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Claudio 1Desde niño, Claudio Lázaro Casal Muñoz, tarareaba pedacitos de canciones con buena entonación, y ello, le hizo pensar a su padre, Claudio Casal Pérez, quien era instructor de música, que su pequeño, en un futuro, podría ser cantante.

Muchos fueron los intentos de este señor para enrumbar a su muchacho por los caminos del arte, pero toda maniobra fue fallida, el pequeño solo mostraba interés por los papalotes, trompos y pelotas.

“Mi padre dejó de insistir que matriculara en la escuela de arte, sin embargo, en momentos de ocio aprendía a tocar la guitarra y memorizaba e incluso componía algunas tonadillas”, recuenta el joven cantautor guantanamero.

“El tiempo pasaba y yo sin definir a qué dedicarme. Me gustaba la criminalística… pero también dibujar, actuar y cantar, era muy difícil escoger… hasta que mi vida cambió ásperamente.

“Mi madre, Maura Muñoz Falcón, enfermó y luego falleció. Me afectó muchísimo, en los primeros meses de su ausencia solo pintaba y pintaba para ocupar el tiempo y mitigar la nostalgia”, recuerda.

Tras el doloroso suceso, finalmente, Claudio entró a la escuela de arte, pero en teatro; no obstante, llevó consigo su instrumento de cuerdas. “Allí, rodeado de talentosos profesores aprendí un poco de todo, principalmente música, aunque no era mi carrera oficial.

“A los 15 años comencé a componer canciones para mí y algunos compañeros de la escuela. Cada tema escrito lo llevaba a mi papá pero hacía poco caso porque a las letras, les faltaba limpieza y mensaje”, comenta en tono divertido, “fue a partir del tema Qué fácil, el séptimo compuesto, que comenzó a prestarme verdadera atención”, reseña mientras comenta lo difícil de inspirarse.

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En busca de la motivación

La musa a veces llega de forma inusitada, asegura Claudio, quien acumula más de 120 canciones, “en ocasiones compongo basado en mis experiencias, la de un amigo o simplemente acudo a la imaginación. Por ejemplo, desde que partió mi madre traté de hacerle una canción bonita, aunque aterrado de no poder conseguirlo. Al cabo de dos años, inesperadamente, nació Lloré, la cual considero mi paño de lágrimas”, refiere mientras indica lo vital de la paciencia y perseverancia en los artistas.

“La inspiración, increíblemente, me embistió como nunca antes el 29 de noviembre de 2016, durante la alocución del presidente de la República de Nicaragua Daniel Ortega, en tributo al líder histórico de la Revolución cubana, cuando expresó tres veces: ¿dónde está Fidel? y el pueblo cubano enérgicamente contestó tres veces “Yo soy Fidel”.

“Fue tanta mi emoción que desde ese momento comencé a trabajar. Fui armando los versos y la melodía en mi cabeza. Al otro día, sin perder tiempo, busqué en libros y otros medios información del Comandante para completar la canción, que materialicé en dos días con el título: Yo soy Fidel, recuenta el también instructor de teatro en la Universidad de Ciencias Médicas de Guantánamo.

El tema, difundido en la radio y televisión locales, ya cuenta con versión audiovisual, que dirigió Ramón Ortiz Reyes y realizó el telecentro Solvisión, donde también colaboraron otros vocalistas y algunos miembros de la Casa de Cultura Rubén López Sabariego, la Casa de la Trova Benito Odio, y de otros organismo e instituciones.

Tras concluir el video clip, Claudio, continuó con más proyectos, “terminé el disco Colora´o -de 12 temas- y mi primera producción discográfica, que se lanzará al público el próximo sábado 18 de febrero, en la concha del Parque José Martí, a las 10 de la noche, con el inicio de la Semana de la Cultura.

“Presenté, además, los temas Vuelve y El que te ama soy yo al concurso Adolfo Guzmán, y también anhelo concretar el proyecto Yo soy Fidel, con el cual grabaría canciones alegóricas a figuras y fechas importantes para así contribuir, desde la cultura, a consolidar el trabajo político ideológico, en las universidades de la provincia y de otras regiones”, explica.

Los retos hacen mantener vivos a los artistas, quienes necesitan desde estímulos hasta críticas constructivas, “en mi caso, tengo una crítica drástica”, comenta entre risas, refiriéndose a Hillaris Labañino Gámez, su esposa.
“Ella me escucha atenta y luego decide si está maravilloso o fatal, pero gracias a sus consideraciones perfecciono el trabajo”, lo cual se evidencia con el Premio del Concurso provincial Lilí Martínez en 2013, cuando obtuvo el tercer lugar en Interpretación.

También alcanzó en 2015, el gran premio de Composición y el primero en Interpretación, para luego en 2016 conseguir nuevamente el premio de Composición. “Aquí también se refleja el empeño de mi padre, representante, amigos, suegros, el maestro Conrado Monier y su esposa Carmen González, recientemente fallecida, entre otros”.

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Sin dejar de ser joven

Para lograr una pieza completa se requiere de tiempo, madurez y entrega total al trabajo, “pero sin dejar de ser joven, comparto mi tiempo en pedacitos para poder atender a mis amigos y hacer lo típico de cuando tienes 24 años. De la música prefiere a Waldo Mendoza, Buena Fe, Leo Vera, Pablo Milanés, David Bisbal, Ricardo Arjona, José José… porque “además de deleitarme también aprendo para fusionar temas con otros géneros”.

“Lo más difícil es la música popular bailable cubana, aún no me atrevo a incursionar en ella, requiere de arreglos y orquestación precisos, quiero estar mejor preparado para no defraudarla…quiero, además, cantar junto con mi padre la canción Así es el amor, que compuse para ser interpretada por ambos”, confiesa.

Como romántico se caracteriza Claudio, “me encantan las melodías suaves, siento que se me va un pedazo de corazón cada vez que canto; y escuchar al público corear es llegar al éxtasis. La música te conmueve, transforma personas y situaciones”, afirma mientras aconseja a los jóvenes como él a preservar la voz, principal instrumento de trabajo, del cantante.

“Los resultados nunca llegan de inmediato, pero desanimarse y darse por vencido jamás será la actitud a asumir, todo lo contrario”, concluyó Claudio.

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