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tromenta tropical andreaLa gráfica muestra el punto de formación, el pasado 20 de mayo, de la anticipada tormenta tropical Andrea, primera de la actual temporada ciclónica en el océano Atlántico.

Aún con heridas abiertas por los meteoros Matthew e Irma, Cuba recibe la temporada ciclónica 2019 en el océano Atlántico, el golfo de México y el mar Caribe, durante la cual se apresta a enfrentar 11 tormentas tropicales, de las cuales seis pudieran convertirse en huracanes, organismos con vientos superiores a 118 km/h como promedio en un minuto.

Del primero de junio y al 30 de noviembre se enmarca el peligroso periodo en nuestra área geográfica, en que radares, aviones y satélites siguen las condiciones del tiempo en busca de señales como la emitida anticipadamente por Andrea, desde el Atlántico Norte, primera depresión tropical de la temporada 2019.

Esta vez, los ciclones que transiten por el circuito atlántico-caribeño se nombrarán, por su secuencia alfabética, Andrea, Barry, Chantal, Dorian, Erin, Fernand, Gabrielle, Humberto, Imelda, Jerry, Karen, Lorenzo, Melissa, Nestor, Olga, Pablo, Rebekah, Sebastien, Tanya, Van, Wendy.

Los apelativos de las tormentas en la cuenca del Atlántico omiten las letras Q, U, X, Y y Z, y se alternan entre denominativos masculinos y femeninos. Hay seis listas de 21 nombres, y cada una se recicla cada seis años, por lo cual la de 2019 se utilizará nuevamente en 2025.

Cuatro nombres jamás repetirán en la lista: Gustav, Ike, Paloma y Matthew, por las grandes calamidades humanas que provocaron en el área geográfica donde se inserta Cuba, en la cual destruyeron miles de viviendas, dañaron miles de hectáreas agrícolas y provocaron astronómicas pérdidas económicas.

El eufemístico Matthew, que en hebreo significa “Regalo de Dios”, fue reemplazado de la lista por "Martín", el cual aparecerá en la temporada 2022.

Anteriormente se retiraron Flora, Camille, Andrew, Mitch y Katrina, de triste recordación por los terribles daños que infligieron.

Meteorólogos cubanos estiman que durante el 2019 la actividad ciclónica será normal y las probabilidades de que un huracán afecte el Archipiélago será del 40 por ciento, en tanto señalan como época pico de ocurrencia entre agosto y octubre, con actividad máxima en la primera quincena de septiembre.

No obstante, la perspectiva exige preparación y alerta para proteger vidas y prevenir-disminuir daños que mucho se hicieron sentir en 2016 en regiones como Baracoa y Maisí, por solo mencionar estas zonas.

Un ciclón tropical es un gigantesco remolino de ciento de miles de kilómetros cuadrados que se forma por bajas presiones atmosféricas, generalmente en zonas marítimas cálidas (26 grados Celsius o más), en cuyo derredor giran los vientos en contra de las manecillas del reloj (Hemisferio Norte) y a favor de aquellas en el Hemisferio Sur.

Cuando las condiciones oceánicas y atmosféricas les son favorables, la baja tropical puede evolucionar hasta convertirse en huracán, tras registrar vientos superiores a los 118 kilómetros por hora.

La escala Saffir-Simpson es la que permite clasificar los meteoros a partir de la velocidad de sus vientos: categoría Uno, de 118 a 153 kilómetros por hora; Dos (154-177), Tres (178-209), Cuatro (210-249) y Cinco (más de 249 kilómetros por hora).

Los pueblos mayas usaban la palabra hurakán para designar al Dios que, según creían, esparció su aliento sobre caóticas aguas durante la creación de la Tierra, de donde se estima deriva el vocablo que genéricamente designa al destructor fenómeno meteorológico.

El nombre propio de cada evento se remonta a siglos atrás, cuando se le bautizaba con el patronímico del Santo correspondiente en el Santoral al día en que batían zonas específicas.

En la primera mitad del pasado siglo, meteorólogos militares los enumeraban y, a partir de 1953, se les bautizó con apelativos de mujer. Desde 1978 las tormentas del Pacífico se designaron con nombres de uno y otro sexos y, un año después, también las del Atlántico, cuando la Organización Meteorológica Mundial usó sustantivos comunes a los idiomas inglés, español y francés.

Son tres las listas para mencionar las tormentas tropicales, cada una con 23 apelativos desde la letra A hasta la W y, se retiran definitivamente de ellas, a los más devastadores mencionados anteriormente.