¡Hola, amigos de Contigo! El cubano es, por naturaleza, ocurrente y bromista, y siempre ha buscado la manera de demostrarlo a través del lenguaje. Desde enviar un mensaje hasta dar un consejo, los refranes en la expresión oral son una forma aguda y picaresca de evocar nuestro carácter jovial y desenfadado.
El refranero nacional inicia con la llegada de los españoles. Este se ha enriquecido con el paso de los años y las vivencias populares. Por eso es muy común escuchar: “Como decía mi abuela...” seguido de un refrán, pues su transmisión generacional, además del ingenio, los vuelven parte fundamental de nuestra cultura.
Son indispensables en la esencia de lo cubano, porque representan la creatividad en momentos difíciles, y porque “la gracia de cada refrán es decirlo en el momento y el lugar donde van”. Hoy compartimos anécdotas sobre el origen de algunos dichos populares.
Hijos de la Madre Patria
Algunas de las expresiones más usadas en el país tienen raíces españolas. Así, según Samuel Feijóo, escritor y artista cubano, en Del piropo al dicharacho, Bicho malo nunca muere es la forma actual de Vaso malo nunca cae de mano.
¿De dónde quebró esta astilla? Desde mal madero puede considerarse el antecedente español de De tal palo, tal astilla. Cuando una situación tiende a empeorar se suele decir que Éramos pocos y parió Catana, sin embargo, hace varios siglos, se usaba la frase No cabemos al fuego y parió mi suegra. Esto reafirma la ya conocida influencia española en la idiosincrasia nacional.
La hora en que mataron a Lola
Esta peculiar forma de referirse a las 3:00 de la tarde tiene su origen en una leyenda popular cubana. Se dice que Lola halló la muerte a manos de su esposo, quien la encontró engañándolo con otro hombre.
Aunque es difícil localizarlo geográficamente, se piensa que el hecho ocurrió en la primera mitad del siglo XX, y se popularizó cuando Ramón Grau San Martín, entonces presidente del país, al acabar un discurso cerca de las 3:00 pm, expresó: “¡(...) son las tres de la tarde, la hora en que mataron a Lola!”.
La hora de los mameyes
Se usa para referirse a un momento de acción inmediata o La hora de la verdad, como también se dice. A raíz de la ocupación inglesa de La Habana, en 1762, se implantó, al caer la tarde, un toque de queda para evitar posibles reyertas. Las calles se inundaban de soldados británicos que lucían un uniforme de color rojo, y que el ingenio popular comparó con la tonalidad de un mamey. De ahí el origen del nombre.
La gatica de María Ramos
María Ramos era una hermosa mujer que vivía en la barriada habanera de Jesús María, y que por designio de su esposo y proxeneta Virgilio se dedicaba a la prostitución. Cierto día, la joven acudió a la estación de policía porque encontró muerto a su cónyuge en la cocina, con una herida en la cabeza.
Cuando las autoridades se presentaron en la escena hallaron junto al cuerpo una piedra usada normalmente por María para machacar la carne y las especias. A pesar de declararse inocente, la muchacha fue inculpada por el delito. Durante el juicio, al cuestionarla sobre lo sucedido respondió: “La única que estaba en casa era mi gatica Mimí. Pregúntaselo a ella”.
Al día siguiente, el Diario de la Marina publicó una caricatura del animal en pose amenazadora, agarrando una piedra de color negro. El pie de foto de la imagen decía: “La gatica de María Ramos dio la fatal pedrada… pero ¿con qué manos?”. Así surge la popular historia de la felina que, tras cometer una fechoría, esconde las garras.