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 tiziana cantoneJoven italiana Tiziana CantoneLa joven italiana Tiziana Cantone se filmó teniendo sexo y en aquel momento estuvo bien. “¿Estás filmando? Bravo”, le había dicho a la cámara a sabiendas que no hay nada reprochable en ello.

 

Solo que hace más de un año, dice una nota de la BBC, mandó la filmación a su ex novio y a otras tres personas, que la difundieron en internet con tal “éxito” que tuvo más de un millón de reproducciones. La historia ¿acaba? el pasado 13 de septiembre, cuando ella terminó por quitarse la vida.

 

Solo quería ser olvidada, tenía derecho a ello, pero después de un año y varios intentos por desmarcarse de aquel video –incluida una disputa legal, que ganó-, le fue imposible.

 

El funeral, en un acto de dolorosa ironía, fue televisado y el primer ministro de Italia, Matteo Renzi, dio declaraciones en las que aseguró que como gobierno no había mucho qué hacer.

 

“Es una cuestión cultural”, concluyó el político italiano y esa la cuestión. Cierto que, con la irrupción de internet en el escenario público, ya viene siendo hora de actualizar las leyes pero sobre todas las cosas, en la práctica social, donde puede convertirse en cultura, en arraigo, lo primario a la hora de las transformaciones.

 

Tiziana no es la primera. Ni, por desgracia, la última. El ciberbulling, como ya se le conoce al descrédito de las personas usando las redes sociales, parece estar de moda, y los cubanos, que recién entramos al mundo del internet gracias a la apertura del acceso público a la red de redes, debemos tomar nota.

 

Cualquiera pensaría que tras cinco décadas de instrucción gratuita estaríamos servidos, pero países con niveles de educación similares y hasta superiores al cubano tienen al cyberbulling como un problema, de modo que los títulos académicos parecen no ser suficientes.

 

Porque tampoco es un fenómeno nuevo, el de desacreditar al otro. Solo cambia el soporte y el alcance de la burla, que trasciende todas las fronteras en esta aldea global a la que nos sumamos con un aparentemente simple clic.

 

Lo que ocurre en un espacio íntimo, lo que ocurre en un barrio, en una ciudad, es visto por millones de personas que, en ese acto, convierten lo local, lo privado en público.

 

Internet es la gran vitrina, la que nunca olvida. Y eso, que parece simple, no lo es: una travesura de juventud que publicaste en red, tus relaciones, tus gustos, tus afectos, una vez on line, permanecerán por siempre.

 

Hace falta mucha observancia para que no se crucen barreras. Mucho cuidado y muchísima cultura, porque Cultura es la palabra y la esencia en tiempos en los que un trato humanitario con los demás y el respeto a la privacidad y la diversidad se convierten en una forma de no violencia.

 

Hay mucho en juego. Más nos vale andar atentos.