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parapenteEl parapente es un deporte de alto riesgo, que requiere de mucha disciplina y concentración. El parapente es una actividad deportiva que consiste en despegar desde una elevación o el llano, aprovechando las corrientes ascendentes del aire. Tiene igual nombre el equipo que se utiliza, compuesto por la vela, silla de vuelo o arnés, paracaídas de emergencia y casco.

“Para volar, primero hay que orientar la vela perpendicularmente a la dirección del viento. Luego hay que comprobar que todas las cuerdas del equipamiento estén desenredadas y se conecta el ala a la silla.

“Con el asiento puesto y la seguridad comprobada, comienza una carrera ligera de frente al viento, así el aire entra, dándole forma al ala, la cual comienza a ascender, mientras continúas la carrera, percibes como poco a poco tus pies se alejan del suelo.

“Ya en el aire, y con los controles en la mano para dirigir el equipo, vas descubriendo, junto a las aves, la libertad de volar”, describe Tristán Terrero Frómeta, piloto experimentado del Club de vuelo libre Halcones del Abra, fundado en los años 90 del pasado siglo y con sede en el municipio de San Antonio del Sur.

Aunque desde el 2002 no se practica en las habituales áreas sanantonienses de las montañas del Pan de Azúcar y Mariana, el club se mantiene activo, como lo demuestra el tercer lugar nacional de parapente y segundo del país en competencias de precisión, alcanzados el 12 de este mes.

“Hay quienes dicen que para volar parapente solo se debe ser valiente. No es necesario un cuerpo atlético, tampoco contar con una gran técnica.

“Se recomienda un mínimo de condición física cuando vas aprendiendo, porque se necesita fuerza y coordinación, y mucha práctica, sobre todo, en el suelo, lo que te permite dominar la vela. Lo que viene después es poner atención al viento y dejarse llevar”, explica Reynesi Pérez Samón, presidente de Halcones del Abra, quien acumula más de 20 años de experiencia en este deporte.

Los primeros miembros del club, cuenta el presidente, fueron exintegrantes del equipo de paracaidismo de Guantánamo. Luego de un curso convocado por la escuela Madrid al Cielo, que graduaba en aquel entonces a instructores de parapente. Los capacitados en 1995 formaron un grupo de aficionados que fueron los primeros practicantes del deporte de vuelo libre en San Antonio del Sur.

“Para esa fecha, Guantánamo contaba con una membrecía numerosa y se convirtió en el segundo territorio, después de la Isla de la Juventud, en la práctica parapentista”, comentó Juan Barrientos Columbié, vicepresidente del club de los deportes aéreos en la provincia.

De ahí inician las primeras competencias nacionales de parapente, en las que se obtuvo el segundo lugar. Reynesi Pérez Samón alcanzó el primer puesto en Carrera a Gol y segundo en Recorrido por Baliza, eventos que se realizan dentro de la competencia.

“Más tarde, San Antonio del Sur fue sede de certámenes a nivel de país, ganando el club local los campeonatos nacionales por tres años consecutivos hasta el 2001, y subcampeones en el 2002. En el 2010 el piloto Abel Trimiño se convirtió en titular nacional en la modalidad individual”, explica Barrientos Columbié.

Hace más de 20 años se realiza en la ciudad de Baracoa el Festival de los Deportes aéreos 13 de Agosto, dedicado al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, dice el vicepresidente. En el evento, que era solo para el vuelo de paracaídas, se incluyó el parapente y el paramotor por la calidad de los pilotos y el aumento de los practicantes en esas modalidades.

Actualmente, en el equipo de parapente hay 14 pilotos, todos sanantonienses, los cuales hace más de ocho años deben viajar a otras provincias como Granma y Santiago de Cuba para realizar sus prácticas.

Pérez Samón explica que mantener activo a los aeronautas bajo estas circunstancias ha provocado la disminución del rendimiento de los practicantes, además de que el equipamiento que utilizan está obsoleto y no es posible comprar uno nuevo, el precio es muy caro en el mercado internacional.

Alzando el vuelo

“Volar parapente ha sido una experiencia única y hasta divertida. Recuerdo cuando empezaba, siempre caía, hasta que aprendí a levantar campana desde tierra”, comenta Ener Milton Sánchez del Campo Guindo, quien fuera integrante del club Halcones del Abra por más de cinco años.

“Luego todo era muy fácil, despegar, volar y aterrizar. Llegaba con mi mochila en la que traía el equipo. Los pilotos instructores hacían las mediciones del viento, del clima, si iba a llover y a las 10 de la mañana: ¡a volar!

“Para ser piloto de parapente hay que tener conocimientos de meteorología, aerodinámica y de los fenómenos atmosféricos que actúan antes y después del vuelo”, explica Tristán Terrero Frómeta, fundador del club.

Hay que conocer el equipo, las normas de tráfico, saber en el aire quién es piloto con preferencia y a quién debes cederle el paso. Es conducir por el cielo con leyes de tránsito, se necesita mucha disciplina y concentración para evitar accidentes”, revela.

Planear con el parapente es mágico, dicen quienes lo practican que se ve todo desde otra perspectiva, que es vencer el miedo arriesgándose a disfrutar una sensación que solo provoca el vuelo libre.