Imprimir

silvio laffitaSilvio Laffita Pelegrín, especialista del departamento de Ingeniería, de la Empresa provincial de Acueductos y Alcantarillados en Guantánamo. Foto: de la autora

Periodo lluvioso y la ciudad en plena sequía. Y una de las duras. “La más grave que recuerdo”, me dice con el peso de los años y tres décadas de experiencia Silvio Laffita Pelegrín, especialista del departamento de Ingeniería, de la Empresa provincial de Acueductos y Alcantarillados en Guantánamo.

En los últimos tiempos, por añadidura, está a cargo del abasto de agua a la población y eso lo convierte en uno de los hombres más buscados y cuestionados de toda esta planicie, cuando parece que las corrientes, literalmente, empiezan a volver a su nivel, aunque, experto al fin, prefiere no cantar victoria.

Han sido momentos duros, estos de la sequía. ¿Cuándo comenzó a sentirse realmente en el abasto?

Yo pongo ese momento en mayo. Todavía no se habían afectado los ciclos de distribución del agua a la población, pero se empezaron a resentir los embalses y el agua a llegar con poca fuerza, sobre todo, a los sitios más altos de la ciudad.

Pero los peores tiempos llegaron en agosto. Se decidió no entregar al sistema más agua que la que entraba a la presa Faustino Pérez y llegamos a trabajar con solo 400 litros por segundo (l/s), de mil 200 que da normalmente para abastecer al 75 por ciento de la ciudad. Eso fue cuando el embalse bajó a tres millones de metros cúbicos.

¿Cómo se han comportado los ciclos de distribución? ¿Cuál es el actual?

Pasamos de días alternos, a distribuir agua cada tres días, excepto en San Justo, que ya tenía un esquema de cuatro. Luego el ciclo comenzó a ser de siete días, y cuando se podía se reducía en el centro histórico de la ciudad. Desde el 23 de agosto, bajaron a cuatro días.

Pero eso no se ha informado a la población, que vive un gran desasosiego aunque, al mismo tiempo, advierte cierto alivio en los últimos días.

Nosotros informamos cuando subió a tres y a siete días, pero no hemos actualizado la información. Hoy, es bueno decirlo, las cosas han mejorado ostensiblemente. La Faustino acumula unos siete millones de metros cúbicos (m3), de 26 m3 posibles, y entrega 700 l/s.

Pero también impacta positivamente el trasiego de agua desde el Acueducto Guanta al centro de la ciudad, el bombeo desde el río Bano que beneficia, sobre todo, al reparto Caribe, y la puesta en marcha de la Estación de bombeo de Montgomery que alivia el desabastecimiento en San Justo.

Un indicador claro de esa mejoría es que, ahora mismo, ya no se está tirando agua en pipas a la población conectada a las redes de acueducto, cuando en un momento llegamos a distribuirle a más de 96 mil personas.

Las quejas, que antes se acumulaban, han disminuido drásticamente, el líquido ha ganado en fuerza y ya llega a los niveles más altos de las viviendas. Los llenaderos, por su parte, operan de forma normal, pues en los peores tiempos de sequía las pipas, tractores, y carretas con tanques hacían cola.

Y se aliviará todavía más cuando empiece a funcionar el bombeo que alimentará la conductora del Acueducto Guaso con el agua del canal magistral de Camarones, proveniente de la presa Jaibo, la segunda más grande de la provincia y con cobertura para casi dos años.

Es cierto que hay mucha inquietud. En agosto, zonas del centro y el norte de la ciudad cabecera se pasaron hasta 12 días sin que le entrara agua, en parte por la sequía, pero también por una rotura debajo del puente de Barceló, por donde se estaban perdiendo 150 l/s de los 400 que estaba dando la presa.

¿Quiere decir que no volverán las quejas de personas que aseguran que el agua llegaba a sus circuitos, pero no a sus casas?

Estamos en mejores condiciones, sobre todo, por las lluvias de los últimos días, incluso antes de la tormenta tropical Érika, que benefició sobre todo a La Yaya (32 por ciento) y Jaibo (56 por ciento), no así a la Faustino Pérez (26 por ciento). Pero todo depende del manejo del agua que seamos capaces de hacer, del ahorro y de las precipitaciones en lo adelante.

Pero, ahora mismo, esa queja no debe aparecer.

¿Cuáles son los horarios de distribución? Esa es otra pregunta al día entre la gente

En general, se distribuye durante 12 horas. A los circuitos del Centro de la ciudad, y Centro bajo -de Moncada a Oriente-, llega desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, mientras que al Norte, Caribe y Oeste, de seis de la tarde a esa misma hora de la mañana. Solo San Justo la recibe desde cuatro de la madrugada hasta el mediodía.

Sin embargo, hay cuadras a las que no se les va el agua…

Eso ocurre cuando las acometidas de las casas están conectadas directamente a las conductoras y no a una segunda tubería para la distribución, como se hizo en el sur y se acometerá en las inversiones venideras. Ocurre, por ejemplo, en la calle 9 Norte, Pedro A. Pérez.

Esta sequía ha venido a remover muchas cosas. ¿Cree que la ciudad, objetivamente, ha mejorado la capacidad para abastecer a su población?

Hemos pasado momentos duros, pero hoy estamos en capacidad de manejar el agua y estaremos mejor cuando se haga efectivo el establecimiento de mediciones picométricas, que registran el caudal y la presión, en los puntos de entrada y salida del agua a la ciudad, y en la entrada de cada circuito.

Existen algunos medidores en la salida de las presas, fundamentalmente, pero no son suficientes. Cuando sea más amplio ese sistema, será posible saber, por ejemplo, cuánta agua realmente entra a los barrios, incluso, dónde se está perdiendo. Son vitales para un uso más eficiente del agua disponible.