El plan consistía en dos acciones simultáneas: el asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj, esta última dirigida por José Antonio con la misión de leer una alocución explicando los objetivos del ataque, divulgar la noticia de que había sido ejecutado el dictador y llamar a la lucha.
Alrededor de 35 hombres, ametralladora en mano, entraron al Palacio y en pocos minutos estaban en el despacho de Batista, quien escapó por una puerta secreta del inmueble hacia la azotea, desde donde la guarnición hizo blanco fácil sobre los atacantes y varios resultaron muertos.
La situación se volvió comprometida para los revolucionarios al no aparecer el grupo de refuerzo, por lo que los sobrevivientes solo pudieron escapar bajo una lluvia de proyectiles y escabullirse en las calles aledañas.
Mientras, en el otro extremo de la ciudad José Antonio Echeverría junto a su grupo tomaron Radio Reloj: entraron en la cabina de transmisión, desde donde el líder estudiantil conminó al locutor a leer las informaciones que anunciaban el asalto al Palacio Presidencial y la presunta sublevación de militares opuestos al régimen.
De inmediato, el propio presidente de la FEU dio a conocer la histórica proclama que fue cortada en sus inicios, aunque logró decir lo principal: “Pueblo de Cuba… En estos momentos acaba de ser ajusticiado revolucionariamente el dictador Fulgencio Batista (…).”.
Al cumplir esta parte, Echeverría abordó su auto para dirigirse a la Universidad, pero tuvo un encuentro con un patrullero, y se estableció un intercambio de disparos, ocasionando la muerte del líder.
José Antonio Echeverría honró su compromiso con su propia vida y la de sus compañeros aquel 13 de marzo de 1957, demostrando que el asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj no fueron acciones aisladas; sino la muestra de que existía la decisión de luchar con honor como antes lo había hecho la Generación del Centenario durante los sucesos del asalto al cuartel Moncada, en el oriente cubano.