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Mientras ascendían al podio en Asunción, con la bandera cubana ondeando a sus espaldas, nuestros jóvenes atletas llevaban más que medallas sobre el pecho. Justo donde late el corazón, un pequeño logotipo tejía su propia historia de victoria: PIO. Como ese hilo tenaz que une la tela al destino, la modesta marca —nacida en la sala de una pequeña casa del barrio habanero de Párraga— había conquistado su espacio en el panorama panamericano.

Detrás de cada costura está el esfuerzo de un negocio familiar donde los sueños se cortan a la medida de la perseverancia. Lo que comenzó como bocetos y agujas en manos de un emprendedor se ha transformado hoy en el símbolo que acompañó el empeño de nuestros deportistas. Tras cada uniforme y cada triunfo se refleja la pasión de Pío Publio Herrera, un cubano reyoyo, sencillo y espléndido anfitrión, que accedió amablemente a compartir con un equipo de Cubadebate su experiencia como productor de ropa deportiva durante los últimos tres años.

En su juventud, este maestro primario ejerció múltiples oficios, pero los vericuetos de la vida lo condujo hasta aquí. Visitar su taller en aquel barrio habanero fue una oportunidad única para conocer al artífice de los uniformes que nuestros atletas lucieron con orgullo en Asunción 2025.

¿Cómo comenzó este proyecto textil dedicado al deporte?

—Todo empezó con mi hijo mayor Daniel, quien ingresó en la selección nacional de karate de la “Córdova Cardín”. Observé que los atletas nuevos no contaban con el mismo vestuario que los de mayor experiencia, así que propuse confeccionar uniformes para ellos. La directora del centro Coralia Márquez Fernández confió en mí y, de ese modo, elaboramos 200 piezas para los recién incorporados. Ese fue el humilde origen de PIO.

¿Cómo dio el salto de una escuela a vestir a delegaciones nacionales?

—Poco después, el entrenador de Daniel me comentó que el director del Cerro Pelado quería reunirse conmigo de cara a los clasificatorios centroamericanos. Comenzamos vistiendo judo, karate, taekwondo, tiro con arco y natación. La marca PIO fue ganando reconocimiento y, más tarde, se unieron municipios de La Habana y las EIDE como la de Mayabeque. En menos de tres años hemos asumido la confección de vestuario para atletas de varias categorías en el país.

¿Qué valores definen su trabajo de confección?

—La calidad y el orgullo de representar son nuestra guía. Un uniforme no es solo una prenda: es la segunda piel del atleta cuando defiende los colores de su provincia en los Juegos Escolares Nacionales o los de Cuba. Cuidamos cada puntada para garantizar comodidad, seguridad y sentido de pertenencia. Trabajamos con dedicación, porque sabemos que nuestros diseños acompañan a campeones.

El diseño de los uniformes para un evento así es crucial. ¿Quién estuvo a cargo del diseño? ¿Cómo fue el proceso creativo para integrar elementos de la identidad cubana con la funcionalidad que exige el deporte de alto rendimiento?

—Es un proyecto colectivo, donde todos aportamos ideas y soluciones, aunque mis hijos son el verdadero sostén. Ambos me apoyan en todo. Mi hijo mayor, Daniel, es médico y residente en Ortopedia. Salió esta madrugada de guardia en el hospital Julio Trigo y, desde temprano, está de pie preparando nuevos diseños. No paramos. Iván, el menor, acaba de cumplir con el servicio militar y este 1.º de septiembre inicia sus estudios de Medicina.

“Cuando algún diseño se nos traba o un pedido específico no alcanza la calidad que merecen nuestros clientes, buscamos asesoramiento. Un amigo diseñador nos ayuda a resolver el entuerto. Además, nos mantenemos investigando constantemente medidas, tipos de tejidos y requerimientos técnicos del alto rendimiento. Junto con mis hijos definimos los colores de la bandera —rojo, azul y blanco—, evitando similitudes con otros uniformes”.

“Decidimos ubicar la bandera en el pecho izquierdo, el mapa de nuestra isla en el costado y pequeños motivos inspirados en nuestra cultura. Así, cada pieza logra un equilibrio entre la identidad nacional y la práctica deportiva”.

Confeccionar toda una delegación en tiempo y forma debió ser un enorme desafío. ¿Cuáles fueron los mayores obstáculos que enfrentaron y cómo los superaron?

—El principal reto fue conseguir los tejidos adecuados para el deporte de alto nivel.  Viajamos al extranjero para importarlos y adaptamos nuestras máquinas para trabajar ese hilo especializado. Además, lidiamos con cortes de energía que obligaron a reorganizar turnos y movernos a otros sitios. A pesar de todo, cumplimos los plazos y entregamos los uniformes a tiempo.

¿Qué características técnicas y de innovación tienen estos uniformes? ¿Cómo se aseguraron de que cumplieran con los estándares de comodidad y alto rendimiento?

—Al asumir el proyecto, me entregaron una muestra del tejido homologado por las federaciones internacionales. En ese momento, localizamos en el país un modelo muy delgado que no cumplía con las exigencias, así que viajamos al exterior para conseguir la licra de dos capas —conocida como licra de agua— que garantiza resistencia, elasticidad, ventilación y rápida evacuación del sudor.

“De vuelta en Cuba, presentamos la tela a cada comisionado de las distintas disciplinas y, una vez aprobada, adaptamos nuestras máquinas para trabajar este material especializado. Así aseguramos un ajuste anatómico, costuras planas que evitan rozaduras y un patrón ergonómico que facilita la libertad de movimientos”.

¿Qué representó para ustedes ver el fruto de su trabajo representando a Cuba en Asunción 2025?

—Fue un desafío enorme y, al mismo tiempo, un motivo de orgullo inmenso. Sabíamos que muchos atletas alcanzarían el podio y, junto con su triunfo, nuestra marca ganaría visibilidad. Cada medalla colgada fue también un trofeo para nuestro esfuerzo: demostramos que una pequeña empresa cubana puede estar a la altura de grandes proveedores.

¿Qué impacto cree que este proyecto tenga en la posterior visibilidad que le pueda dar a su emprendimiento después de esta experiencia?

—Creo que esto nos proyecta hacia el futuro con la confianza de quien ya demostró su capacidad. Contamos con el reconocimiento y el agradecimiento de atletas e instituciones. Pasamos de ser cuatro trabajadores a multiplicar nuestra reputación: ahora valoramos ampliar el equipo, porque el deporte en Cuba no para y queremos responder a cada convocatoria con la misma calidad.

¿Qué sensación sintió al ver el resultado de su trabajo en la delegación cubana? ¿Ha recibido retroalimentación de los deportistas que lo usaron, de los entrenadores, de los federativos?

—Todas las instituciones nos felicitaron. Los directores de las escuelas de alto rendimiento comentaron que los atletas reconocen y aprecian la marca PIO. Ese elogio cotidiano confirma que nuestros uniformes no solo cumplen su función, sino que generan un sentido de pertenencia y orgullo.

¿Cuáles son los próximos pasos de su emprendimiento? ¿Aspiran a ser los proveedores oficiales del deporte cubano?

—A corto plazo, soñamos con que todo aquel que desee lucir nuestras creaciones y mostrar con orgullo los colores que nos identifican como cubanos pueda hacerlo. De hecho, para el inicio de la próxima Serie Nacional de Béisbol, y a solicitud de la Empresa de Comercialización del INDER (ECINDER), nuestras prendas estarán a la venta en el Estadio Latinoamericano, comenzando con la subserie entre Industriales y Cienfuegos. En el futuro, también ofreceremos pedidos personalizados, tanto para niños como para adultos.

“Además, para mí sería un honor consolidarnos como proveedores oficiales en eventos nacionales e internacionales. Desde el primer boceto, trazado sobre la amplia mesa del comedor, soñé con vestir a todos los campeones de Cuba. Ahora, tras Asunción 2025, mi meta es no detenerme: crecer en capacidad, innovar en diseño y seguir acompañando a nuestros atletas en cada victoria”.

“En el horizonte se dibujan nuevos desafíos: los Juegos Centroamericanos y del Caribe, Santo Domingo 2027, y los Panamericanos de Lima. Soñamos con que nuestros atletas lleguen allí vestidos con nuestras prendas, llevando consigo el color, la identidad y la determinación de Cuba, así como el orgullo de una nación que los acompaña en cada paso. Ser parte de esa travesía sería un verdadero honor”.

¿Cómo define a los atletas que visten su marca?

—Para mí, todos son campeones. Alcanzar el Cerro Pelado o la EIDE ya es un logro que merece respeto. Habrá unos más laureados que otros, pero cada uno defiende la bandera con el mismo corazón. Mi compromiso es representarlos a todos por igual.

De todo esto que ha vivido, ¿cuál es la lección más valiosa que le queda de esta experiencia de los Juegos Panamericanos Junior de Asunción 2025?

—La mayor lección fue comprender que, detrás de cada puntada y cada prenda terminada, está el corazón de nuestro país. Acompañar a los atletas en su esfuerzo es también vestir su entrega, su disciplina y sus sueños. Es representar, con orgullo y respeto, las cuatro letras que nos definen ante el mundo: C U B A.

Tomado de Cubadebate