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El faro de Punta de MaisíAquel 4 de octubre quedará en la memoria de los maisienses, cada cual con una historia diferente que contar, pero con su historia. Una noche de aquellas que parecen no terminar, hasta que despiertas y te percatas que la pesadilla continúa.

Erasmo Huranga Leyva, torrero del faro ubicado en Punta de la Hembra, a pocos metros de la Punta de Maisí, narra hoy con desenfado aquella noche. Sin embargo basta mirar sus ojos para descubrir que, por mucho tiempo, perdurará el aterrador recuerdo de ese día.

¿Qué tiempo lleva usted trabajando en el faro?

Tengo 22 años de estar viviendo aquí. Soy de Santiago de Cuba, pero como esta es una tradición familiar desde mi bisabuelo español, me trasladé hacia Punta de Maisí para relevar a un tío y continuar con esta práctica.

Mi bisabuelo se hizo torrero aquí en el Faro de Maisí, conformó la familia los Huranga, le siguió los pasos mi abuelo, seguido mis tíos y bueno, ahora yo.

Usted fue el torrero que estuvo de guardia la noche en que tocó tierra el huracán Matthew. ¿Cómo se prepararon para enfrentar el fenómeno meteorológico?

Nosotros conocíamos del huracán por medio de las noticias y el puesto de mando de nuestro organismo, así que nos dimos a la tarea de preparamos para enfrentar el meteoro: protegimos las casas, las ventanas, las puertas. Pusimos a buen resguardo nuestros bienes y los de las oficinas. Tomamos todas las medidas para cuando viniera.

Mucho antes de tocar tierra el ciclón ya sentíamos las rachas, estamos muy cerca del mar y en uno de los extremos de nuestro país, así que ya se puede imaginar. Para entonces ya estábamos ubicados en el salón de protocolo de la instalación, donde nos resguardamos dos de las tres familias que vivimos aquí en el faro, la del jefe de torrero y la mía. Ahí estuvimos hasta el otro día.

¿Cómo transcurrió esa noche?

¡Uf! – exclama. Esa fue una noche pésima e inolvidable. Nadie pudo dormir por el ruido de los vientos, sentíamos cuando se caían las tejas de la casa y rodaban al suelo, -sonaban muy fuerte- inclusive por nuestra cercanía a la mar, entraban por las rendijas de puertas y ventanas la arena. Sabíamos que la mar no iba a penetrar hacia el faro, pero la fuerza del viento era tal que arrastraba la arena y con la lluvia se introducían por donde le expliqué.

Fue una noche dura, sentíamos miedo que se fuera a romper la ventana o la puerta y penetrara la masa de agua. Tengo cuatro hijos, uno de ellos es muy pequeño, por tanto me perturbaba la idea que entrara todo ese torrente de aire y lluvia y les fuera a suceder algo.

Cuando al otro día pudimos salir y vimos el desastre que dejó a su paso la tempestad en el área alrededor del faro fue muy duro. El techo de mi casa que era de madera con tejas francesas fue completamente destruido.

Erasmo Huranga Leyva torreroErasmo Huranga Leyva, torrero del faro narra la noche del paso del meteoro.

¿Qué daños ocasionó el huracán en esta zona, denominada también El Faro?

El daño más fuerte que dejo Matthew fue en las cubiertas de las casas, del almacén, el cuarto de máquina, oficina. Todo voló completamente.

Las otras dos viviendas y el salón de protocolo, aunque tienen cubierta de placa poseían tejas francesas para darle al sitio un estilo colonial, y todas ellas se las llevó la tormenta.

En el caso del faro no sufrió ningún daño, ahí usted lo ve firme y guiando a todos los navíos. Matthew no pudo con él.

Ahora tenemos una brigada de Santiago de Cuba y Guantánamo que llegaron al segundo día de haber transcurrido la inclemencia y nos están ayudando a levantar todo de nuevo.

¿Tenía usted otras experiencias de eventos meteorológicos de este tipo?

¡Sí, pero nunca como este! -exclama-, primer huracán que veo tan fuerte porque lo de Matthew fue muy grande. Le comentaba a mi esposa que antes no había ocurrido fenómeno igual. Fue un evento meteorológico muy agresivo.

Aquí hemos sentido rachas de ciclones que han pasado hacia el norte o hacia el sur, pero no nos han hecho tanto daño, solamente se han llevado las tejas del pasillo del faro. Son rachas que se han sentido fuerte, pero como las de ahora de este huracán, jamás había visto ni sentido algo así, primera vez en mi vida.

¿No pensó en algún momento evacuarse usted con su familia en un sitio alejado de las inundaciones costeras?

Es cierto que las familias pudieron haberse evacuado en las cuevas cercanas, pero nosotros los torreros tenemos el principio de permanecer en el faro por encima de cualquier cosa, la protección del faro es nuestro principal deber. No podemos abandonar el faro, ni en tiempo de huracán, ni de guerra, ni en cualquier otra situación excepcional: tenemos que persistir en el faro.

Nuestras familias por el sentido de pertenencia hacia este lugar decidieron quedarse y más que existía un lugar seguro donde estar.

¿Cuál es el estado de ánimo de su familia después de todo lo que ha ocurrido?

Bueno, ahora está algo abrumada por todo lo que ocurrió, no es fácil perder tu techo, y estar en un sitio que no es tu espacio, pero con los días todo volverá a la normalidad y con la asistencia de la empresa, los compañeros de la brigada y la ayuda que estamos recibiendo vamos a retornar a la casa y tener de vuelta nuestra vida cotidiana.

Erasmo, ¿quién de su familia cree usted que le suceda en la protección de la torre?

Pienso que cuando me retire se quede mi hijo menor que tiene cinco años. Esto continúa –sonríe- y espero que así suceda con mis nietos y bisnietos y de ahí en lo adelante.

El Faro de Maisí tiene un reflector de 27 millas náuticas de alcance, ¿no se apagó ni por un instante aquella noche?

No, el sistema de funcionamiento del faro no permite que deje de brindar luz blanca. Su sistema de batería con una potencia de 3 790 bujías y un alcance geográfico de 17,7 millas hace que su reflector siempre brinde guía a la navegación marítima y aérea.

Así mismo es la Revolución para nosotros, que aun en los momentos más difíciles ofrecerá luz a su pueblo.

El Faro Concha, de 155 años de "edad" y altura de 121 pies, resistió los poderosos embates del huracán Matthew en medio de aquella terrible noche del 4 de octubre. Su blanca luz se mantuvo firme, marcando este extremo de la Isla, en medio de tanta tenebrosidad.