Imprimir


ciro frías mejorDesde la Sierra Maestra, con fecha 14 de marzo de 1958, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz suscribió un llamamiento a los trabajadores cubanos en el que convocó “a cerrar filas tras la consigna de huelga general, lanzarse a la lucha por encima de banderas políticas o rivalidades personales que no deben empañar con actitudes egoístas esta hora hermosa de Cuba”.

En horas de la mañana del 9 de abril del propio año, en varias emisoras de radio nacionales se escucharon simultáneamente las notas del Himno Invasor con la siguiente arenga:

“Atención, cubanos, es el 26 de Julio, llamando a la Huelga General revolucionaria. Hoy es el día de la libertad. Día de la huelga general revolucionaria. Adelante, cubanos, desde este momento se comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la Dictadura”.

A partir de ese momento, en toda Cuba se abrieron varios frentes de batalla en los campos y ciudades.

Entre los revolucionarios que participaron en las principales acciones de apoyo a la huelga general, se destacó el capitán Ciro Frías Cabrera, jefe del pelotón número tres de la Columna 6 que operaba en la zona de Yateras-Baracoa, en los predios del Segundo Frente Oriental Frank País García.

Dos días antes, por encomienda del Comandante Raúl Castro Ruz, jefe del frente guerrillero, Ciro asumió el 7 de abril de 1958 la misión de encabezar la compañía E, en el momento en que se preparaba el primer ataque al cuartel de la tiranía en el poblado de Imías, ubicado en la costa sureste de la antigua provincia de Oriente.

En la madrugada del día 9, Ciro ordenó que las fuerzas se dividieran en tres grupos. El suyo atacó por el frente. Tras largas horas de intenso tiroteo, el intrépido capitán mandó a quemar una casa situada al costado del cuartel imiense.

Después de fallidos intentos de forzar la resistencia enemiga, se multiplicaron los disparos de ambos bandos, mientras Ciro avanzó disparando a los soldados muy cerca de sus posiciones. A viva voz gritó repetidas veces: “¡Ríndanse! ¡Ríndanse!”.

Una bala enemiga penetró el pecho de Ciro seccionándole la aorta, desplomándose moribundo al pie de un guayacán, no sin antes lanzar la última orden: “¡Quemen el cuartel!”.

Siempre en la primera línea de combate

Ciro Frías Cabrera había nacido el 10 de diciembre de 1928 en Bayamo. Fue uno de los primeros campesinos que se unió al Ejército Rebelde cuando ya era un hombre de 29 años, casado y con tres hijos. Sirvió de enlace y condujo el segundo grupo de hombres procedentes de Manzanillo que se articularon en las filas guerrilleras.

Su bautismo de fuego transcurrió en el combate de Altos de Espinosa donde las fuerzas encabezadas por Fidel evadieron el cerco del ejército, tropa de la tiranía guiada por el traidor Eutimio Guerra, quien después fue capturado por una patrulla al mando de Juan Almeida y tuvo su merecido.

En el asalto al cuartel del Uvero, Ciro se ganó los grados de capitán. Durante los meses siguientes se forjó como guerrillero al combatir en el central Estrada Palma bajo las órdenes de Guillermo García. En Palma Mocha avanzó en medio de las balas para recoger las armas de varios compañeros caídos.

A pesar de ser un hombre de pocos conocimientos, su mochila siempre iba cargada de libros. En los pocos momentos de ocio, Ciro leía obras de José Martí y escribía cartas a sus hijos.

Dirigido por Raúl participó con su escuadra en el cumplimiento de peligrosas misiones. Por su arrojo y prestigio fue uno de los fundadores del Segundo Frente Oriental Frank País.

El 14 de noviembre de 1958, fuerzas rebeldes de las columnas 6 y 8, al mando de los comandantes Efigenio Amejeiras y Félix Pena, liberaron finalmente a Imías en una operación denominada Ciro Frías Cabrera, en merecido homenaje al bravo jefe guerrillero, cuya hidalguía germinó en el espíritu revolucionario de aquellos que continuaron la lucha hasta el triunfo definitivo del primero de enero de 1959.