Isidro Hernández Olivero no necesita presentación en el guantanamero municipio de Maisí. A sus 65 años, este maestro del timón suma tres décadas “fajao” contra el tiempo, las averías y las distancias, al servicio de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Transporte del territorio, con una energía que contagia. "Me siento en óptimas condiciones", exclama con la seguridad de quien se sabe útil.
Todo héroe tiene un origen, y el de Isidro arrancó cuando, en 1993, las autoridades de Transporte de aquel entonces lo reclutaron para la misión más larga de su vida: servir. "Fue así como entré en esta empresa hasta el sol de hoy", rememora con una sonrisa... Y, casi la mitad de ese tiempo, su fiel compañera ha sido la “Palomita Blanca”, una camioneta Great Wall que lleva 15 años como testigo de su batalla diaria de mover importantes cargas de diversa índole, incluidas las de la canasta básica normada.
Como el propio Isidro dice: “Lo mío es cumplir con mi trabajo, eso es lo que más me gusta. Que nadie tenga razones para señalarme con un dedo, ni halarme las orejas porque esté haciendo algo mal. Mientras esté en mis manos, cumplir y atender mi carro siempre serán mis prioridades”.
Por supuesto, en este oficio, los obstáculos son inevitables. "Lo más difícil es cuando el carro se rompe y las piezas desaparecen", confiesa. Pero Isidro no se rinde: ha cruzado provincias, husmeado talleres y regresado con el botín —un repuesto— para volver "al combate".
El aplauso a tanta lucha, a tanto esfuerzo, llega casi todos los años cuando es reconocido públicamente como el mejor trabajador de la empresa, un título que es gasolina para su espíritu. "Esas cosas me motivan más", admite, demostrando que los grandes no trabajan por aplauso, pero los aplausos encuentran a los grandes.
Entre viajes, Isidro recarga energías con los suyos. "Paro más fuera de casa que en ella", bromea, pero su mirada se ilumina al hablar de sus hijas —una vive en La Habana y la otra en Santiago de Cuba— y los nietos que invaden Maisí en las vacaciones. Ellos son su "lubricante" en los días más difíciles.
Pronto llegará la jubilación, un merecido descanso que Isidro espera con ansias, pero su pensamiento y reflexiones siguen enfocados en su trabajo. “Como a todo el mundo, me gustaría que el país mejore, porque todo está muy duro. Esa mejora también nos ayudaría a que el trabajo que hacemos aquí sea más eficiente”. Sabe que la clave está en poner "el corazón íntimo", esa misma entrega que lo define.
(Tomado del perfil de Facebook de Eduardo Rodríguez Dávila, ministro de Transporte)