes amigos de varias manifestaciones como el músico José Luis Cortez y tuve de maestros a personalidades como Nelson Domínguez, Flavio Garciandía, Zaida del Río, Tomás Sánchez, Servando Cabrera que aportaron mucho como creadores”.

 

Maestro de generaciones

 

Graduado en 1973 George se trasladó a Guantánamo, para formar las nuevas generaciones de dibujantes. Coincidió con los cambios en el sistema de enseñanza artística para beneficio del pueblo.

 

“Entonces se había creado la Escuela Provincial de Arte, donde debían estar las especialidades de música, ballet y artes plásticas. Nosotros seríamos los primeros profesores.

 

“Sin ninguna formación pedagógica, comenzamos dando traspiés pero era una necesidad imperiosa. Entonces entre lo romántico y lo profesional empezamos a educar a nuestros pupilos.

 

“A medida que los alumnos aprendían uno lo hacía también y llegó el momento en que habíamos adquirido gran maestría en el arte. Enseñar pintura es bien complicado pues se debe lograr la armonía entre el punto de vista del individuo, la personalidad, y las habilidades. Las clases eran grupales pero todos la asumían a su forma y así debíamos evaluarlos.

 

“Esa etapa fue gratificante, tanto que aún doy algunas lecciones, porque siempre hay quien se me acerca en busca de consejo”.

 

De la experimentación a lo propio

 

Con casi medio siglo de faena artística George Pérez acumula una obra única, resultado de la articulación de varias facetas, pintor, dibujante y diseñador…

 

“Trabajar en Guantánamo, al inicio no fue fácil pues aún era incipiente la cultura de exposición y apreciación de las artes plásticas. Entonces para hacer conciencia sobre la importancia de esta manifestación, había aparecido en 1964 el primer salón nacional de instructores de arte.

 

“En el 78 con la llegada del concurso Regino Eladio Boti, la pintura tomó otro impulso; surgen más galerías y con ello mi primera expo a dos manos con el profesor santiaguero Raúl Alfaro, nombrada Grabado de Alfaro, Dibujo de George con decenas de piezas, que fueron bien aceptadas por la crítica.

 

“Luego hice dos expo más de litografía y recesé en 1987 hasta 1993 pues fui trabajar al entonces recién fundado telecentro Solvisión como diseñador grafico. Así surgió mi segunda pasión. Me encargaba de la escenografía y otros elementos de imagen e incluso diseñé el logo del canal. De allí pasé al Consejo de la Plástica, a la Casa de Cultura y hoy trabajo aún en ese sistema.

 

“Mi obra fue inicialmente muy diversa, bebía de la influencia de mis maestros, el paisajismo, la representación de la figura humana o ambos entremezclados. Fue hasta 1996 que expuse una muestra que materializaba qué quería hacer como artista, se llamó Comeremos fruta en los arboles del paraíso, nombre de una película checa.

 

“En esa exposición la lógica cambiaba, trabajé la descomposición del color, de la línea, de la figura humana, aparecían fragmentos, brazos, codos, piernas, glúteos, no me interesó más pintar cuerpos completos. Eran elementos cargados de erotismo representados por medio de manchas. Después produje otra importante creación Placeres Rojos de 2011.

 

“Mi pintura ha tenido mucha influencia del diseño, pues ambas cosas las llevo de la mano, por ese concepto solía trabajar muchos cuadros en colores planos, con blanco y negro, algo propio del diseño grafico.

 

“Un tema que nunca he dejado de tocar es el de mi ciudad Guantánamo, siempre la he considerado de las más lindas en Cuba, aunque no se autoproclame como tal.

 

“En mi obra la he reflejado con bastante orgullo y con su cuota de añoranza, a través del dibujado de inmuebles como la iglesia del Parque Martí, y otros sitios antiguos que ya desaparecieron. Algunos los llevé a la cartulina por medio de la serie Memorias, expuesta en el café la Indiana, como muestra de mi eterna devoción por mi tierra natal”.