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Nunca olvidó Evangelio Romero Matos, más conocido por Evan, en la legendaria Baracoa, que venía de sangre mambisa como hijo del integrante del Ejército Libertador, Juan Onofre Romero Martínez, uno de los hombres incorporados a la Guerra Necesaria liderada por José Martí en 1895.

Crónica Evangelio centenario Foto 1 Evangelio Romero MatosEvangelio Romero Matos.Tan grande era su compromiso con esas raíces, de las que siempre hablaba con orgullo, que no solo labró esas tierras de la más oriental zona cubana como campesino cosechando café, cacao, malanga y otros cultivos, sino que también las irrigó con una familia de hombres y mujeres de bien donde sembró valores perdurables en las generaciones que les siguieron.

Su repentina muerte este 24 de febrero en Guanacón Turey, Baracoa, a 130 años del reinicio de la lucha por la independencia a la que estaba enlazado por su progenitor, no le permitió llegar a sus 111 años de edad el primero de octubre de 2025, ni evocar su infancia luego del nacimiento en 1914 de las entrañas de Arcadia Matos Samón, en la misma e indómita serranía donde se abrió camino, sumó la prole a la diversidad que une a los cubanos y continuó esparciendo esa audacia natural que nos hace indestructibles, únicos, más allá del conuco o el barrio donde despierta la vida.

Crónica Evangelio centenario Foto 3 Benedicto cayó combatiendo en Angola1Su hijo Benedicto cayó combatiendo en Angola.De veras me conmovió la historia que atesora esta humilde familia, admirando la manera en que Evangelio también sembró porvenir, pues entre sus 12 vástagos y decenas de nietos y bisnietos, están el hijo Benedicto, quien cayó combatiendo en Cabinda por la soberanía de Angola y África, y su nieta Kirenia Maceo Matos, que, como licenciada en Laboratorio clínico, colaboró en Venezuela y en Argelia se consagró hasta su muerte allí formando parte de la misión médica cubana.

Crónica Evangelio centenario Foto 4 Kirenia fallecida durante su misión médica en ArgeliaLa nieta Kirenia fue colaboradora en Venezuela y murió mientras cumplía su misión médica en Argelia.

En esa patriótica estirpe no puede dejarse de mancionar a su hijo Orlando, que perdió honrosamente la vida en cumplimiento de su deber como integrante del Ministerio del Interior, en las filas del Cuerpo de Bomberos mientras acudía a sofocar un incendio.

Tampoco a otro de los sucesores, Ilaín, que se hizo maestro, integrante de la Policía Nacional Revolucionaria, comandó una unidad de Protección a Sedes Diplomáticas en La Habana, enfrentó con valentía acciones terroristas en la embajada de Perú en 1980 en que perdió la vida el militar Pedro Ortiz Cabrera y ayudó a capturar a los asesinos del crimen perpetrado a varios compatriotas por contrarrevolucionarios en la Base Náutica de Tarará en enero de 1992. 

¿Cómo olvidar a los descendientes que se hicieron profesionales gracias a la Revolución que él defendió como miliciano, agricultor y padre risueño y exigente que guió a todos por buen camino?

Entre esos retoños hay igualmente médicos, enfermeras, ingenieros, trabajadores en disímiles frentes, otros internacionalistas e integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, como la oficial Yamelis Bartelemí Matos, que, en la Brigada de la Frontera, ocupa la primera línea de combate frente a las amenazas desde la ilegal base naval yanqui que usurpa parte del territorio guantanamero.

Son solo los principales exponentes del compromiso que prolifera en la numerosa familia con el mambí Juan Onofre y el centenario campesino que siempre honró la herencia del padre combatiente de la tropa de Martí, que cantó a la vida con sencillez, guitarra en mano y alegría sin par, desafió sacrificios, se sobrepuso a los problemas sin dejarse vencer jamás, encarnó la nobleza y honradez como virtudes inseparables y mereció siempre la admiración y orgullo de quienes lo rodeaban.

Son los hilos invisibles del patriotismo que para los cubanos es humanidad, sacerdocio y juramento como lo hizo Antonio Maceo en Baraguá con la causa de todo un pueblo que comienza a engendrar cada hogar.

Por eso Evangelio no es solo nombre, él prosigue latiendo en ese singular linaje cubano, que es estirpe de amor y corazón de la Patria a la vez, que desde la Villa Primada y como otros muchos hogares y padres imprescindibles más allá del terruño, es paradigma de generosidad, de nuevos horizontes y verdades como la sentenciada por Martí en el periódico Patria el 21 de febrero de 1894:

“Son las familias como las raíces de los pueblos; y quien funda una, y da a la patria hijos útiles, tiene, al caer en el último sueño de la tierra, derecho a que se recuerde su nombre con respeto y cariño”, escribió agradecido el Apóstol para todos los tiempos y confines de la eternidad.