La granja número 8 Ciro Frías, de Manuel Tames, crece, eso me dice Ernesto Parra Nápoles, su director desde hace ocho meses, mientras precisa en los informes administrativos las últimas cifras.
Su oportunidad es el resultado de un final infeliz, un Niceto Pérez sin pastos ni agua suficientes para sustentar las necesidades de su enorme masa ganadera que obligó a la Empresa Pecuaria Iván Rodríguez a mirar al noreste.
“Se adoptó -precisa el directivo- la alternativa de traer 6 mil 700 cabezas a los potreros que tenemos beneficiados por un río que no se seca, a nuestro centro de recuperación, pero también gracias a varias hectáreas sembradas de caña de azúcar y que nos fueron cedidas por el grupo empresarial Azcuba”.
Es el plan. Y uno bueno que además pudiera sacar a la granja número 8 del impase en que se encontraba, debido a una masa pobre, pastos insuficientes de acuerdo con lo normado o difíciles de aprovechar por falta de maquinaria, y consanguinidad debido a un nulo trabajo de cruzamiento y mejora genética a partir de la inseminación artificial, que deprime las cualidades de los animales.
La raza que prevalece en el intrincado poblado del municipio Manuel Tames, es la Brown y la cruzada, y no la Cebú, la más resistente y recomendable para la ceba, reconoce Parra Nápoles.
Una salida, la primera y todavía una apuesta a futuro, es la llegada en los próximos días de 25 sementales Cebú provenientes de las áreas de Niceto Pérez, adonde irán igual cantidad de machos de la Ciro Frías, y el compromiso de volver a tomar las riendas de la reproducción reactivando la práctica de la inseminación, refiere.
La promesa más inmediata, empero, son las miles de cabezas de ganado en camino, -de las cuales 112 ya mejoran su estado en el centro de recuperación de Ciro Frías - a las que, de acuerdo a cómo se comporte la lluvia y los tiempos, pudieran sumársele otras dos mil, según adelantó
Jorge Luis Mendoza, director de la Iván Rodríguez, desde Niceto Pérez.
Veintisiete caballerías, más de 362 hectáreas sembradas con caña de azúcar, sustentan en principio el incremento de la masa, aunque Parra Nápoles sostiene que la tierra actual -casi 9 mil hectáreas- podría asimilar hasta dos mil nuevos animales.
“Empezamos a cercar un corral de ocho hectáreas para soltar, este mes, a las primeras reses que salgan del centro de recuperación, y seguiremos en ese proceso de delimitación hasta cubrir todo el espacio, para lo cual tenemos garantía de alambre”.
De por sí, el área de tierra es valiosa, pero en las actuales condiciones ayudan también las extensas áreas de caña todavía jugosa que compensará la escasez de pasto verde que las reses arrastran de las carestías de los últimos meses en Niceto Pérez.
Un margen, además, para que la Ciro Frías se afinque en la producción de alimento animal para los meses venideros, lo que al decir del directivo implicará un cambio en la variedad del forraje, que los salve de las dificultades para cortar en tiempo el kingrass un proceso que, asegura, es muy difícil de forma manual.
Ante las nuevas circunstancias, Tames dispone de hombres con experiencia en la actividad pecuaria, afectados por los vaivenes de la granja, que pasó de tener una masa considerable a una muy deprimida en cuestión de un lustro, pero presentes y seguramente dispuestos a sumarse a los 93 trabajadores actuales de la Granja.
Sobre el particular, al directivo le preocupa la desmotivación que llegaron con los bajos salarios que reciben desde finales del pasado año, cuando colapsaron las finanzas de la empresa sobre todo debido a la caída en la producción de leche.
Otros puntos álgidos, a estas alturas, son la necesidad de mejorar la raza del enclave ganadero y la siembra de pasto suficiente, garantía de la historia presente y futura de la Ciro Frías, donde se garantiza pienso de producción nacional, sal y otros insumos, pero existen menos de 40 hectáreas sembradas de forraje para una masa que supera las mil 300 cabezas de ganado.
Mientras tanto, la llegada de nuevas reses implicará un incremento de los planes de entrega de carne a mediano y largo plazo, e inmediatamente la garantía de cumplir las 130 toneladas de carne pactadas para este año, aunque el reto será incrementar el peso promedio para disminuir el número de animales que deberán ir al sacrificio.
Los planes de venta a la industria de carne vacuna y de búfalo, de momento, marchan según lo planificado para la etapa, con un peso promedio de 370 kilogramos por animal. Entretanto, en las corraletas del sistema semiestabulado que se aplica en la granja, se ceban 300, de los cuales casi 200 son toretes en desarrollo.
La suerte, de nuevo, está echada.
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