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El 14 de junio es un día especial para la historia cubana pues en esa misma fecha, aunque en épocas distintas, el tiempo unió a dos grandes hombres: Ernesto Guevara de la Serna y Antonio Maceo Grajales, defensores de la bravura, firmeza, entereza, compromiso y entrega por la causa revolucionaria.

Estoy segura de que Ernesto, más inmortalizado con el seudónimo de Che, que nació en 1928 en Rosario, Argentina, jamás imaginó que celebraría su cumpleaños justamente el mismo día en que “llegó al mundo”, pero en 1845 en Santiago de Cuba, el Titán de Bronce, sobrenombre ganado con su actitud en batalla por Antonio Maceo.

Maceo, de gran estirpe revolucionaria, Mayor General del Ejercito Libertador, considerado todo un maestro en la táctica militar, por su destacada participación en la Guerra de los Diez Años, la Guerra Chiquita, la Guerra Necesaria y por sus campañas en el Oriente de Cuba.

También, por los combates en El Salado, Majaguabo Arriba, Maniabón, Baitiquirí, Arroyo Blanco, Sabanilla, el Purial, Hato del Medio, el cafetal La Indiana, entre otros donde siempre mostró disciplina y un ferviente deseo de ver a Cuba, su patria, libre y soberana.

¡Y qué decir de la participación del bravío Titán en Mangos de Baragúa¡ sitio donde con inteligencia se enfrentó y dio respuesta enérgica al General español Martínez Campos el 15 de marzo de 1878, en nombre de los más decorosos luchadores cubanos que no renunciaban a la lucha libertaria.

De bronce fue el Titán, 26 cicatrices en su cuerpo lo demuestran, aunque además de su valor a la hora de combatir, fue un líder inteligente, de ahí que José Martíexpresara que Maceo tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo.

El Che, en su tiempo, fue uno de los seguidores del valor y la disciplina de Maceo. Aunque en época distinta pero con el mismo ideal del General Antonio, anduvo por los caminos más humildes, llevando su convicción internacionalista y su sentimiento de solidaridad.

Asmático desde niño, esa enfermedad no le impidió recorrer junto a su amigo Alberto Granado, países como Chile, Perú, Colombia y Venezuela, y tampoco lo limitó a la hora de decidir encontrarse con Fidel en México para unirse a la lucha revolucionaria cubana, desembarcar con la histórica expedición del yate Granma, ser médico en las filas del Ejército Rebelde y al mismo tiempo combatir sin temor a subir y bajar las empinadas lomas de la Sierra Maestra.

Decisivo a la hora del triunfo final con su marcha al frente de una de las dos columnas rebeldes que recorrieron todo el país liberando pueblos y ciudades, Ernesto Guevara tras el Triunfo de la Revolución Cubana siguió aportando al proceso desde disímiles responsabilidades como las de: Ministro de Industrias, jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, y presidente del Banco Nacional.

Creador del primer Trabajo Voluntario, un economista cabal y ejemplar, en varios de sus discursos abogó por la formación de un hombre nuevo, la realización de un trabajo con calidad y de contar con un Sistema de Planificación de la economía, como piezas claves para alcanzar el Socialismo anhelado.

Maceo y Che, dos grandes hombres en épocas distintas. Maceo, como iniciador y sucesor de las luchas revolucionarias, y el Che, internacionalista, comprometido con una causa que para muchos sería ajena, pero que él hizo suya.

La historia cubana y latinoamericana reconoce el valor extraordinario y los principios revolucionarios de estos dos héroes, paradigmas desafiantes de la muerte, pues los inmortalizó por sus ejemplos, por la grandeza de sus luchas, por el deseo férreo de buscar el bienestar colectivo aunque de eso pendieran sus propias vidas.

 

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