arlen lopez guantesArlen, cuando retorne a La Habana, comenzará los entrenamientos para el Campeonato Nacional de Boxeo Playa Girón.

Disfrutar de las atenciones familiares, especialmente de la madre, desaparece las tensiones del boxeador guantanamero Arlen López Cardona, quien, tras más de medio año de entrenamientos y competencias, toma vacaciones en su natal Guantánamo.

Distante del cuadrilátero de la Escuela Nacional de Boxeo, el joven aprovecha la estancia en el Guaso para compartir con vecinos y amigos, con quienes -cuenta- es insuficiente el tiempo para revivir recuerdos y detallar las nuevas experiencias.

 

Cuando llega, lo primero es descansar y recuperar fuerzas, pues pasa el año entre preparación física y docencia. “Durante estos días también intercambié con la afición guantanamera, contenta de ver en vivo a sus púgiles, quienes siempre tratamos de dar lo mejor en cada evento, aunque a veces los resultados son inesperados”, comenta, y se refiere a su actuación en el recién concluido Campeonato Mundial, en Hamburgo, Alemania.

 

Como parte de la preparación para ese evento, junto a los ejercicios estuvieron los videos, el estudio de los contrarios: “Veía cómo peleaban, el estilo de asiáticos y europeos, analizaba sus debilidades”, precisa y reconoce que ello ayuda psicológicamente y da cierta ventaja, pero es fundamental andar en la lona rápido de reflejos y sin confiarse.

 

En ese campeonato, la pretensión de Arlen era el cetro dorado; ratificar el título de campeón mundial. “Al perder me sentí mal, caí ante un adversario que ya había vencido.

 

Fue injusta la decisión de los árbitros, mi entrenador y yo vimos varias veces la pelea y no concordamos con la votación, no obstante, considero que pude ser más agresivo.

 

“Debí tirar más golpes, salí a hacer una pelea limpia, nada deslucida, pero me confié. Nosotros tendremos la revancha y entonces le demostraré quién es el verdadero campeón”, comenta con rostro y tono serio.

 

De manera rápida describe las sensaciones que siente cuando compete: “Los nervios te acompañan desde el camerino, sin importar lo seguro que te sientas por lo bien que entrenaste; el nerviosismo aumenta aunque seas la primera figura y estés acostumbrado a esos combates. La adrenalina se dispara, pero disfrutas cuando entras al auditorium, camino al cuadrilátero y ves a la multitud exaltada, aplaudiendo. Es maravilloso, son de los momentos inolvidables que me llevaré cuando llegue el retiro”.

 

También -comenta- disfruta del público emocionado por cada golpe bien ubicado y, “cuando ganas celebras el triunfo, cuando pierdes te llevas el consuelo de haberlo dado todo representando a tu país”.

 

En las esquinas, entre asaltos, los entrenadores los animan y precisan dónde están fallando, “entonces aumenta el cansancio, que se une con las luces, las voces del entrenador, el choque de miradas con el rival. Ese es el momento de las indicaciones, en poco tiempo tienes que lidiar con todo, recuperar fuerzas, oír consejos, no pensar en nada y concentrarte”.

 

Explica que el trabajo de los entrenadores en las esquinas es difícil y delicado, pues son los encargados de levantar el ánimo si estás perdiendo y de llenarte de más confianza para rematar y ganar, “directivos y atletas desconocemos si vas arriba en la puntuación, eso solo lo sabes al final, cuando el árbitro levanta la mano del vencedor. En el campeonato pensé que iba bien y por ello me confié”, reitera.

 

Las derrotas implican analizar a fondo qué falló, tanto en lo técnico-táctico como psicológico, para mejorar en siguientes compromisos. “Debemos estar fortalecidos mentalmente para ser capaces de reponernos sin permitir que la amargura nos asfixie. Se necesita mucha confianza y fortaleza para enfrentar situaciones como esas, ser capaces de levantarse otra vez, sin que afecte la carrera deportiva”, señala mientras agradece el apoyo de los entrenadores y la familia, en especial su madre -Reina Cardona Bonne-, que según refiere, influye en el 50 por ciento de sus logros.

 

Los cubanos -precisa- estuvieron motivados, sin duda, por la trayectoria durante el año, lo que los pronosticaba como campeones, “el equipo es grande, es el buque insignia que siempre pondrá en alto a Cuba”.

 

Nueva etapa

 

Arlen, cuando retorne a La Habana, comenzará los entrenamientos para el Campeonato Nacional de Boxeo Playa Girón, uno de los eventos más importantes del deporte de los puños. “Iniciaré esa etapa más concentrado en la preparación, deseo cerrar bien el año, con una medalla de oro para Guantánamo”.

 

El rigor y la calidad de los púgiles caracteriza a ese torneo, donde se dan a conocer nuevas figuras, mientras otras tratan de ratificar los títulos.

 

“Hay buenos contrarios, con anhelos, también, de representar a Cuba en la arena internacional, y eso me hace más exigente conmigo mismo, sin dar margen a los errores, y dejando atrás lo sucedido en el mundial”, explica, quien a los 24 años es oro olímpico, mundial, panamericano y centroamericano, además de monarca en la IV Serie Mundial de 2013-2014, celebrada en Astaná, Kazajastán. Ostenta, igualmente, el Guante de Oro, reconocimiento a su destacada trayectoria como pugilista.

 

Para el nuevo año asegura que se enfocará en los venideros Juegos Centroamericanos y del Caribe, pues anhela continuar cosechando logros y mantenerse en la élite mundial. “Tengo confianza en ser el mismo de siempre, con el estilo ambidextro, de potentes jabs, que tanto le gusta a la afición”.

 

Aunque se le escapó la corona mundial, Arlen asegura sentirse en condiciones para retomar los títulos y enfrentarse a sus más enconados contrarios: el entrenamiento y él.

“El único que puede impedir el buen desempeño y la victoria es uno mismo. A los entrenamientos dedicaré todo el tiempo, pues el sacrificio se recompensa en el ring”.

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