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Cada mes de febrero se celebra en la capital cubana  un evento que representa una fiesta para los bibliófilos  La feria del libro.

Para los aficionados a la lectura asistir a este evento literario es vivir experiencias que van más allá de “ comprar libros”, es recorrer cada stand  descubriendo nuevas ediciones, autores , obras , es reencontrar un viejo amigo, compartir con tus seres queridos,, improvisar un picnic con toda la familia reunida, tenderse en el césped y disfrutar de la lectura de un libro recién comprado, contemplar la bella vista de La Habana desde el otro lado de la bahía, observar  a los niños corretear y divertirse.

Sin embargo, es pertinente que no se pierda la esencia de la Feria, que no es otra que cultivar el amor por la lectura nacional y universal,  así como incentivar a las nuevas generaciones a adentrarse en este instructivo y apasionante mundo.

No solo debemos asistir a alimentar el cuerpo de comida chatarra  y si de espíritu, de capacidad de percepción, del humanismo y la empatía que despierta en el ser humano leer.

 No visitemos la feria para llenar nuestras bolsas de bisuterías caras e inútiles y salgamos con manos  y mochilas repletas de volúmenes .

Es esta cita anual una fiesta para los lectores, no para los revendedores, donde deben prevalecer pabellones abarrotados de libros, no de caramelos y galletas.

Lo coherente es acercarse a un stand atraídos por una melodiosa voz que diga: Acérquese !!!  Y no por el pregón del pan con lechón.

Decía Martí” La lectura estimula, enciende, aviva y si se es capaz de lo grandioso, se queda en mayor capacidad de ser grande.  Y si se despierta al leon noble y de su melena robustamente sacudida caen pensamientos como copos de oro”

Hagamos honor a la premisa martiana que acompaña esta trigésimo tercera edición: leer es crecer "y  volvámonos inmensos de alma .

 

Tomado de Cubahora