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ramon mirando al marRamón en su punto de vigilancia donde sin binoculares divisa las embarcaciones que pasan por la costa. Fotos: Lorenzo Crespo Silveira

Ni el severo sol ni la solitaria noche, y mucho menos el despiadado mar han podido menguar en los últimos 35 años la firme convicción de Ramón Rodríguez Tomasén de ser un fiel guardián de las costas guantanameras.

Sin importar las condiciones del tiempo este hombre de más de cinco décadas de vida, educador de la enseñanza primaria y actual presidente del Consejo Popular La Asunción, en el municipio de Maisí, recorre diariamente 12 kilómetros de litoral por donde asegura, no entrará nada ni nadie.

“No tengo horario para cuidar la orilla del mar en los alrededores de la comunidad, lo importante es resguardar la integridad de nuestro territorio”, comenta el también jefe del Destacamento Mirando al Mar (DMM) Frank País García, ubicado en El Veril, uno de los 43 existentes en la provincia de Guantánamo con más de mil miembros.

Historias para recordar

Cuenta que en Boca de Ovando, también localidad maisiense, seis años atrás una lancha procedente de Bahamas tiró al agua dos toneladas de drogas. “Andaba mal de salud cuando recibí la noticia de una embarcación desconocida que se acercaba al territorio”, -rememora.

“Activamos al Destacamento, cada quien sabía qué hacer. Por carecer de teléfonos para comunicarnos, tomé una bicicleta y fui al punto más cercano de Tropas Guardafronteras a dar el alerta”, relata apasionado, la incautación de uno de los recalos de drogas más grande que se ha registrado en los últimos 10 años en ese lugar.

“A pocos minutos llegaron los oficiales y de conjunto con nosotros, quienes ya habíamos sacado del agua y preservado todo el material, montaron la paca en un helicóptero de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y las retiraron de allí.

“Cuando terminó el traslado, los 24 compañeros que apoyamos el suceso fuimos reconocidos por oficiales cubanos y un representante de la Administración para el Control de Drogas (DEA) de los Estados Unidos, que también visitó la zona de los hechos”, cuenta Rodríguez Tomasén, quien en 1980 inició su relación con el grupo de exploración y rastreo, hoy DMM.

Incontables son las anécdotas de estos hombres centinelas de las costas. En 2011, pescadores en alta mar recuperaron 67 kilogramos de marihuana cruda, y semiprocesada envueltas en pequeños paquetes. “En ocasiones más que pescar vigilamos el horizonte pendientes de las posibles salidas y entradas ilegales al territorio nacional.

“Una vez frustramos la salida ilegal de cinco ciudadanos holguineros, y en otra rescatamos dos embarcaciones haitianas, cuyos tripulantes fueron llevados por los combatientes de Tropas Guardafronteras al Campamento Internacional de Refugiados en Punta de Maisí”, precisa uno de los 354 integrantes, de ellos 95 mujeres, que conforman los 10 DMM del extremo más oriental de Cuba.

Otra perspectiva

Ramón, de sus padres y hermanos, dos de ellos oficiales de la marina de guerra, heredó el compromiso con la Revolución. “Desde niño ellos me inculcaron que la patria no existe sin el amor y el sacrificio de sus hijos, por eso a salvaguardar lo que me toca de la Isla dedico horas de insomnio, largos recorridos por el litoral con sus dientes de perro; permanezco días alejado de mis seres queridos y todo por ver a mi tierra protegida” refiere este hombre de piel curtida por el sol.

Aunque es difícil el trabajo, lo considera bello, pues hasta ocasionalmente en periodos vacacionales, junto a su familia, pasa días a la orilla del mar en casas de campañas o cuevas compartidas con otros pobladores quienes se suman y hasta disfrutan la aventura del vigilante del litoral.

“Esa es una etapa del año que siempre anhelo. Es hermoso el interior de las cavernas, allí habitaron los indios y hasta corren de voces de tesoros escondidos. Practicamos los procedimientos ante hallazgos de objetos desconocidos en la orilla o en alta mar, y hacemos competencias de pesca cuyas capturas repartimos, con lo que inculcamos valores de solidaridad a los jóvenes”, dice optimista.

Así transcurre la vida de Ramón, quien afirma que su responsabilidad con la Patria y su deber de cubano “solo la dejaré el día que muera… por lo pronto seguiré subiendo y bajando peñascos y cuando las fuerzas me abandonen, entonces, me sentaré a la sombra de mi Macagüita (especie palmípeda), para ver la belleza del amanecer y la puesta del sol, pero siempre con los ojos mirando al mar.