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guantanamo playita de cajobabo 01Monumento de Playita de Cajobabo, en Imías.Para ser mejor pionero en cuarto, quinto y sexto grados en mi escuela Camilo Cienfuegos Gorriarán, en el municipio de Imías, teníamos que obtener buenos resultados académicos, no ausentarse, ser disciplinados, cumplir la recogida de materias primas y participar en actividades culturales y deportivas del centro.

El premio mayor era caminar cerca de cuatro kilómetros, por un terraplén flanqueado por poca vegetación, desde El Salao, donde estaba mi primaria multigrado, hasta Pozanco, sitio donde una tarja marca el sexto campamento de José Martí por las tierras imienses, después de su desembarco en Playita de Cajobabo, el 11 de abril de 1895.

El estímulo involucraba a pioneros, maestros y a la familia; todos, entusiasmados, acompañaban a “la tropa”, para terminar en una limpieza del lugar histórico, la realización de una caldosa fruto del aporte colectivo y el esperado baño en el río.

Era una manera atractiva de conocer la historia local, de fomentar en los estudiantes valores de solidaridad, responsabilidad, unidad y de conservación de sitios emblemáticos, un sencillo ejemplo de cuánto se puede hacer con el fin de preservar el patrimonio material.

Esos sitios son invaluables para el crecer patriótico y son escenarios ideales para ceremonias y entrega de carnets de ingreso a organizaciones revolucionarias, para estimular a estudiantes o trabajadores; hacer matutinos especiales u otro tipo de actividad, que realcen el valor de esos espacios. Tienen en sí mismos valores que impelen a mantenerlos en estado tal que sirvan permanentemente a los más nobles fines.

Reciente informe de la Oficina de Monumentos, Sitios Históricos y el Consejo para el desarrollo de la escultura monumentaria y ambiental (Codema) en la provincia, da cuenta de afectaciones a las ruinas de 31 cafetales franceses en territorio guantanamero, los cuales poseen el reconocimiento de la de Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura como Patrimonio de la Humanidad.

Subraya también el documento la necesidad de rehabilitación de algunas de las tarjas que marcan la ruta del Apóstol por tierras guantanameras, entre ellos” el Monumento Nacional de Playita de Cajobabo urgido de restauración capital”, afirma.

Entre los problemas que marcan el deterioro de los simbólicos lugares están la alta vulnerabilidad ante fenómenos naturales y el cambio climático; insuficiente presupuesto para la conservación del patrimonio, ausencia de mantenimiento y la carencia de atención social a los valores patrimoniales, según la misma fuente.

Guantánamo destina parte del presupuesto de las direcciones municipales de Cultura y del uno por ciento de la contribución territorial a la recuperación y preservación del patrimonio material, se indica, pero al parecer la cuantía no es suficiente para afrontar las demandas relacionadas con el tema.

En Guantánamo existen 63 monumentos con declaraciones entre Patrimonio de la Humanidad, Monumento Nacional, Monumento local, Zona de Protección y Patrimonio Cultural de la Nación.

Cuenta, además, con 276 construcciones conmemorativas, las cuáles rememoran una personalidad o un hecho histórico y también los que con un fin ornamental otorgan una determinada significación al entorno donde se encuentran.

La existencia de tan amplio universo de sitios que recuerdan personajes y momentos de la historia local es razón suficiente para ir a las buenas prácticas atesoradas en mis recuerdos escolares y movilizar a la atención a tarjas como las del campamento martiano en Pozanco, donde también las organizaciones políticas y de masas tienen mucho que hacer.

El espacio y las oportunidades se abren al Movimiento de Pioneros Exploradores, jóvenes estudiantes y trabajadores, combatientes, para todos en general, con el fin de crecer en el conocimiento de la historia, fortalecer los valores identitarios, elevar la educación patriótica y la formación política y contribuir a ser mejores cubanos y revolucionarios.

Conservar y preservar el patrimonio histórico es responsabilidad de todos y fomentar en las nuevas generaciones estos hábitos una tarea alcanzable. Contribuir en el cuidado de monumentos es mantener ese respeto que nos define como guardianes del legado que hemos recibido.