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Son innegables las acciones que se llevan a cabo en Cuba para prevenir los accidentes del tránsito; sin embargo, estos continúan manifestándose, con menor o mayor incidencia anualmente.

Tal parece que las medidas puestas en práctica por autoridades de distintas instituciones responsabilizadas con la circulación vial son insuficientes o tienen poca efectividad.

Aunque generalmente los infractores de la Ley de Tránsito achacan los sucesos a problemas objetivos, como por ejemplo el estado técnico de las carreteras, lo más penoso es que la principal causa de esos hechos estriba en el actuar del ser humano.

Resulta incuestionable, además, que las condiciones de las vías son regulares -o malas- en muchos sitios, al igual que existe un parque vehícular obsoleto y por ende con desperfectos técnicos, pero esas situaciones pudieran paliarse con mayor conciencia y sentido de responsabilidad por choferes y peatones.

De acuerdo con análisis de autoridades competentes, los principales motivos de los eventos son la falta de atención al control del vehículo, exceso de velocidad, ingestión de bebidas alcohólicas e imprudencia de peatones, e irrespeto al derecho de vía.

A todo ello se añade el uso de modernas tecnologías mientras se conduce, tales como teléfonos celulares y minitelevisores instalados en los carros, así como los animales sueltos en las márgenes de las carreteras y caminos vecinales.

Según el registro de la Dirección Nacional de Tránsito, como consecuencia de estos lamentables hechos durante 2017 hubo en el país un accidente cada 47 minutos, un lesionado cada una hora y un fallecido cada 12 horas.

Las cifras resultan más escalofriantes al conocerse que en el período analizado tuvieron lugar 11 mil 187 eventos de esa naturaleza, y que en ellos resultaron lesionadas casi ocho mil personas, en tanto otras 750 fallecieron.

Durante el último lustro Cuba registró más de 56 mil incidentes, que dejaron un  saldo de tres mil 738 fallecidos y 41 mil 460 lesionados, además de cuantiosos daños materiales. Al decir de un veterano chofer de ómnibus se pierden tantas vidas en accidentes de tránsito como en una guerra.

En lo que va del 2018, Santiago de Cuba y Sancti Spíritus son provincias con alta incidencia de accidentes masivos.

Sin llegar necesariamente a extremismos, hoy se requiere más severidad ante las negligencias, tanto por los agentes de Tránsito como por las administraciones de organismos y entidades estatales puesto que son estas instituciones las que más aportan a la accidentalidad ya que lógicamente tienen el mayor número de vehículos.

Sería prudente hacer propuestas, a su vez, para disminuir la velocidad máxima permitida en zonas urbanas de gran concentración de medios de transporte y peatones, al igual que denegar la autorización de tenencia  de ganado mayor o menor a propietarios que carezcan de tierra.

También es conveniente incrementar el rigor de las inspecciones técnicas para evitar la circulación de vehículos en mal estado, sobre todo en los sistemas de dirección y frenos, un fenómeno del se habla pero muchos son los que aún circulan sin la debida autorización.

Solo el esfuerzo mancomunado puede atenuar la ocurrencia de los accidentes de tránsito, los que -sin exagerar- se han convertido en una plaga en el mundo, teniendo en cuenta que alrededor de 1,25 millones de personas perecen cada año como consecuencia de esos nefastos incidentes, y entre 20 y 50 millones sufren traumatismos no mortales.