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chito latamblet

Reyes Latamblé Veranes, Chito, es toda una leyenda. El barrio de San Justo, La Loma del Chivo, los cultivadores del changüí, en especial los treseros y todo aquel que conozca algo acerca de la música y la cultura guantanameras, sabe que sin este nombre no estaría completa la historia de la música cubana.

Como toda figura legendaria que se respete, sobre él no faltan las anécdotas, la polémica, la apología, y hasta los detractores, reafirmando que el maestro mantiene plena vigencia.

Su historia es la de muchos hijos humildes de esta tierra que tuvieron que trabajar duro para asegurar el sustento diario. Ser negro descendiente de haitianos y pobre, eran marcas que en su época de niño y joven garantizaban estar entre los excluidos. Solo un milagro podría cambiar la situación y esa circunstancia no se dio hasta mucho tiempo después.

El niño enjuto fue creciendo en la escasez, pero su inteligencia natural y el entorno familiar lo fueron dotando de otros tesoros más importantes que el dinero y la abundancia material. La Loma del Chivo fue el escenario propicio para conjugar vivencias y conocimientos, para llenarse de tradiciones de todo tipo y lugar, para enriquecerse con el ambiente espiritual que lo rodeaba día a día.

La conga, la rumba, la tumba francesa, por citar solo tres ejemplos, fueron moldeando su mundo interior. Su bisabuela Atina, descendiente de esclavos, su abuelo Demetrio y su padre Marcelino, lo introdujeron en esos trajines cumbancheros, en los que descubrió lo que sería la razón de su vida: el changüí.

Con un “tresito” hecho de caja de bacalao comenzó lo que llegaría a ser una de las cumbres del tres en Cuba. Con esa “carabina” al hombro enfrentó la guerra de la subsistencia y se abrió paso a fuerza de talento y voluntad.

No solo fue el changüí, fueron también el son, la trova, el jazz, la rumba…, la música toda, Guantánamo en su mente, su corazón y sus manos prodigiosas.

A la edad de ocho años integró un septeto infantil. Después incursionó en diferentes piquetes soneros y changüiseros, en los conjuntos Rarezas del 43, Las Flores, Jóvenes del Guaso, Sorpresa, Elegante, Melodía del 55, Siboney, Avance Juvenil, la estudiantina Le Varón, el cuarteto Cubanacán, el Combo Kumora y la Sonora de Bambao.

Otro golpe de suerte fue encontrarse un día con Rafael Inciarte, Luis Morlote y Clarisa Creagh, que habitualmente merodeaban por los focos changüiseros de la periferia citadina. Allí los investigadores pudieron escuchar al “grupo de los hermanos Latamblet”, encabezado por Arturo, el elegante y vivaracho bongosero.

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Entonces se hizo el arcoiris y nació un día de 1945 lo que hoy conocemos como el grupo Changüí Guantánamo, orgullo de los que habitamos este pedazo de Cuba.

Arturo, Chito, Pedro Speck en la marímbula, Justo Kindelán en las maracas, Santiago Reyes en el guayo, y los bailadores Rafaela Moya Latamblé y José Luis Céspedes Fournier fueron los iniciadores. Hasta ese momento no existía un formato instrumental fijo. Estaban creadas las condiciones para pasar a la historia.

Con Inciarte, Clarisa y Morlote de la mano, fueron labrando caminos. Chito soneaba, se involucraba en las estudiantinas y otros formatos, se juntaba con los trovadores, hacía música norteamericana con el grupo Los siete del jazz…y así llegó 1959.

Con el milagro de la Revolución Cubana el Consejo Nacional de Cultura se ocupa de las manifestaciones del arte y la literatura y el grupo Changüí Guantánamo recibe la atención merecida.

En 1967 fallece Arturo Latamblé y él asume la dirección del grupo. Se producen, entonces, una serie de eventos en los que Chito y su grupo participan llamando la atención del público y la crítica: Festival de la Toronja en la Isla de la Juventud, espectáculo El son entero, en el teatro Amadeo Roldan, junto al Conjunto Folclórico Nacional, el septeto Nacional Ignacio Piñeiro y los Van Van, Festival Nacional de la Trova en Santa Clara y Remedios, Festival Nacional del Son en Guantánamo, Santiago de Cuba y Granma, grabación del CD Changüí y Cumbancha ahora sí, y otros acontecimientos relevantes en los que Chito brilló con luz propia.

En 1985 su delicado estado de salud lo obliga a dejar su puesto al también tresero Pedro Vera, no sin antes haber recibido junto a Rafael Inciarte Brioso y Ángel Íñigo Blanco, la Distinción por la Cultura Nacional.

Resumiendo sus aportes como tresero y changüisero podemos tomar prestadas las palabras del tresero cubano Pancho Amat: “Chito era la más alta expresión en cuanto a los treseros del changüí […]…Chito por su formación era un hombre que había tocado en conjuntos, había tocado con los trovadores, tenía una información mucho más amplia y a la hora de hacer las improvisaciones de los montunos, echaba a rodar toda esa imaginación que tenía y todo el caudal de conocimientos que había adquirido durante su carrera y le daba una mayor dimensión al tres dentro del changüí”.

En el 2007, al surgir la Casa del Changüí, el nombre escogido para dicha institución no podía ser otro, porque él es, sin duda, la figura más importante, el tresero mayor de este género.  

María Teresa Linares y Danilo Orozco, este último, amigo personal de Chito, al hacer sus propias caracterizaciones del changüí y referirse al tres han expresado que este, por la manera de ejecutarse, es único, distintivo y desempeña un rol esencial, definiendo su estructura sintáctica y su gramática musical.

Estas dos personalidades cimeras de la musicología cubana, para arribar a semejantes conclusiones tuvieron que escuchar y ver, fundamentalmente, a esa desgarbada figura que fue Chito Latamblé.

Unos dicen que fue más sonero que changüisero, como queriéndole restar méritos, pero se equivocan. Ese gran artista no admite etiquetas ni comparaciones, estaba por encima del cualquier encasillamiento. Su grandeza reside en que representa para la música guantanamera, cubana y caribeña, una figura que sintetiza magistralmente los atributos que nos particularizan y distinguen como localidad, nación y región, en este mundo donde tanta música está al alcance de nuestros oídos, pero no todas llevan la impronta genial del tres changüisero o lo que es lo mismo, de Chito Latamblé.