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Jorge Cantalapiedra

El cambio de lubricantes en equipos de transporte automotor, maquinarias o grupos electrógenos genera considerables cantidades de aceites usados o residuales, sustancias catalogadas actualmente entre los desechos más peligrosos y contaminantes del planeta, según lo dispuesto en el Convenio de Basilea sobre el control de su eliminación, del cual Cuba es signataria.

Apenas 0,5 mililitros del nocivo líquido pueden inutilizar 20 mil litros de agua potable. El impacto ambiental apenas se nota a corto plazo porque es lenta su infiltración hacia los mantos acuíferos.

Tales fundamentos, al parecer, son ignorados o pasados por alto por la mayoría de los organismos generadores en la provincia, pues durante el año 2014 solo 57 de los 162 responsabilizados en esa faena cumplieron con la obligación de entregarlos a la Comercializadora de Combustibles de la Unión Cuba-Petróleo y a la suministradora de la Empresa Azucarera (Azumat), encargadas de su destino final.

Según los datos proporcionados por especialistas de la delegación territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma), durante el pasado año solo se lograron recuperar 55 toneladas de un potencial de 271, para un 20 por ciento de cumplimiento.

Entre los organismos con trabajo positivo en esa gestión figuran Ómnibus Nacionales, Etecsa, Transtur, la Organización Básica Eléctrica y Geocuba, mientras que la empresa pecuaria Iván Rodríguez y las agropecuarias en los municipios de Maisí y El Salvador, así como Fundición de Válvulas y Bombas Industriales (Valbo), aparecen en el extenso listado de entidades violadoras de lo legislado en la Resolución 136 del 2009.

La misma establece que las empresas generadoras deben recoger y preservar los desechos adecuadamente, entre ellos los de motor, de transmisión, e industriales (circulación, hidráulicos, reductores, turbo y refrigeración), así como adoptar medidas para su almacenamiento y transportación.

Todos tienen la obligatoriedad de solicitar una licencia ambiental y poner en práctica un plan de manejo, sin embargo, en la práctica no siempre cumplen lo determinado en la citada legislación.

Ese desecho peligroso contiene sustancias tóxicas como plomo, cadmio y compuestos de cloro que, al ser manipulados de forma inadecuada, causandaño a la salud humana y al ecosistema. Pese a perder sus cualidades químicas fundamentales son reutilizables.

La informalidad y descontrol en el manejo propicia que algunas personas negligentes viertan los aceites usados en caminos como forma artesanal de pavimentación, en la madera y troncos de árboles para protegerlos de las plagas, y los ganaderos los usen para eliminar las garrapatas que se adhieren a la piel de los animales.

Igualmente, en ocasiones, se emplean en talleres para la conservación de maquinarias y los operarios los ligan con el combustible de tractores, motoniveladoras, combinadas y equipos pesados, sin tener en cuenta que contienen hidrocarburos no degradables biológicamente quedestruyen la capa vegetal y la fertilidad del suelo.

Durante las inspecciones integrales del Citma a los organismos generadores se aplicaron instrumentos coercitivos, a tono con lo establecido en el Decreto Ley 200 sobre Contravenciones en materia de Medio Ambiente, con el objetivo de sancionar a los responsables de las entidades incumplidoras.

Pero lo más reconfortante en este caso no sería el incremento de multas y medidas disciplinarias a los infractores, sino que todos ganen en conciencia sobre la necesidad de que los aceites usados no estén a mal recaudo, para que el reciclaje de esos desechos perjudiciales no sea sinónimo de contaminación, sino eficiente contribución al ahorro de combustibles y reducción de las agresiones al Medio Ambiente.