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aurora maestra enseñanza especial“Es gratificante cada vez que hacen algo bien, que completan una palabra o terminan una oración y me piden que choquemos los cinco”, dice Aurora. Fotos: Leonel Escalona Furones

“Jason es el más intrépido y Alain al que no le gusta leer; pero está también Aliza, que es la hija que no tuve -este curso-, y Leiden, el de menos tamaño pero el más hiperactivo; y Anthony, Nachely, Anna…; todos ellos iluminan mi día cada vez que llego al aula, todos ellos avivan mis deseos de seguir adelante, de no abandonarlos, cada vez que aprenden una palabra nueva o simplemente me regalan una sonrisa”.

Así se siente Aurora Martínez Capó, maestra de primer grado en la Escuela Especial 16 de Abril, dedicada a niños con trastornos en la comunicación.

Ella practica desde hace más de dos décadas una profesión que le llegó con el linaje, cuando desde pequeña veía a su madre y a sus tías enseñar en escuelas dedicadas a personas con discapacidad.

“Desde que me decidí por los caminos del magisterio, los 21 años que llevo desempeñándome como educadora los he dedicado únicamente a la enseñanza especial.

“Comencé a trabajar en la escuela Félix Varela, de retardo en el desarrollo psíquico, y hace más de cinco años me consagro a los infantes con disfunciones comunicativas como tartamudez o dislalia aquí en la 16 de Abril, única de su tipo en Guantánamo; ellos me roban el alma y se imbuyen en mi vida de poco en poco.”

Aurora tiene este curso en su “mini aula” 11 pequeños que por su edad (de cinco a seis años) ya deberían hablar con expresiones largas o tener más palabras en su vocabulario, y como no lo hacen, ella y un equipo de logopedas y psicólogos le brindan a esos pequeños -al igual que se realiza con los otros 85 alumnos de la escuela-, atención especializada, para que una vez superada o logren compensar sus afecciones o trastornos puedan incorporarse a la educación general.

aurora maestra enseñanza especial2En este curso Aurora atiende un aula de 11 pequeños de primer grado de la Escuela 16 de Abril. Fotos: Leonel Escalona Furones

Entrecorta con una anécdota: “a veces me molesto con ellos porque sé que pueden dar un poco más, no quiero que se acostumbren a ser perezosos ya que, precisamente los ejercicios que hacemos, ayudan a la pronunciación y la fluidez. Por ejemplo, un día le “alcé la voz” a una de mis niñas y simultáneamente comenzó a llorar.”

“Un rato más tarde, a la hora de acomodarlos en sus catres para que duerman la siesta, al llegar a esta pequeña me dice: ¡seño yo te quiero!, y como un efecto dominó todos repitieron lo mismo, y casi por obligación, o quizás por emoción, tuve que besarlos a todos: eso fue lo más grande”.

La “seño” también cuenta sobre las experiencias acumuladas respecto a las labores sociales en los hogares y con las familias de los infantes. Dice que ha visto muchas cosas, desde el que vive con más de diez personas en una casa, hasta el que tiene una familia disfuncional donde el padre o la madre son alcohólicos, o los dos.

“Son precisamente estas situaciones, en la mayoría de los casos, las que los hacen doblemente especiales a estos niños, y que provocan ese deseo maternal de protegerlos, quererlos y darlo todo en el aula para que salgan adelante; por eso a veces me alegro de que pasen más tiempo aquí que en sus casas.”

Aurora se regocija del vínculo y la confianza que ha creado y crea con sus alumnos, dice que es gratificante “cada vez que hacen algo bien, que completan una palabra o terminan una oración y me piden que choquemos los cinco”.

Pero no es de hierro, es también un ser humano con problemas, dificultades, momentos malos, situaciones que la hacen flaquear pero nunca rendirse, porque la sonrisa de sus niños hace que lo olvide todo.

Ella afirma que lo que hace va más allá de trabajar en la profesión que tanto le gusta, de ganarse un salario, sino que es algo que no puede describir bien con palabras pero que va ligada al amor y al cariño porque sabe que Jason, Aliza, Anthony… podrán socializarse o tener una conversación fluida algún día, gracias a ella, gracias a su consagración, a su apoyo, a su voluntad y deseo de ayudarlos.