fidel cajobabo

Los personajes, el lugar, la circunstancia, la fecha, la trascendencia… Todo conspira para que la expedición y el desembarco pasen a la historia, y se acreciente su significación a la vista de hoy, cuando han pasado 123 años del hecho que ha devenido uno de los hitos de la vida nacional.

El 11 de abril no sólo es la fecha más importante que rememora la provincia de Guantánamo, sino una de las más notables de la patria, porque ese día de 1895 José Julián Martí Pérez, Máximo Gómez Baez y otros patriotas desembarcaron en La Playita de Cajobabo para incorporarse a la Guerra Necesaria por la independencia de Cuba.

El pueblo del municipio de Imías, en representación de toda la provincia y el país, rememora allí la llegada a la patria del Delegado del Partido Revolucionario Cubano, del Generalísimo Jefe del Ejército Libertador, el General Ángel Guerra, el General Francisco Borrero Lavadí, el dominicano Marcos del Rosario y el joven César Salas. El Delegado y su mano de valientes…

Aquella noche ellos iniciaron allí una Ruta de Gloria que continuaba la gesta alboreada en La Demajagua en 1868. Entre las piedras de la orilla caribeña, aprestados al zafarrancho frente al farallón rocoso fue el primer campamento en tierras cubanas. El salto: “Dicha grande”, lo describió el Apóstol en su Diario de Campaña. Gómez cantó como gallo, confiesa el Generalísimo en el suyo.

Monumento Nacional son el monumento en La Playita de Cajobabo, el lugar donde estuvo la casa de los Leyva en 1895 y sitios de la Ruta Martiana, así declarados el 19 de Mayo de 2003. En las fragosidades montunas de Imías fueron también los campamentos de Cueva de Juan Ramírez / El Templo; Arroyo Carlos / El Rancho Tavera; Casa de Pineda / Lagunita o Vega del Jobo; Palmarito; Pozanco y Palenque.

Por estas lomas está el Rancho de Tavera, donde unos días después, el 15 de abril, Martí es ascendido al grado de Mayor General del Ejército Libertador, que el Maestro describió en su diario: “Gómez al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él su jefe, electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General. Lo abrazo. Me abrazan todos…”.

Al sitio de gloria de La Playita de Cajobabo, lugar por el que siente “un respeto extraordinario”, vino el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz más de una vez, la más señalada de ellas el 11 de abril de 1995, a cien años del desembarco. No sólo a mostrar su admiración por el más ilustre de los cubanos, sino a darle continuidad a ese ejemplo para las actuales y futuras generaciones de cubanos.

Dijo entonces Fidel: “Yo he sentido un deseo especial de estar esta noche aquí a la hora de la llegada de Martí y de Gómez. Y quería esperarla con la bandera de la estrella solitaria plenamente independiente. Creo que es el homenaje más digno que se le puede ofrecer a un hecho histórico de aquella grandeza como el desembarco por aquí por Playitas.

“Esa es la emoción que sentía yo en el momento en que allí los esperaba con la bandera, y soñando con que esa escena la repitan siempre las futuras generaciones de siglo en siglo.

“Que sean iguales a las generaciones que las precedieron. En primer lugar, la generación que inició nuestra lucha por la independencia, y las generaciones que continuaron esa lucha, las generaciones que se enfrentan hoy a muy difíciles circunstancias para mantener en alto esa bandera y libre a la Patria. ¡Qué sean como esas es mucho pedir, pero lo pedimos! ¡Qué sean mejores es pedir más, pero lo esperamos!”

fidel cajobabo bandera

En otro momento, in situ,el Jefe de la Revolución Cubana, quien confesó más tarde: “Lo que soy y lo que siento se lo debo más que nadie a Martí. Por él me convertí en revolucionario y su enorme influencia en mí durará hasta el último aliento de mi vida”,había valorado las experiencias martianas en el lugar:

“Debió ser particularmente dura para Martí, por el paisaje  abrupto, intrincado, pedregoso, espinoso, con cenagales  y porque fue el estreno de su vida en campaña; sin embargo no encontramos en el Diario de Campaña, una queja ante las dificultades del relieve natural y todos sus elementos. (…) Que Martí no tenía experiencia de la guerra, que Martí no era un hombre físicamente fuerte, que Martí había dedicado su vida a un trabajo de organización, a la creación literaria, a la creación política: era un intelectual”.

Es así que Fidel fundamenta: “Cómo habrían sido aquellos momentos y de dónde encontró fuerzas para realizar una proeza semejante: remar, desembarcar, cargar con su mochila, con su fusil, con sus cien balas, caminar de noche por esos lugares donde nosotros con mucho trabajo hemos llegado de día, avanzar por todas esas montañas en aquellas condiciones es algo realmente increíble.

“Pero él mismo decía que precisamente de esas situaciones, de esa felicidad que el hombre encuentra cuando está realizando una tarea de esta naturaleza, es que saca fuerzas, y él sacó fuerza, y nunca se vio en todo el Diario de Martí, jamás se ve una queja, sino todo era optimismo, todo era entusiasmo, todo era orgullo. Él decía que había dejado las cadenas que lo habían acompañado durante toda su vida en la lucha por la independencia de Cuba. Yo creo que fue una proeza extraordinaria, y este lugar es un lugar sagrado.

En su diario Gómez había dejado dicho: “Nos admiramos los viejos guerreros acostumbrados a estas rudezas, de la resistencia de Martí que nos acompaña sin flojeras de ninguna especie.” (…) “Martí, al que suponíamos más débil por lo poco acostumbrado a las fatigas de estas marchas, sigue fuerte y sin miedo.”

Y en un artículo ulterior, el Generalísimo publicó: “…yo vi entonces también a Martí, atravesando las abruptas montañas de Baracoa con un rifle al hombro y una mochila a la espalda, sin quejarse ni doblarse, al igual de un viejo soldado batallador, acostumbrado a marcha tan dura a través de aquella naturaleza salvaje, sin más amparo que Dios.

He aquí una conjunción concentrada de elementos sagrados de la Patria: La Playita, el 11 de abril, Martí y su mano de valientes, Fidel…

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