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18 Messi ReutersMedios argentinos de prestigio lo anunciaban en su país a la hora de comer. Indigestión general. Leo Messi había comunicado a Lionel Scaloni, entrenador interino de la albiceleste en sustitución de Jorge Sampaoli, que no acudirá a los amistosos contra Guatemala, Colombia y Brasil que se disputarán antes de acabar el año, es decir, que el azulgrana no vestirá la camiseta de su selección como mínimo hasta el 2019.

Hay dos maneras de tomarse el anuncio desde la perspectiva de sus paisanos, con comprensión o con dramatismo.

La primera opción pasa por interpretar que Messi necesita un descanso después de la presión a la que se vio sometido en el pasado Mundial, agravada por la eliminación ante Francia en octavos de final y por la pésima imagen ofrecida por el fútbol argentino, con Sampaoli nervioso en la banda hasta alcanzar la histeria y Maradona desmayándose en el antepalco. 

Otra opción más pesimista pasa por entender que Messi se está preparando el terreno para anunciar su adiós definitivo de la albiceleste o al menos que está meditando seriamente dar el paso pero necesita unos meses de reflexión. Sólo Messi sabe lo que pasa en estos momentos por su cabeza. Respecto a sus planes con Argentina permanece mudo desde que acabó para él el Mundial de Rusia. El astro tiene 31 años. Javier Mascherano (34) y Biglia (32) ya dijeron adiós.

No es la primera vez que Messi atraviesa un periodo de dudas respecto a su continuidad en el combinado nacional. Hubo de hecho un precedente mucho peor desde la perspectiva de los intereses de Argentina. 

Minutos después de caer en la final de la Copa América del 2016 ante Chile en la tanda de penaltis el futbolista, con los ojos llorosos, dijo lo siguiente: «Para mí se terminó la selección. Ya lo intenté mucho, me duele no ser campeón con Argentina y me voy sin lograrlo». Se trataba de la cuarta final que Messi perdía con Argentina, sumando tres Copas América (2007 contra Brasil y las ediciones de 2015 y 2016 frente a Chile) y la más traumática en la prórroga de la final del Mundial ante Alemania en el 2014.

«Son cuatro finales las que me tocó perder, tres seguidas. Es increíble, pero no se nos da. Hoy nos pasó otra vez y otra vez en los penaltis», lamentó. Meses después de aquella depresión fugaz el crack del Barça, para tristeza indisimulada de muchos barcelonistas que consideran que su selección le atormenta más que le beneficia, reingresó en la albiceleste. Su papel en el Mundial de Rusia, gris en consonancia con el de toda la representación argentina, plantea la duda de si no habría sido mejor no regresar.

Es posible también que Messi esté a la espera de conocer quién será el próximo entrenador de la selección, decisión que debe tomar Claudio Chiqui Tapia, presidente de la AFA, que se ha dado unos seis meses para elegir. Pocos candidatos quedan después de la colección de entrenadores que han pasado por ahí hasta entrar en combustión desnortados por su propia incapacidad o por la presión de un país que vive enfermizamente el fútbol. 

En los últimos 14 años han sido nueve, cifra que describe sin más explicaciones la poca solidez de la selección argentina como proyecto creíble. Los últimos han sido Marcelo Bielsa, José Pékerman, Alfio Basile, Diego Armando Maradona, Sergio Batista, Alejandro Sabella, Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli.

El próximo objetivo oficial es de nuevo la Copa América a disputar en Brasil en el 2019. Tapia hace esfuerzos hace semanas por advertir que la gente deje de dar como favorita a Argentina. Si no la juega Leo Messi el presidente de la AFA no tendrá ni que esforzarse.