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SAM 0380A veces uno se equivoca y busca justificaciones para que no parezca tan grave, pero la verdad es que no las hay, y luego cuesta remediarlo. Sobre todo cuesta tiempo. Bien lo saben y lo reconocieron 14 internos de la Prisión Provincial de Guantantánamo que trasmitieron sus experiencias durante un intercambio con estudiantes del Preuniversitario Francisco Adolfo Crombet Tejera de esta ciudad.
"Duele recordar –dijo Yordis Galano y cierra los ojos- a veces uno se pasa de listo, se deja llevar y mete la pata, y luego cuesta remediarlo caí en la tentación y me enredé con quien no debía. Perdí mi tiempo en cosas que al final me trajeron hasta aquí, y ahora también el reloj camina, y ya no puedo virar hacia atrás".
Así expresó ante los 359 estudiantes del centro docente este joven de 29 años que mantiene viva su sonrisa a pesar de que los recuerdos pesan, mientras cumple su condena hace ocho años en el centro penitenciario provincial.
De igual forma la voluntad para rectificar y valorar qué es lo mejor para la vida, lo dejó claro Félix Sánchez Boloy. "No quisiera que ninguno de ustedes estuviera en mi lugar, les aconsejo que este es el momento de estudiar y aprender un oficio para el futuro.
"Yo me equivoqué y ahora quiero que mi vida sea otra, aprendí la lección, aunque me faltan algunos años para salir, me dieron la oportunidad de estudiar, aprender oficios y licenciarme en la carrera de Estudios Socioculturales, a pesar de estar aquí siento que soy un poco más libre", confesó Félix.
Estos encuentros con adolescentes y jóvenes forman parte del programa Acércate más, que se implementa desde el 2010, y que vincula a la comunidad con la vida de los internos, con el objetivo de derribar prejuicios y estereotipos acerca de la población penal y la posibilidad real de que, una vez cumplida su condena, puedan reincorporarse a la sociedad.
Escuela que hace crecer...
Los matriculados en la escuela Antonio Maceo Grajales de la Prisión provincial de Guantánamo se renuevan y cada año pueden ser testigos de cuanto se hace para que su estancia allí sea también aprovechada en su beneficio, desde el punto de vista académico y laboral.
"Se trata de establecer relaciones armónicas y de equilibrio entre el deber y el querer", afirma Reneilder Ordeñes Navarro, director docente de la escuela. "Ellos deben cumplir una sanción en este centro pero en ese tiempo pueden estudiar, aprender, trabajar, y eso depende de su voluntad, de sus deseos de labrarse un camino mejor en la vida, porque el hecho de estar aquí no es un impedimento para ello".
Los sancionados aprenden oficios como carpintería, albañilería, técnico electricista, plomería, jardinerías y pueden estudiar carreras universitarias. De igual modo se aprovechan espacios para los debates y charlas educativas.
Pero no todo es estudio y trabajo en la prisión, pues las actividades recreativas y deportivas desempeñan un rol importante en las jornadas diarias de los internos.
También participan en los programas Educa a tu hijo, dirigido a fortalecer la relación con sus hijos actuales o futuros.