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La dejadez que asola la propiedad funeraria de la familia Salcines, bóveda construida hacia la segunda mitad del pasado siglo en el patio primero del cementerio San Rafael, de la capital provincial, fue denunciada por Venceremos en febrero de 2004 cuando publicó el trabajo La irresponsabilidad gana terreno.

El tiempo ha pasado y, a pesar de la denuncia, hasta la fecha nada se ha hecho por devolverle a esa obra diseñada por el insigne arquitecto local José Lecticio Salcines Morlote (1889-1974), la antigua belleza de sus monolíticas paredes, talladas con la única cruz teutónica del camposanto.

Rafael Ferrert Caldentey y Virmán Pupo Cisneros, director de la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos, y jefe de los Servicios necrológicos en el municipio cabecera, respectivamente, coinciden en que años atrás se planificó su reparación por iniciativa de la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción (UNAICC)aquí.

El proyecto quedó en los papeles porque la Empresa de Servicios Comunales, entidad encargada de la atención, control y autorización de labores de cualquier tipo en el camposanto, solo permite la ejecución de enmiendas en las tumbas particulares, previa autorización de la familia o persona que tenga en su poder la propiedad del inmueble.

El título del monumento funerario erigido por el destacado arquitecto se pensó estaba en poder de la familia Morlote, pero no fue así y, para colmo de males, tampoco se conoce la existencia en la ciudad de algún descendiente vivo del auto del Proyecto de Uso Múltiple, que pudiese autorizar los requeridos arreglos.

monumento funerario salcines

El mito circunda las ruinas de dicho mausoleo. Cuentan los más añejos guantanameros que Salcines lo edificó de forma tal, que el obelisco en forma de pirámide truncada que lo corona se divisara desde lo más alto del ecléctico Palacio que lleva su nombre.

El original diseño del panteón, que por razones ajenas a la voluntad local no acoge los restos mortales del ingeniero (descansa en la necrópolis de Colón en La Habana), le confiere prominencia entre las tumbas del entorno del San Rafael y es una pieza singular en la abundante obra de Salcines que anota, entre otras, la Plaza del Mercado, y el colegio La Salle, hoy secundaria básica Pedro Agustín Pérez, y donde estuvo el primer cementerio de El Guaso.

El panteón es una de las joyas de la urbe guantanamera, que este año festeja su aniversario 145 de haber sido reconocida como Villa. Bien valdría la pena reparar la pirámide mortuoria en homenaje citadino a quien también nos regaló un Símbolo para la Ciudad.