Imprimir

Tras casi 25 años de labor ininterrumpida, Yamisleudis Ramírez Ramírez, especialista del Centro de Dirección de la División Territorial de Etecsa en la provincia, comparte una trayectoria marcada por el sacrificio personal, la superación constante y un profundo sentido de pertenencia con la empresa; cualidades que la convirtieron en merecedora de la medalla Mario Muñoz Monroe.

Su orgullo es visible. No solo por el reconocimiento recibido, sino por el camino recorrido hasta aquí. Ejemplo de empoderamiento y la resiliencia de la mujer cubana, compartió con Venceremos impresiones.

Su carrera comenzó desde la base. ¿Cómo fueron los inicios?

Así es. Me gradué de Técnico Medio en Comunicaciones en Santiago de Cuba e inmediatamente comencé a trabajar en el centro telefónico de Guantánamo como técnico. Desde entonces, he aportado a la empresa, aunque a veces desde el anonimato que implica el trabajo técnico. Luego surgió una plaza en la gerencia y me trasladé, siempre buscando crecer.

¿Cómo fue compaginar turnos exigentes con la vida familiar?

Fue muy difícil. Tengo dos niñas y durante muchos años trabajé en turnos de 24 horas. Eso implicaba hacer malas noches, dejar la casa y a mis hijas por un día entero para venir a trabajar, y al regresar, después de 24 horas, continuar con las labores del hogar. Fue un sacrificio grande, pero conté con el apoyo incondicional de mi familia, de mi hermana y mi mamá, que fueron pilares fundamentales. Sin ellas no lo habría logrado.

Además de la exigencia de su trabajo, usted decidió superarse profesionalmente. Cuéntenos sobre esa etapa.

Sí, ese es uno de mis mayores orgullos. Entré a Etecsa siendo técnico medio, pero con el tiempo y mucho esfuerzo, me hice ingeniera. Estudié Ingeniería Industrial mientras cumplía con mis turnos, con mis guardias y atendía a mi familia. Recuerdo estudiar aquí mismo, sentada en mi puesto, aprovechando cada momento. Fue un gran sacrificio, pero gracias a Dios y al apoyo de mis compañeros y mis jefes, lo conseguí.

¿Qué papel jugó ese colectivo laboral en su superación?

Un papel clave. Mis compañeros de trabajo me ayudaron muchísimo. Muchas veces tuvieron que "aguantar la guardia" para que yo pudiera ir a hacer un examen y luego regresar para continuar trabajando hasta el otro día. Son personas que me vieron crecer, que me ayudaron a formar mi carácter y a ser la profesional que soy hoy. Les debo mucho.

En un sector tradicionalmente masculino, ¿cómo fue su experiencia, especialmente en los turnos de trabajo?

Durante mucho tiempo, en los turnos de trabajo casi siempre era la única mujer. Tuve que forjar un carácter fuerte y, como se dice, "ponerme en mi lugar". Pero siempre basé mis relaciones en el respeto y el compañerismo. Eso me ayudó a ganarme el cariño de mis colegas, quienes se convirtieron en un gran apoyo. Hoy, tengo compañeros que me quieren muchísimo, y el sentimiento es mutuo.

Actualmente es Especialista del Centro de Dirección. ¿En qué consiste su labor?

En mi grupo somos dos especialistas y cuatro técnicos. Nuestra función es monitorear y gestionar a nivel provincial todas las afectaciones y hechos extraordinarios que ocurran en los servicios de Etecsa. Centralizamos la información, le damos seguimiento a cada incidencia y garantizamos que los reportes lleguen de manera oportuna a las instancias correspondientes. Es una labor de alta responsabilidad y que requiere atención constante.

Casi 25 años después, ¿qué le ha aportado Etecsa?

Etecsa ha sido mi escuela y mi vida. Estos años me han dado una experiencia incalculable. Uno se gradúa con una visión, pero la realidad del trabajo te transforma. Estar aquí, sentir esta empresa como mía, tener sentido de pertenencia, es lo que trae los buenos resultados. He evolucionado y me he convertido en una mejor profesional. Y a mis 46 años, siento que todavía me quedan fuerzas y cosas que aportarle a la empresa y a las nuevas generaciones que vienen detrás.