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costa rica monumento 30 noviembre alzamiento

 

Aunque Costa Rica, cabecera del homónimo Consejo Popular del guantanamero municipio de El Salvador, se distingue hoy por ser uno de los principales polos productores de alimentos agropecuarios que provee a los pobladores de la gran ciudad de Guantánamo, su aval revolucionario tiene remotos antecedentes.

 

Este otrora enclave azucarero, actualmente con una población de unos seis mil habitantes, por donde cruza la línea central del ferrocarril, ha pasado a ser un símbolo del arsenal de la historia revolucionaria guantanamera, oriental y cubana, en la última y definitiva etapa de luchas por la plena independencia nacional.

 

Precisamente este 30 de noviembre de 2014 se cumplen 58 años del levantamiento de Ermita, nombre con el que era conocido entonces el central de la localidad, donde se produjo una de las más impactantes acciones, liderada por el luego Comandante del Ejército Rebelde Julio Camacho Aguilera, para apoyar el desembarco de Fidel y sus compañeros del yate Granma.

 

La acción formó parte del plan de alzamiento de Santiago de Cuba dirigido por Frank País, que sostendría la llegada de los 82 expedicionarios, coordinada entre Fidel desde México y Frank en Santiago de Cuba, para fundar el frente guerrillero, desembarque que se retrasaría por imponderables y se produjo, como se conoce, el dos de diciembre, por Playa de las Coloradas, Niquero.

 

Como Fidel dijo en general acerca del movimiento revolucionario que lideraba, también los combatientes internos de las milicias del 26 de Julio alzados del 30 de noviembre estaban decididos a ser libres o mártires, combatiendo a la tiranía batistiana, en ese año 1956.

 

La acción que se desarrolló en Ermita estuvo integrada a otras en la zona de Guantánamo, donde los trabajadores ferroviarios, del comercio y farmacéuticos fueron a la huelga, la cual los primeros mantuvieron hasta el seis de diciembre. También en Caimanera se movilizaron Luis Lara y otros compañeros.

 

Fue, sin embargo, en Ermita donde se produjo un efectivo levantamiento armado y acciones, que incluyeron la toma del cuartel y la captura de armas por los revolucionarios.

 

También incendiaron un puente ferroviario cerca de Belona, descarrilaron un tren en la vía hacia Manantiales e inutilizaron el pequeño aeropuerto que estaba cerca del ingenio, para evitar las comunicaciones y refuerzos de la dictadura hacia la capital oriental.

 

Gracias a estas enérgicas actuaciones, durante varios días la zona se mantuvo agitada, y los jóvenes y decididos combatientes no pasaron a la fase de crear allí un foco guerrillero sólo por orientación precisa de Frank País de no hacerlo, sino fortalecer el frente principal de Fidel.

 

Revolucionarios guantanameros preparados

 

Los propios combatientes han testimoniado que la organización del Movimiento Revolucionario 26 de Julio en Guantánamo era tal, que el propio Frank, tras comprobar la disposición en visitas previas, consideraba esencial su participación en los planes de insurrección elaborados para apoyar el desembarco previsto de Fidel el 30 de noviembre.

 

Varios militantes guantanameros de las células del clandestino M-26-se habían preparado en entrenamientos militares y el manejo de las armas, realizaban prácticas de tiro y estudiaron elementos de táctica, en lugares próximos a la comunidad de la Tinta en Maisí y la finca Montesano, de Camacho, contando incluso con la colaboración de instructores de la Policía Nacional, que renunciaron a ella tras el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.

 

Según los testimonios, a mediados del mes de junio del año 1956, Frank, conjuntamente con Léster Rodríguez, Félix Pena, Fabio Rosell y Leonidas Velásquez Jerónimo, entre otros, se trasladó hacia La Habana. Los lugares visitados en la capital incluyeron la fundición de Raúl Rodríguez, en Regla, allí les fueron mostrados algunos cascos de granada y la forma en que los hacían.

 

Tras la visita a La Habana, Velásquez recibió la misión de producir cascos de granada en el taller de Castelló, situado en la Avenida y el 8 oeste, en la ciudad de Guantánamo, fabricó algunos allí y, con ayuda de Rolando Mengana (Tato), hizo otros en el central Ermita. En compañía de Asdrúbal López también realizó algunos viajes a dicha industria para cumplir similar tarea.

 

Los primeros cascos se fundieron en Beneficencia entre Paseo y Uno Norte. Las planillas las confeccionaba Félix, hermano de Leonides Velásquez. Posteriormente se instaló otra fábrica en la casa de Guillermo García (Bolita), específicamente en la panadería, propiedad de éste ubicada en Máximo Gómez y Dos Sur, donde se almacenaron los cascos y mecanismos, y de ahí se transportaban hacia Santiago de Cuba. Todo este material se destinó al alzamiento del 30 de noviembre en Santiago de Cuba.

 

Pero los preparativos para el levantamiento no sólo incluyeron el aspecto propiamente militar, sino que también se concibió la organización y ejecución de una huelga general, como complemento de las acciones combativas que se desarrollarían. La huelga en cuestión tuvo como máximo promotor al dirigente sindical Antonio Torres (Ñico), cuyos conocimientos sobre el movimiento obrero y sus experiencias en el sector ferroviario se tomaron en cuenta.

 

Las misiones en los hechos

 

De acuerdo con la historiografía sobre el tema, desde el 29 de noviembre comenzó el acuartelamiento en diversas casas conspirativas escogidas al efecto, a disposición de los principales jefes de las acciones armadas: Demetrio Montseny, en Jamaica; Julio Camacho Aguilera, en Ermita, y Octavio Louit, en Guantánamo.

 

Los grupos comprometidos en el levantamiento debían esperar las señas que se enviarían a través de la emisora CMKC, de Santiago de Cuba, la cual sería ocupada por un comando del M–26–7 el día 30 por la mañana.

 

En la zona de Ermita, las fuerzas revolucionarias se dividirían en varios grupos o comandos, el primero de los cuales debía destruir el puente de Belona, descarrilar una locomotora, cortar las comunicaciones entre Santiago de Cuba y Guantánamo, requisar las armas que se pudieran y tomar una pequeña pista de aterrizaje de avionetas de los propietarios de la fabrica de azúcar, a la vez que ocupar la camioneta de un comerciante del central.

 

El segundo grupo, bajo la jefatura de Heriberto Iríbar y Luis Viscay, debía ocupar el puesto de la guardia rural (cinco hombres), el jeep de los norteamericanos, requisar armas entre los vecinos que la poseyeran y realizar labores de agitación al exhortar a los trabajadores a huelga. Camacho, además de coordinar toda la acción, se responsabilizaba directamente con otro pequeño grupo de apoderarse del taller de reparaciones del central.

Iniciando la ejecución del plan fue quemado el puente de Belona, mientras Arnoldo García corta las comunicaciones telegráficas hacia San Luis y Santiago de Cuba, al retorno se unen al segundo grupo que se encontraba en el batey del central y había ocupado el jeep y desarmado a los guardias. También ocuparon el puesto de la guardia rural, donde se apoderaron de las armas del lugar.

 

Ambos grupos integrados en uno se encaminan al este del central, hacia el lugar conocido como Manantial, donde descarrilan un tren cargado de ganado, y con ulterioridad ocupan la camioneta del comerciante Isidoro Ruiz Abad y cortan el tendido eléctrico y telefónico, requisan armas y gasolina, y toman el control de la pequeña pista de aterrizaje de aviones.

 

Concluidas estas acciones, los combatientes se concentran en la casa de Turcaz, donde Camacho explica los resultados satisfactorios de las mismas y ordena marchar hacia la Sierra Canasta hasta nuevas orientaciones. En total 32 combatientes y 12 colaboradores habían intervenido en el desarrollo de los acontecimientos que se produjeron en el central Ermita el día 30 de noviembre.

 

Por su parte, en Guantánamo la preparación y el desarrollo de la huelga obrera, organizada meticulosamente por Antonio Ñico Torres y Leovigildo Cosa, asesorados por Gustavo Fraga, resultó ampliamente favorable a los planes, en tanto fue abarcador y llegó a paralizar casi completamente la vida económica de la urbe guantanamera.

 

También se han señalado fallas en estas acciones, tales como que no se produjo la toma de la emisora y quedaron inutilizados por la humedad del túnel en que se ocultaron, en la casa de Leopoldo Correa, del barrio de San Justo, los cartuchos de escopeta calibre 12:16, y por tanto no se pudo disponer de ellos para acciones armadas previstas.

 

Igualmente tampoco se cumplieron otras misiones, como las de los grupos de Octavio Louit y Demetrio Montseny de atacar la jefatura de la policía de Guantánamo y el Cuartel de Jamaica, respectivamente.

Más tarde, muchos actores del 30 de noviembre fueron juzgados en Santiago de Cuba, en cuyo juzgado se encontraron con Frank País, lo cual constituyó acicate para que ellos prosiguieran la lucha, se incorporaran luego  al Segundo Frente Oriental y sellaran para siempre su compromiso patriótico.

 

Enseñanzas y utilidad de recordar en Ermita

 

No obstante, los resultados de los sucesos del 30 noviembre de 1956 representaron una verdadera prueba para todo el movimiento, fundamentalmente en acumulación de experiencia de lucha armada en condiciones de clandestinidad, y tienen valores que trascienden el tiempo.

 

A la vuelta de más de media centuria de aquellos acontecimientos, al evaluarlos a través del tiempo, ante la realidad actual y reclamar la necesidad y utilidad de que las nuevas generaciones conozcan estas particularidades, Julio Camacho Aguilera ha declarado:

 

“La mayor satisfacción es ver que pese a todo el esfuerzo que hace el enemigo que tenemos para dificultar el avance de la revolución, esta no solo ha avanzado hasta aquí, sino que sigue avanzando en los grandes conceptos de cómo debe vivir el ser humano, de recibir los beneficios del desarrollo de la ciencia, de la cultura porque esa es la base grande de nuestro proceso revolucionario”.

 

Por eso, el pueblo del actual Costa Rica celebra este 30 de noviembre de 2014, junto a los visitantes héroes del alzamiento del 30 de noviembre de 1956, no sólo los 58 años de aquel atrevido y victorioso levantamiento en armas, sino las conquistas que ha venido logrando en el proceso de transformaciones de esa localidad.

 

La obra revolucionaria es realidad en Costa Rica, que dejó de ser un sitio azucarero desde 2002 con la desactivación del ingenio, para convertirse en una comunidad diversificadamente productiva de producciones agropecuarias, de enorme importancia para la alimentación del pueblo, con destino principal para la ciudad de Guantánamo.

 

Con el amparo estatal los costarricenses se alzaron también en su momento contra los estragos del huracán Sandy, cuyos sus fuertes vientos destrozaron árboles, postes e instituciones, y dañaron 643 viviendas, de ellas ocho derrumbadas totalmente, y recuperaron de inmediato el servicio eléctrico y las telecomunicaciones, y volvieron a echar a andar la fábrica de pastas y habilitaron su consultorio del Médico de la Familia.

 

Para la celebración del aniversario 58 el poblado se acicala e higieniza, a la vez que impulsan el cumplimiento de las tareas relacionadas con el cultivo de la caña para la ya cercana y las futuras campañas azucareras guantanameras y otras tareas económicas y sociales.

 

Es el ejemplo del levantamiento de Ermita el 30 de noviembre de 1956 que, como tributo constante y permanente, sigue presente allí, donde la historia parió aquel día las hazañas de hoy.