f0026888

Un mandatario que propone y un Con­greso que se opone. Así ha transcurrido la presidencia de Barack Obama en Estados Uni­dos. El escenario podría volverse aún más polarizado ante la toma de posesión esta semana de un órgano legislativo mayoritariamente republicano.

Durante su primer periodo en la Casa Blanca Obama intentó trabajar de conjunto con el Capitolio, pero tuvo que enfrentar a un grupo de legisladores que pusieron sus intereses personales por encima de los deseos del pueblo estadounidense, e incluso por encima de los intereses hegemónicos del Estado.

Ahora que ni siquiera cuenta con el apoyo de la mayoría demócrata en el Senado, Oba­ma tendrá que usar sus facultades ejecutivas para hacer avanzar su agenda y cumplir las promesas pendientes.

En este contexto, el tema de las relaciones con Cuba se presenta como uno de los campos de batalla en Washington para este año.

Muchos demócratas, algunos republicanos, sectores de negocios, la opinión pública y la inmensa mayoría de los países del mun­do, apoyan el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.

Pero no habrá normalización mientras exis­ta bloqueo, y, como consecuencia de le­yes co­mo la Helms-Burton, eliminarlo depende del Congreso, lo cual podría convertir el asunto en un laberinto de votaciones.

Vale aclarar que aunque los republicanos son por lo general más conservadores, los partidos en Estados Unidos no son ideológicos sino electorales. Así, al interior de cada uno pueden coexistir varias tendencias.

Por ejemplo, entre quienes apoyaron activamente a Obama durante las negociaciones con Cuba está el senador republicano Jeff Flake. No basta saber que un legislador sea republicano o demócrata para imaginar sus posiciones.

Para ser más precisos hay que estudiarlos caso a caso. Algunas de las declaraciones que se pueden rastrear hasta el momento dan pistas sobre la guerra que se avecina.

El presidente de la Cámara de Repre­sen­tantes, John Boehner, dijo que las relaciones con Cuba “no deberían ser revisadas, mucho menos normalizadas”.

Como era de esperar, las reacciones contrarias más altisonantes fueron las de los legisladores de origen cubano, con los argumentos de rutina.

El senador Marco Rubio, uno de los posibles aspirantes a la candidatura republicana para las elecciones generales del 2016, dijo que el anuncio de Obama era una “concesión a la tiranía cubana”.

La congresista Ileana Ros-Lehtinen advirtió que “la Casa Blanca intenta normalizar las relaciones con Cuba sin la aprobación del Congreso; puede ser una violación directa de la ley Helms-Burton”.

Su colega Mario Díaz-Balart dijo que “el presidente Obama no duda en apaciguar y ofrecer concesiones a una dictadura brutal que se opone a los intereses de Estados Unidos en cada oportunidad”.

Por su parte, Bob Menéndez, también de origen cubano aunque demócrata, declaró en una entrevista reciente con CNN que cree difícil la aprobación por parte del Senado de un futuro embajador para La Habana.

Con el paso del Congreso a manos republicanas Menéndez perdió su puesto al frente del Comité de Asuntos Exteriores, aunque sigue siendo parte de él. El nuevo líder de ese grupo, Bob Corker, fue más moderado en sus declaraciones, y solo dijo que estaría “examinando de cerca” las implicaciones de la nueva política de la administración hacia Cuba.

Al interior del Congreso no solo actúan legisladores sino representantes de sectores económicos y lobbies, algunos de los cuales apoyan el avance hacia una futura normalización de las relaciones.

“La comunidad empresarial en Estados Unidos da la bienvenida al anuncio”, dijo el presidente de la Cámara de Comercio, Tho­mas J. Donohue, quien visitó La Habana el año pasado. Agregó que la apertura al diálogo y a los intercambios comerciales traerá beneficios mutuos.

Del tema cubano no solo se estará hablando en los pasillos del Capitolio, sino que ya ha empezado a formar parte de las adelantadas campañas presidenciales para las elecciones generales del 2016.

Así, el exgobernador de Florida, Jeb Bush, dijo que en lugar de levantar el bloqueo él preferiría reforzarlo.

El senador Rand Paul, uno de los líderes del Tea Party, ha expresado poco sobre el tema, pero sus posiciones en política exterior tienden a parecerse a las de su padre, el excon­gresista Ron Paul, quien se pronunció en reiteradas ocasiones contra el bloqueo.

Por su parte, la probable aspirante a la candidatura demócrata, Hillary Clinton, ha insistido en que está a favor de la normalización de las relaciones.

Mientras, habrá que seguir de cerca durante los próximos meses lo que se avizora como un año de acción en Washington.

Escribir un comentario


Código de seguridad
Refescar

feed-image RSS