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20180618 636649412596145926 20180618175814 kaKG U45197115789gOF 980x554MundoDeportivo WebBélgica cumplió las expectativas y acabó goleando a una selección panameña que mantuvo el tipo durante más de una hora pero acabó rendida a la evidencia, a la lógica que muestra la diferencia entre dos equipos que viven una realidad absolutamente diferente. El estreno de Panamá fue triste en el marcador… Pero debe considerarse positivo en las sensaciones.

Capaz de dejar por el camino en la clasificación a Estados Unidos, Panamá sucede en Rusia a Trinidad y Tobago en un debut mundialista. Los Soca Warriors se presentaron en el de 2006, en Alemania, y de entrada arrancaron un meritorio empate sin goles ante la Suecia de Ibrahimovic, Larsson, Ljungberg o Svensson. Una presentación a la que siguió sendas derrotas (0-2) frente Inglaterra y Paraguay que cerró su primer, y hasta hoy, única participación mundialista.

Al cabo de 12 años la Marea Roja llegó a Rusia de la mano del Hernán “Bolillo” Gómez con la consideración de Cenicienta en un grupo en el que tras Bélgica deberá enfrentar a Inglaterra y Túnez, con utópicas esperanzas de alcanzar los octavos de final y más centrada en presentar una buena imagen al mundo del fútbol.

De este estreno ante los Diablos Rojos no podía en buena lógica esperarse mucho más de lo que finalmente ocurrió. Como Brasil ante Suiza, Bélgica apareció en el campo como un ciclón y en apenas un cuarto de hora de partido había disfrutado de hasta cuatro llegadas con peligro… Pero a medida que avanzaron los minutos la presión belga fue aminorándose en la misma medida que crecía la confianza panameña.

Así, apretando los dientes, alcanzó el descanso Panamá con el 0-0 inicial en el marcador y soñando con convertirse en la gran sorpresa de la primera semana del Mundial. Hasta que, apenas comenzada la segunda mitad, Mertens le devolvió a la tierra.

CAMBIO DE ESCENARIO

Una volea cruzada soberbia, antes de llegarse al segundo minuto del segundo acto, significó el primer gol del partido, el 1-0 para los belgas, y a partir de ahí, poco a poco, la resistencia panameña fue disminuyendo. Tal como la solvencia defensiva y el aguante de un centro del campo incapaz de frenar a Hazard, De Bruyne y Witsel.

El equipo del catalán Robert Martínez aumentó la intensidad y velocidad de circulación en su juego y en apenas seis minutos convirtió una ajustada y discreta victoria en una goleada, no brillante pero sí solvente.

Bárcenas y Murillo tuvieron la ocasión de devolver la ilusión a Panamá con el cambio de escenario, estirándose el equipo en busca de ese empate milagroso… que de manera indiscutible abría la puerta a más y mejores oportunidades de los belgas. Así fue.

Lukaku por duplicado, primero rematando un excelso centro de De Bruyne y después escapándose tras el pase profundo de Hazard para batir en su salida a Jaime Penedo, anotó su doblete particular y Bélgica cumplió, sin estridencias, con la lógica.