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Un empleado de la Oficina Nacional de la Administración Tributaria (ONAT) a quien me disponía a fotografiar en el ejercicio de sus funciones, me espetó con cara de no buenos amigos la pregunta que sirve de título a este comentario. La respuesta no se hizo esperar. “Sí, soy periodista”.

 

Poco faltó para que en correspondencia con el tono empleado por mi interlocutor añadiera: “Sí, ¿y qué?”. Pero la sonrisa con que acogió mi “confesión” y la subsiguiente frase: “De todas maneras, muéstreme su carné”, me salvaron a tiempo de cometer más que un error una injusticia.

 

Una vez identificado como reportero de la Agencia de Información Nacional, escuché estas palabras que, por lo inusuales, deben haber elevado en algunos milímetros de mercurio mi tensión arterial. “Ah, disculpe, yo pensé que no era periodista, pero veo que sí. Tiene mi autorización para tirar cuantas fotografías desee. ¿Puedo ayudarlo en algo más”?

 

“No -le dije-, con su comprensión y amabilidad bastan. Las fotos son para ilustrar un reportaje que estoy escribiendo sobre su organismo”.

 

He aquí, reflexionó para mis adentros, un funcionario público joven, con innegable desarrollo político, que a diferencia de algunos de mayor rango,  está  al tanto de las Orientaciones del Buró Político del Comité Central del Partido para incrementar la eficacia informativa en los medios de comunicación masiva del país.

 

Inusual tan sensato proceder, tanto más cuanto que no son pocas las tiendas comercializadoras en divisas y otras entidades en que se prohíbe la entrada a periodistas que portan cámaras, antesala tal vez para vedarles también el acceso en lo venidero a quienes no la portan.

 

Al relatarle los vía crucis que afrontamos los de la profesión en los citados comercios para cumplir nuestra misión profesional, y también en otras instituciones que manejan  información menos comprometedoras que la del fisco, mi interlocutor opinó: “Será porque ellos tienen algo que ocultar,  pero la ONAT no”.

 

Especialista principal del Grupo de Atención al Contribuyente en el municipio cabecera de la provincia, Norbel Noa Rodríguez, que así se nombra el joven en cuestión, confesó tener conciencia clara de la importancia de que la gestión tributaria y las obligaciones de los contribuyentes, se divulguen.

   

¿Usted es periodista? Seguí meditando camino a la Agencia, para redactar este comentario, y al llegar me percaté de una omisión imperdonable, la de no haberle dicho al joven funcionario que, aunque ajeno a la profesión, él también tenía olfato periodístico.