Imprimir

ataques sonicosExpertos médicos e ingenieros son aún escépticos acerca de las afirmaciones del gobierno estadounidense sobre una posible arma acústica generando enfermedades entre sus diplomáticos en Cuba y China, y algunos dicen que la causa de sus vagos y más bien comunes síntomas probablemente sea algo más ordinario.

La pasada semana, el Departamento de Estado emitió una “alerta de salud” para personas que viajen a China, luego de evacuar a empleados de su consulado en la meridional ciudad de Guangzhou. La alerta contenía una advertencia acerca de “inusuales, inexplicados síntomas físicos o eventos, fenómenos auditivos o sensoriales”, incluidos dolores de cabeza, fatiga, mareo, problemas de audición o visión, o ruido en los oídos.

Malestares similares afectaron a 21 diplomáticos en Cuba en los últimos dos años, según un reporte médico publicado en marzo. La tercera parte de ellos afirmaba haber escuchado extraños zumbidos en los alrededores antes de que sus síntomas aparecieran.

La alegada enfermedad llevó al senador Marco Rubio y otros legisladores a preguntar si Cuba o Rusia estaban detrás de algún tipo de ataque encubierto. El gobierno estadounidense recortó su personal en la embajada de La Habana, emitió una alerta de viajes a Cuba, y expulsó a 17 diplomáticos cubanos de Estados Unidos.

A fines de mayo último, el secretario de Estado, Mike Pompeo, informó que dos diplomáticos en China habían reportado el mismo tipo de enfermedad “totalmente consistente” con los casos anteriores en Cuba, y prontamente el departamento a su cargo creó un grupo de trabajo con los de Salud y Servicios Sociales y Energía para investigar los incidentes.

Días después, Washington le informó a la cancillería cubana que otra diplomática había “reportado síntomas como resultado de ‘sonidos indefinidos’ en su lugar de residencia”.

Pero los expertos están indecisos en definir que la causa de las misteriosas afecciones sea un perverso complot.

“No hay datos, no se puede hacer nada”, dijo Kevin Fu, ingeniero de la Universidad de Michigan, quien lideró un equipo que en marzo pasado sugirió el malfuncionamiento de dispositivos de escucha como origen de los sonidos agudos descritos por algunos de los diplomáticos afectados en La Habana.

Pero Fu no sabe qué se puede hacer ante los nuevos casos en China, dado que los reportados en Cuba al menos aportaron algunas grabaciones de sonido para analizar. “Nadie ha proporcionado evidencia científica alguna en relación con los incidentes en China para analizar o replicar”, afirmó.

El científico consideró que el Congreso debió pedir hace mucho a la Academia Nacional de Ingeniería investigar los casos y determinar posibles causas.

Sobre los casos en Cuba y China pende el estigma que rodea a cualquier enfermedad que pudiera tener en parte una explicación sicológica.

Como Cuba, China ha sido una zona de alta presión diplomática bajo la administración Trump, con los diplomáticos estadounidenses afrontando el estrés de una posible guerra comercial o un conflicto en torno a las bases militares en el Mar de la China Meridional.

Pero tanto el Departamento de Estado como el jefe del equipo de la Universidad de Pensilvania que elaboró el reporte médico han rechazado cualquier sugerencia de causa siológica, y este último afirma no haber visto señales de que los diplomáticos estuvieran fingiendo la enfermedad.

Expertos en acústica, no obstante, siguen insistiendo en que un dispositivo sónico no podría provocar las lesiones reportadas en Cuba y China, pues se necesitarían enormes altavoces que sería muy difícil ocultar. Los sonidos en frecuencias audibles no causan daños de largo plazo al sistema nervioso, y los tres diplomáticos que experimentaron pérdida de audición en Cuba no tenían la rotura de tímpano que se espera provoque un sonido violentamente alto.

El reporte del equipo médico de Pensilvania ha recibido fuertes críticas, además, por caracterizar las lesiones reportadas en algunos diplomáticos como “síndrome similar a la conmoción”. El estudio “presentó evidencia demasiado poco convincente que apoye la existencia de daño cerebral”, dijo a BuzzFeed News vía correo electrónico el neurólogo Sergio Della Sala, de la Universidad de Edimburgo.

Un comentario de Christopher Muth, editor asociado del Journal of the American Medical Association, y del neurólogo Steven Lewis, que acompañó el reporte salido de la Universidad de Pensilvania, expone un rango de explicaciones alternativas para las afecciones de los diplomáticos.

El veneno parece improbable, dijeron ambos, dado que los síntomas no afectaron a otros órganos más allá del cerebro. Para ellos, los casos se asemejan a un tipo de síndrome de mareo “funcional” que causa severa discapacidad y puede ser desatado por cualquier factor, desde infecciones a angustia sicológica.

Otros concuerdan que esa pudiera ser la causa, o que el culpable podría ser aún más ordinario.

“El síndrome de síntomas que han encontrado es todo menos inusual y aparece en muchas otras situaciones clínicas luego de un evento desagradable o aterrador”, dijo el neurólogo Jon Stone, del Western Research Hospital, en Edimburgo. Estos síntomas, explicó, podrían aparecer en un pequeño porcentaje de cualquier grupo grande de personas, en cualquier momento dado.

Más de una de cada 50 personas podría ser perturbada por un “zumbido global”, por ejemplo, escuchando el sonido de una máquina funcionando a ritmo lento dondequiera que fuese.

“Mi suposición es que el gobierno estadounidense, que emplea a algunos de los mejores investigadores del  mundo, tiene ya la respuesta o tiene fuertes sospechas de cuál es, pero no lo dice por embarazo u otra razón”, opinó Glen MacPherson, un profesor de Canadá cuyo website ha seguido miles de casos autoreportados de “zumbido global”.

Cuba y algunos expertos atribuyeron el pasado año las afecciones a un caso de histeria colectiva. Y el biólogo Allen Sanborn, de la Universidad Barry, en la Florida, dijo en febrero a ProPublica que las grabaciones recogidas en La Habana “me sonaban como cigarras”. Esos insectos también se encuentran en Guangzhou, donde son un ingrediente popular en la comida callejera. Hay, incluso, una estatua dorada de una cigarra colocada frente al Centro Financiero Internacional de la ciudad.

En eventos de histeria colectiva, las personas sienten auténticos síntomas y los sufren (no están fingiendo), algo ampliamente mal caracterizado no solo en la cobertura de los casos en Cuba y China, sino también por el jefe médico del Departamento de Estado en su testimonio ante el Congreso. Malingering (hacerse el enfermo) fue, de hecho, un término estigmatizador para el desorden por estrés postraumático, aplicado a los soldados que debieron soportar largos ataques de artillería en la Primera Guerra Mundial.

“En mi opinión, el capítulo en China hace aún más improbable la posibilidad de algún tipo de ataque”, declaró a BuzzFeed el sociólogo médico Robert Bartholomew, del Botany Downs Secondary College, en Nueva Zelanda.

El experto señaló que las quejas citadas por el Departamento de Estado en el caso de China, como mareos y dolores de cabeza, están entre las más comunes en el mundo y afectan prácticamente a todos.

“Su mal manejo de este caso es una receta para que lo que llamo ‘Miedo al ataque sónico’ se expanda aún más”, afirmó.

Estados Unidos tiene casi 300 embajadas, consulados y misiones diplomáticas en todo el mundo, con miles de empleados, razonó Bartholomew. “Todas con personal que ahora está a la búsqueda de sonidos extraños y vagas sensaciones de malestar”.