Once sospechosos del atentado terrorista ocurrido el 22 de marzo, en la sala de conciertos Crocus City Hall, ubicada en la provincia de Moscú, fueron puestos bajo prisión preventiva desde el domingo, en tanto avancen las investigaciones.
Del total de apresados, cuatro estuvieron directamente implicados en el hecho. Los atacantes, ciudadanos de Tayikistán, se encontraban cerca de la frontera de Ucrania, en la provincia rusa de Briansk, donde, según indicó el presidente de Rusia, Vladímir Putin, «la parte ucraniana les había preparado una “ventana” para cruzar la frontera estatal», revela RT en español.
Los principales autores de la terrible matanza confesaron haber prendido fuego al edificio, y uno de ellos admitió que le prometieron 500 000 rublos (equivalentes a 5 400 dólares) por disparar contra las personas en el recinto, hecho que dejó un saldo de 137 muertos y más de 150 heridos.
Putin confirmó que el atentado del pasado viernes fue perpetrado por el Estado Islámico, «pero al Kremlin le interesa saber quién lo ordenó».
Tomado de Granma