Imprimir

libro lili

Mientras multitudes de asistentes se agolpaban para comprar carteles en rebaja de Cristiano Ronaldo, Lionel Messi y otras estrellas del fútbol, la música y la moda internacional, así como agendas con año y pico de atraso y parafernálicos bolígrafos; ya en las últimas jornadas de FIL, la autora presentaba su libro en la sala Dora Alonso ante una asistencia reducida, y se me antojaba el espacio un remanso antinómico a la desbordante chatarra cultural que se rebosaba fuera de los predios.

Bajo el sello de la Editorial El Mar y la Montaña, Lilibeth nos lega un libro de cuentos infantiles que ofrece guiños a grandes obras similares de la literatura universal.

Apelando a la conocida historia -dentro de la historia- nos regala seis niñas con dones especiales, que a fuerza de empeño, como las hadas de Blancanieves, conceden sus dones para nada peculiares, pero con tristeza últimamente relegados de este mundo- a la nonata protagonista de este relato.

Luego que el padre de la bebé por nacer saliera con dos maletas a buscar lo recetado por la doctora y único calmante posible para la intranquilidad de su pequeña dentro de la barriga materna -un nombre-, comienzan a desfilar por el texto las demás artífices que complementan la narración.

Primero Sandra, quien con tesón y estrategias inteligentes puso rojas de envidia a las palabras y logró nuevamente que los habitantes de Puerto Escondido volvieran a comunicarse entre ellos y decirse cosas importantes como te amo, te necesito, pedir perdón, permiso, o desearse los buenos días.

Luego asoma la valentía, el desinterés y la generosidad de Ilia, capaz de renunciar a lo deseado por hacerle bien a un semejante.

Después, Aurora que en tiempos de superfluos alicientes,  continua con la tradición familiar materna de fabricar corazones para las personas.

Más tarde, Lucero y su obstinado empeño de secar el odiado mar que la separa de su padre, y del cual termina siendo amiga; mientras, el “Gran azul”, por la infante saber escuchar, tiende entre ella y su progenitor mensajes de cariño y aliento a través de una gaviota.

Y finalmente, Elena, curandera de los malos pensamientos mediante fábulas; y Beatriz, quien en un ejercicio de sabiduría extraordinario dedujo que aún más importante que imaginar puentes que derribaran muros y paredes, era construir trillos y veredas entre estos puentes para que la personas no se volvieran solitarias ni aisladas.

Tras conocer a seres tan especiales, no es descabellado que un padre quiera, aniden en su retoño todas estas buenas y esenciales cualidades, y entonces la niña nonata pase a ser un poco de cada una de ellas, cuando se le bautice Isabel, tomando una letra de cada uno de sus nombres.

Dice un viejo axioma que “lo que das se te devuelve”; en varias ocasiones conformé pilas de textos para regalar con títulos infantiles que me acompañaron mientras crecía. Una y otra vez, Juan ligero y el gallo encantado, de Dora Alonso, terminaban en la cima, y una y otra vez, mientras los demás libros eran cedidos, no podía desprenderme de él, hasta que finalmente en las manos de mi ahijada de nueve años, encontró refugio certero.

Hoy creo que la magia y la fantasía de Dora me han sido devueltos en Se busca un nombre, texto que ya atesoro e incorporo a lista de lecturas antes de dormir a mis futuros hijos.

En esta edición de FIL, en la que clásicos de la literatura universal y otros de nueva factura estuvieron a la mano de los lectores; mientras que otros tantos no llegaron a tiempo dejando vacíos en las presentaciones; afortunadamente, al menos para unos pocos, quedará la travesía de perdernos junto Lilibeth en la búsqueda de un nombre.

Fuente: Cubaperiodistas