Las despulpadoras ecológicas revolucionan el beneficio del café en las serranías guantanameras con alta eficiencia y preservación medioambiental.
La tecnología trepa a las montañas, busca las arrias y éstas la encuentran; es así, en la despulpadora de La Zona, sitio donde hombres y bestias encuentran un respiro. Desde muy temprano desafían la humedad del bosque, a cuyo amparo el cafeto les regala frutos que llenan morrales y completan quintales que al atardecer, a lomo de mulos, transitan una y otra vez, desde lo alto, hasta el ingenio que convierte la semilla púrpura en dorados granos.
Se llaman despulpadoras y ahora las apellidan ecológicas, porque erradican la contaminación que sus antecesoras, tradicionales, provocaban al desbordarse las lagunas de oxidación y por vertimiento envenenaban cuencas y cauces con los agresivos resultantes del beneficio del café.
En San Antonio del Sur, escenario de la incursión periodística, se cuentan tres despulpadoras ecológicas que benefician los acopios de Puriales, Quivijancito y La Zona, las dos últimas áreas, junto a El Chote, con producciones de “alta tasa” (calidad superior) por cosecharse en alturas de entre 600 u 840 metros sobre el nivel del mar.
“En el futuro –comenta Romilio Ordúñez Lobaina, director de la UEB beneficio húmedo de café y cacao de Puriales de Caujerí- todas las despulpadoras serán ecológicas y habremos sustituido las tradicionales que aún tenemos, empezando este año por La Vega, hasta transformar Dos Brazos, El Chote, Maya y Los Mulos”.
Cuenta que avanzan en paralelo los proyectos de renovación tecnológica y la recuperación cafetalera del municipio y en ese punto recuerda: “El huracán Matthew afectó la totalidad de las plantaciones: derribó los árboles y anuló la sombra que requiere el cultivo; provocó deslizamientos de tierra, horadó canales que afectaron áreas sembradas y los viales…
Terminado el proceso (excluye la fermentación) el grano lavado pasa directamente al secadero.
También dañó despulpadoras, sus estructuras, techos, cercas perimetrales, almacenes, áreas de plátano fruta… y, como si fuera poco, atrás vinieron Irma y María para impactar el proceso de recuperación.
“No obstante -aseguró Ordúñez Lobaina- la zafra cafetalera que recién comienza la estimamos en unas 46 toneladas, de las cuales 40, es decir, el 90 por ciento pasarán por los centros de beneficio y podrán destinarse a la exportación”.
Con la vista en el futuro el director de la UEB menciona a la Cooperativa de Créditos y Servicios Cobaldo Reyes como un ejemplo del rumbo seguido por los caficultores de San Antonio del Sur. Los 54 asociados poseen allí 95 hectáreas del rubro, 56 de las cuales ya están renovadas en un proceso iniciado tras Matthew, cuyas plantas entran en producción el próximo año y el resto lo harán hacia el 2020, y asegura: “para el 21 la revitalización cafetalera allí será completa”.
El pretendido lo sustenta Luis Bell Diéguez, presidente de la CCS, desde sus propios predios, en medio de jóvenes cafetales donde la sombra no solo la dan júcaro, júpiter (piñón florido), framboyanes y otros gigantes del bosque; también guayabas, naranjas, plátanos y otros frutales.
Los pájaros trinan como alegres por el inicio de la cosecha, que ya pasa unas 45 latas diarias como promedio por la despulpadora de La Zona, a donde la llevan cada tarde las arrias con sus acompasados cencerros.
(Lata, medida habitual del campesino. Volumen de granos contenidos en ese contenedor de cinco galones, equivalente a unos 12 kilogramos. Nota del redactor NdR).
Romilio Ordúñez: “En los próximos años las ocho despulpadoras de San Antonio del Sur serán modernas y ecológicas”.
“Comenzamos, como quien dice, calentando el brazo, recogiendo café vano, cariquemado, broqueado y seco que no da calidad, es de tercera, o cuarta categoría y se paga al productor entre 87 y 49 pesos la lata (cifra redonda, NdR), pero en la medida que avance la cosecha otro gallo comienza a cantar.
“La zafra transcurre entre septiembre y diciembre y pronto el acopio mejorará la calidad y con ello el ingreso de los productores. Café de segunda 135 pesos por lata y 161 el de primera, categoría esta última que deberá tener al menos el 80 por ciento de todo el beneficiado, cuyos volúmenes diarios superarán las 400 latas cuando la zafra esté en su apogeo”.
Los precios son atractivos –reconoce- y los ingresos serán mayor en la medida que los campos renovados aumenten la producción a partir de las variedades que introducimos, de alto rendimiento y resistencia a las enfermedades como las Isla, Catimor Rojo y la experiencia que adelantamos en una hectárea con posturas injertadas de arábigo en patrón robusta.
“El salto agrícola viene acompañado del tecnológico industrial –precisa Gilbert Romero Castro, jefe de la planta de beneficio-: la despulpadora ecológica Penago, de procedencia colombiana, tiene capacidad para procesar dos mil 500 kilogramos de café por hora (unas 200 latas), tiene muchas ventajas y humaniza el trabajo.
“Digamos que con la tecnología anterior teníamos que emplear 90 litros de agua por cada lata de café procesada, imagine la cantidad que enviábamos a la mostera que muchas veces, desbordada, vertía agresivos contaminantes al río Sabanalamar… se requerían tanques fermentadores, sacos para tapar el café en esa etapa, en fin, el salto es significativo”.
Luis Bell: “Renovamos la totalidad de las áreas cafetaleras y para el 2020 estaremos cosechando con altos rendimientos producciones de alta calidad”.
La tecnología en expansión no emplea la fermentación y consume solo 10 litros de agua por lata de café, la cual se recircula en proceso continuo, mientras el café al instante de lavado va a los secaderos, ahorrando tiempo y fuerza de trabajo; en tanto los residuales disminuyen y pueden utilizarse en la lombricultura (cascarilla) y para alimento animal y vinagre la pulpa, entre otros usos.
El paralelismo cursa armónico en la serranía cafetalera, para los agricultores con la promesa de crecimientos productivos por la renovación de plantaciones; para los “industriales” con maquinarias más eficientes que humanizan la faena y mejoran los salarios, superiores a mil 200 pesos en tiempo de zafra y en el “receso” nada inferiores porque entonces también son, desde los bancos de posturas, productores de café.
Gilbert Romero: “El salto cualitativo con esta tecnología es asombroso desde todos los puntos de vista”.
