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GuilarteJuan Guilarte Frómeta.El 30 de junio de 1961 surge nacionalmente la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), para aglutinar a ese sector, representarlo, tramitar sus demandas y sumarlo a la construcción de la nueva sociedad con todos y para el bien de todos.

A dos meses del ataque mercenario por Playa Girón y la primera derrota del imperialismo en América Latina, se imponía reforzar todos los frentes de lucha, y la cultura era un eje principal. La creación de la Uneac y el pronunciamiento del discurso Palabras a los Intelectuales, del Comandante en Jefe Fidel Castro, marcaron una nueva etapa en la transformación y enriquecimiento espiritual del pueblo.

“Era una necesidad impostergable, tanto para la máxima dirección del país, como para los exponentes del arte y la literatura”, afirma Juan Guilarte Frómeta, veterano miembro de la organización, quien tuvo la tarea de fundar la filial provincial como parte del proceso de masificación de la Uneac.

“El Partido, como órgano rector de la política nacional me dio la tarea de gestar todo junto a especialistas de distintas manifestaciones -detalla Guilarte-, y el 4 de agosto de 1987 tras un largo proceso de revisión de expedientes, creamos la Unión guantanamera, con representantes de literatura, música, artes escénicas, plásticas, cine, radio y televisión, esta última aglutina a los que trabajan los audiovisuales, locutores, realizadores de sonido, directores...”

Aquella idea de darle voz y poder a los artistas y escritores en provincias fue otra acción trascendental de la Revolución y del Comité Central del Partido. No fue casualidad la selección de la fecha fundacional en el Guaso en homenaje a aquellos jóvenes guantanameros del Movimiento 26 de Julio, fallecidos el 4 de agosto de 1957.

“Con el orgullo de encarnar el espíritu revolucionario de los mártires locales, la vanguardia de la cultura inició sus primeras tareas -puntualiza el reconocido locutor radial-. Fuimos el medio, el camino para materializar sueños, ser más visibles, intercambiar, proteger el arte y estimular la creación. Pero también para denunciar los problemas de la sociedad, éramos como decía Martí, arte entre las artes y en el monte, pues monte éramos.

Dedicada a crecer en membresía mientras redimensionaba su quehacer, la organización promovía, además, iniciativas socioculturales comunitarias, como laUneac fuerza Cruzada Teatral, gestionaba locales de ensayo para los músicos y actores, exigía la reanimación de teatros, la ampliación de las instituciones culturales, el derecho a una editorial, a las escuelas de arte, sueños que hoy son realidad.

“Dondequiera está nuestra huella y, por demás, casi todo el personal funge como educador, para eso se tiene la sapiencia y la calidad artística que identifica a lo más selecto de la cultura guantanamera -significa -. Estar aquí no es un premio, cargamos con la altísima responsabilidad de salvaguardar la sensibilidad y el patrimonio del pueblo.

“Por eso te puedo asegurar que fuimos y somos una luz para muchos. Aquellos primeros entusiastas: Jorge Núñez, Ángel Laborde, Oscar Nelson, Ramón Moya, Antonia Luisa Cabal... éramos pocos, pero con el tiempo fuimos multiplicándonos con el apoyo de la Asociación Hermanos Saíz, la prensa, el Gobierno, las Casas de Cultura, con los que establecimos alianzas imperecederas”, asegura Guilarte.

Más de tres décadas lleva la organización artística laborando en Guantánamo. En ese periodo, grandes fueron los desafíos, pero ese grupo de intelectuales supo corresponder a la confianza fidelista: con la Revolución todo, contra la Revolución nada.

“En la Batalla de Ideas, el periodo especial, ante las migraciones, en la lucha contra la vulgaridad y el mal uso de los símbolos patrios, la Uneac ha sido líder y defensora de las mejores prácticas, en observancia estricta de la Constitución de la República”, señala Juan Guilarte y continúa:

“Las inquietudes nuestras no se limitan al arte y a los libros. Basta revisar las actas de las reuniones, para ver la pluralidad de preocupaciones que tienen los creadores, sobre el ámbito social, económico, político, dondequiera que exista un problema tratamos de dar nuestra visión, porque ahí yace un aporte fundamental como el eslabón cardinal de la cultura”, concluye.