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cine vallinaJuan Carlos Vallinas Álvarez, especialista del Centro Provincial de Cine en Guantánamo

Se apagan las luces, crujen las butacas anunciando que las personas se están acomodando en ellas, enciende el proyector y en la enorme pantalla comienzan a aparecer las imágenes mientras que el sonido te envuelve.  

Ir al cine era para los jóvenes una salida a pasear, para enamorarse mientras disfrutan de las maravillas del séptimo arte. Hoy en día, ver una película o un audiovisual se puede disfrutar en la casa, pues las nuevas tecnologías y el acceso a la información que te permite Internet lo hace posible. Es oportuno preguntar entonces: ¿Desaparecerá el cine como institución?

Juan Carlos Vallinas Álvarez, especialista del Centro Provincial de Cine en Guantánamo y miembro de la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica, cree que no. En entrevista para el periódico Venceremos opinó que la magia de ir a la “sala oscura” no morirá.

“Es cierto que con el desarrollo tecnológico muchas personas no sienten la necesidad de ir a una sala de proyección para ver una película o un audiovisual porque en su casa tienen un conjunto de equipos que le permite acceder a estos productos.

“Claro, en mi opinión, para disfrutar un estreno que tenga la calidad necesaria, es pertinente visitar el cine porque muchas veces los que se pueden visualizar en el hogar son pirateados o no tienen la calidad requerida.

“La decaída del número de asistentes a las salas creo que tiene que ver, entre otros motivos con las condiciones técnicas. Al llegar el Período especial se deprimió la actividad cinematográfica en el país. Los cines tenían condiciones obsoletas.

“En Guantánamo por ejemplo existen 10 instalaciones repartidas en todos los municipios, pero solo ocho en funcionamiento. También contamos con 65 salas de video y 16 video-clubs, aunque muchos están cerrados por problemas de reparación o equipamiento, pero tenemos una red importante de instituciones cinematográficas en el territorio. 

“Además, tuvimos muchas afectaciones en las zonas perturbadas por el paso del huracán Matthew, y se trabaja para resarcir los daños en el menor tiempo posible. 

“Ah, ¿qué hay que hacer? Crear las condiciones técnicas en las instalaciones, no solo de proyección y audio, sino el lunetario y la climatización.

“El Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) hizo y aún está haciendo esfuerzos para recuperar y acondicionar estos espacios, sobre todo con los programas de desarrollo local destinados a reparar y pertrechar los salones para tener los medios de acomodamiento más factibles.

“Guantánamo ha sido grandemente beneficiado en ese sentido con la reparación de varios locales, pero aún no se llega al nivel de confort que se necesita y que queremos”.

¿Las películas cubanas tienen mucha aceptación?

“En comparación con producciones taquilleras como las estadounidenses, el público se siente más atraído por las cubanas, quizás porque se ven más reflejados en ellas.

“Hay películas más llamativas y otras no tanto, ahora mismo el cine cubano necesita conectarse más con el espectador, sin apostar por el facilismo con banalidades.

“Existen algunas como Habanastation, Conducta, Meñique y Boccaccerias habaneras, que han tenido mucha calidad en cuanto a contenido y el público lo ha notado, por eso gustaron más”.

En los llamados “paquetes” se pueden encontrar muchos audiovisuales, ¿cómo afecta este fenómeno al cine?

“Las instituciones tienen que ser más ágiles para estrenar las películas, no solo pasa con las cubanas, también con las extrajeras. El Icaic a veces retiene los filmes y eso da chance a que salga en el “paquete” y todo el mundo lo puede ver.

“Una de las cosas que más atentan contra los cines en las provincias es la demora de los estrenos. Por ejemplo la película Esteban que se puso en La Habana en tiempo, en las provincias demoró mucho y cuando se estrenó, ya la gente la había visto.

“En 2016 tuvimos menos asistencia que el anterior pero creo que ha sido más porque tenemos el cine principal Huambo con problemas de la climatización, lo cual nos ha obligado a usar el video-bar como sala y allí caben muy pocos espectadores”.

En las redes y medios alternativos circulan audiovisuales independientes que están llamando la atención del público, ¿de qué manera aprovecharía esto la industria cinematográfica cubana?

“Existe un debate muy grande sobre la creación de una ley de cine, que permita el reconocimiento para aquellos audiovisuales que se realizan al margen de las instituciones cubanas que están para eso, dígase la Televisión, el Icaic, Estudios Trimagen, RTV Comercial

“Espero que pueda concretarse y así proteger las obras de los realizadores. Puede ser un importante instrumento jurídico para la distribución, la producción y el acceso a financiamientos.

“La producción independiente de audiovisuales en Cuba es bastante prolífica. Con esa ley se ordenaría un poco ese proceso, no solo con el cine sino en otras instituciones como la televisión, que pueden reconocer y difundir las obras, siempre y cuando responda a los requerimientos de cada uno de los medios.

“Con la democratización actual de los recursos de producción cualquiera puede hacer una película, incluso con la cámara de los celulares, pues ya en el mundo existe hasta un festival para este tipo de audiovisuales”.

¿Qué queda por hacer para atraer de nuevo al público a las salas de cine?

“En el mundo entero los cines se enfrentan a esta misma problemática y han optado por agregar cafeterías, tiendas y diversas atracciones para lograr el aumento de público en las instalaciones.

“Otro de los nuevos atractivos es el cine en 3D, tecnología muy llamativa que tiene muchos seguidores y que actualmente se busca implementar en nuestro país. Eso sería un gran paso adelante para nosotros.

“El cine necesita también mayor presencia en los medios de difusión, sobre todo en la televisión nacional, que aunque existen espacios especializados requiere además de que se pongan spots y trailers de las películas aunque no estén de estreno.

“Para eso hay que trabajar, dedicarse y buscar nuevas formas de agradar al público. Y creo que se puede hacer. Por eso pienso que el cine como institución no va a desaparecer nunca, no mientras existan los enamorados del séptimo arte”.