cooperativa caimaneraOsvaldo Rojo Coy lleva 30 años como pescador, y muchos lo conocen como el historiador de esa actividad en Caimanera. Fotos: Leonel Escalona Furones

Aunque es sábado corto y se labora media jornada, los pescadores de la cooperativa pesquera de Caimanera, en Guantánamo, primera creada en Cuba después del triunfo de la Revolución, convierten el día en jornada normal de trabajo como constaron los reporteros de Venceremos en horas temprano de la mañana.

Desde la madrugada, como es habitual para la mayoría de los 50 trabajadores de la cooperativa, los pescadores desandaban la bahía y sobre las nueve de la mañana llenaban de historias y vivencias el muelle donde atracaban con la captura arrancada a las quietas aguas de la gran ensenada de bolsa.

Osvaldo Rojo Coy, quien lleva tres décadas de sus casi 70 años en el establecimiento, aseguró que en la primera visita en 1959 a esta provincia oriental, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz destinó 100 mil pesos para la construcción de dicho colectivo.

“En este lugar, que era un varadero particular para dar mantenimiento a embarcaciones, un grupo de trabajadores, muchos de ellos fallecidos ya, crearon la cooperativa.

El grupo se formó con lugareños dedicados a la pesca manual individual, quienes respondieron al llamado de la Revolución y se organizaron en la cooperativa, que contó en sus inicios con modernas embarcaciones, planta de hielo, almacén, y otras condiciones que facilitaban el trabajo.

Así comenzó a funcionar el 10 de junio de 1959, con el nombre Gustavo Fraga Jacobino, joven que murió el 4 de agosto en la explosión de una fábrica clandestina de bombas en la ciudad de Guantánamo.

Cuenta Rojo que en el año 1962 estudiaba en la Escuela Nacional de Pesca Andrés González Line, en Varadero, provincia de Matanzas, cuando elementos contrarrevolucionarios al servicio de la Central de Inteligencia de los Estados Unidos, infiltrados en la ilegal base naval yanqui, asesinaron al pescador Rodolfo Rosell Salas.

“Ante el horrendo crimen, las constantes provocaciones y agresiones desde el enclave estadounidense, se decidió suspender la pesca en sus límites para garantizar la seguridad de los cooperativistas y sus familiares, y se trasladó el personal hacia Manzanillo, en la provincia Granma, donde se construyeron casas para los que desearan ir. Todavía algunos de ellos viven allá.

“Nuestra cooperativa estuvo cerrada hasta que en 1970 se rehabilitó y organizó nuevamente el sistema de la Pesca, con alrededor de 30 pescadores.

“La presencia imperial en la base naval limita la captura, porque no podemos llegar hasta las mejores zonas, ocupadas por los marines, donde hay especies de alta calidad”.

cooperativa caimanera4Mindilio Guilarte Pérez aporta, junto a su compañero Rogelio Azahares Tomasén, de 25 a 30 toneladas de jaiba anualmente. Fotos: Leonel Escalona Furones

Firmes desde el inicio

No obstante -puntualiza Rojo- el pasado año alcanzaron 178 toneladas (t) que representaron el 146 por ciento de lo previsto y desde enero a mayo del presente también sobrepasaron lo pactado, al capturar una tonelada de diferentes especies por encima de las 50 contratadas.

Aunque se cumple, el resultado dista mucho de lo logrado a inicios de la entidad, cuando se pescaba en mar abierto, y una pareja como la de Onix Rojo Coy y Marco Daysón capturó 67 t de lisetas en un año, récord intacto.

La situación empeoró en el 2013 por los residuales orgánicos e industriales arrastrados a la bahía por las corrientes fluviales que desembocan en ella, lo que aumentó la contaminación y provocó la muerte de gran cantidad de peces.

“Desde esa fecha se suspendió la pesca hasta que la rada se recupere, por lo pronto empiezan a aparecer nuevamente el machuelo, la manjúa, lisa, picúa, sábalo, róbalo, entre otras especies, que habían desaparecido”, explica Danilo Rodríguez Ruano, director del establecimiento, perteneciente a la Empresa Pesquera Industrial de Niquero desde el 2011. “Jaiba, curuvina, macabí, patao, machuelo y boquerón son las variedades más capturadas con destino, en su mayoría, a la pescadería especializada de la localidad y en menor escala a la Empresa de Comercio, Gastronomía y los Servicios”, agrega el directivo.

La cooperativa, que a partir de primero de julio venidero se convertirá en Unidad Empresarial de Base de la Empresa Pesquera de Guantánamo Pescaguán, cuenta con 12 embarcaciones, de las cuales dos están en Hatibonico, tres en Niquero, tres se dedican a la pesca de especies de escamas y cuatro a la captura de jaibas en Caimanera.

cooperativa caimanera2Miguel Vázquez Borrero, controlador-facturador que atiende la Pesca comercial privada, solicita apoyo para frenar la sobreexplotación de la bahía. Fotos: Leonel Escalona Furones

Entre lo bueno… lo malo

Miguel Vázquez Borrero, controlador-facturador que atiende la Pesca comercial privada, aclara que antes de autorizar esa práctica en el 2011, ellos lograban niveles de captura muy superiores a los actuales, pues sobrecumplían hasta en un 200 por ciento las 80 t anuales planificadas.

El también secretario de la sección sindical menciona como principal problemática la sobreexplotación de la ensenada por los practicantes de la mencionada modalidad: “Son unos 116 pescadores que entran a la bahía hasta tres veces al día, mientras los nuestros lo hacen una sola vez.

“Ellos -según contrato- deben entregar 10 kilogramos, sin embargo, aportan una pequeña cantidad y venden la mayor parte por la izquierda”, asegura.    

“Quisiéramos frenar esa ilegalidad, pero resulta difícil sin los medios de control adecuados, pues desvían esas producciones antes de atracar al muelle, adonde llegan con lo que van a declarar exclusivamente”, advierte y reclama el apoyo de las autoridades competentes: inspectores del sector, oficiales de la Capitanía del Puerto y de la Policía Nacional Revolucionaria.

Los dueños de muchas de las 16 embarcaciones contratadas, emplean métodos ilícitos (golpear el agua con palos) para conducir cardúmenes a las redes, pero a la vez los ahuyentan e impiden el desove en los lugares apropiados”, precisa.

En el mar, a todo motor

En el muelle, a orillas de su embarcación, Onix Uruchaga Rojo y Oscar Mestre Machado, quienes trabajan juntos desde el año 1983 y constituyen la mejor pareja de pescadores de la cooperativa, desmontan la captura del día, mientras comentan: “En abril pasado capturamos más de 14 t de peces en Niquero, ahora trabajamos en Manzanillo, Granma, mientras se recupera la bahía, pero estando en Caimanera hacemos pruebas para saber cómo evolucionan las especies”.

“La pesca requiere dedicación, sabiduría, atención y valentía, porque de lo contrario no hay resultados. En nuestro caso la experiencia ha sido un elemento clave”, argumenta Urruchaga Rojo.

“El propósito de ambos es trabajar duro para cumplir los planes, aplicando las habilidades que se adquieren en el fogueo diario, y con ello contribuir a que la cooperativa vuelva a resultados como los del 2011, cuando sobrecumplía los planes de captura de especies de escama”, precisa Güicho, como también llaman a Urruchaga.

Por su parte, Mestre Machado añade que resultaron los mejores del colectivo en el 2015 y en el primer trimestre del 2016 fueron reconocidos con igual categoría en Niquero, por la cantidad y calidad de las entregas.

cooperativa caimanera3La pareja de los pescadores Onix Uruchaga Rojo y Oscar Mestre Machado tienen como meta mantenerse en la vanguardia de la producción. Fotos: Leonel Escalona Furones

La mayor preocupación para los pescadores caimanerences -según él- es la falta de redes, como las mallas 28, 30 y 40 milímetros, imprescindibles para elevar los volúmenes de captura, pues “las que tenemos desde hace más de 20 años, están en pésimo estado y no hay recursos para repararlas”, comenta.

“Pero lo más importante es que la bahía retoma su nivel y nosotros las “riendas” para dar un vuelco favorable a la pesca. Por lo pronto celebraremos como nunca antes, el aniversario de la fundación de nuestro colectivo”, concluyen los pescadores.

Al ritmo de Onix y Oscar, navegan los jaiberos Mindilio Guilarte Pérez y Rogelio Azahares Tomasén.

Con 59 años de edad, Mindo, como le gusta que lo llamen, ha sido, además, ostionero y pescador. Aunque reconocido en varias ocasiones, incluidas este año, como uno de los más destacados en su labor, la verdadera pasión de este hombre es la pesca en mar abierto, “capturar pargo es lo que más me gusta” -dice, mientras saca de su embarcación, con mucho trabajo, una de las cuatro cajas que trae, repletas de las jaibas acabadas de capturar.

Las dificultades no los detienen, y aunque los medios de trabajo son insuficientes, se dedican al oficio con entrega y responsabilidad, y juntos aportan anualmente de 25 a 30 toneladas, a veces más, al plan productivo de la entidad.

A Mindo, como a otros tantos pescadores, la presencia de la ilegal base naval le cierra las puertas para realizar su sueño de mar abierto en sus aguas. Captura jaiba desde hace casi 20 años, y aunque no es su verdadera pasión, lo hace con entrega y amor.

Aunque lo capturado por la cooperativa Gustavo Fraga todavía es exiguo ante la demanda poblacional, sus 50 trabajadores mantienen el compromiso de cumplir los planes y multiplicar los aportes productivos.

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