Imprimir

El reloj marca las 8:15 de la mañana, cuando una joven estudiante de Medicina, se acerca a una vivienda del 12 Oeste, entre Narciso López y Paseo, en la barriada de San Justo.

“¡Vecino, buen día! Van a fumigar”, grita mientras toca a la puerta. La noticia viaja rápidamente, y poco a poco, los habitantes de la cuadra comienzan a asomarse por las puertas, entre sonrisas, quejas y agradecimientos

Siria Fabier (al frente), aún convaleciente, es una de las guantanameras que esperaba con ansias la fumigación de su vivienda.Desde la casa azul de la esquina del 12 oeste, Siria Fabier Rodríguez, una octogenaria que ha estado esperando con ansias este momento, abre la puerta rápidamente y responde, bromeando: “¡Mijita, al fin! Hace un mes que estamos esperando que fumiguen”.

Con sus 85 años Siria no esconde su malestar: “Estoy ‘desbaratá’ por el virus ese. Primero me dio dengue y luego lo otro, el chikungunya, que deja encorvado a todo el mundo”, relata.

Los pies hinchados de Siria son solo una de las muchas pruebas de la ferocidad de estas enfermedades, que han golpeado en esta cuadra y a gran parte de los guantanameros.

“Yo creo que aquí a todo el mundo le dio”, dice, señalando a una vecina que, con dificultad, baja las escaleras para dar paso al fumigador. La vecina, visiblemente debilitada, solo asiente con una cansada sonrisa.

Rodislandy Durán, el fumigador, se prepara para iniciar su jornada. Pertenece al Policlínico del Sur de la ciudad, pero hoy ha llegado hasta San Justo, junto a otro grupo de operarios, estudiantes de Medicina y trabajadores de la salud para apoyar la campaña de fumigación en la zona.

“Nos unieron a todos los trabajadores de los policlínicos, y por brigadas vamos recorriendo diferentes áreas. Los estudiantes de Medicina son los avisadores, van de casa en casa informando a los vecinos para que se preparen para la fumigación”, explica mientras ajusta su equipo.

4portadaLas brigadas de operarios “limpian del mosquito” áreas específicas de alto riesgo.El sonido del equipo de fumigación arranca, y el humo se esparce lentamente por la cuadra. Para los vecinos, ese ruido es música para los oídos, saben que la lucha contra el mosquito transmisor del dengue y chikungunya sigue su curso. La mayoría permanece afuera de sus viviendas, aguardando pacientemente para dar el paso a los fumigadores.

Un esfuerzo colectivo

Enrique Tito: “En los depósitos de agua dentro de las viviendas sigue estando el vector, ahí también ganamos la batalla si lo eliminamos”La situación epidemiológica que tiene la ciudad guantanamera ha requerido la unificación de esfuerzos, asegura el Licenciado Enrique Tito Hernández, jefe del Departamento de Vectores en el municipio Guantánamo.

“Decidimos reunir a toda la fuerza laboral de la campaña, ya que el déficit de personal en los operarios ha sido significativo. Actualmente, solo el 45 por ciento de los trabajadores del área están cubiertos, pero seguimos avanzando con el apoyo de brigadas, estudiantes de Medicina y la fuerza de trabajadores del Inder, que se encargan de avisar en las cuadras y coordinar la fumigación”.

Para ser más afectiva la fumigación se organizan brigadas de operarios quienes cubren mayores áreas.Para Enrique Tito, la clave está en el trabajo coordinado y la integración de todos los sectores. “Para organizar las áreas de fumigación, realizamos reuniones técnicas todos los viernes. Allí analizamos los datos actualizados y definimos los próximos pasos a seguir”, menciona.

Una de las tareas más desafiantes es eliminar los focos. “El principal foco de infestación está en los depósitos de agua dentro de las viviendas. El mosquito transmisor del dengue y chikungunya se cría allí. Por eso insistimos tanto en que las personas hagan un auto-focal familiar, es decir, que limpien y traten sus depósitos de agua cada siete días con abate y los tapen herméticamente”, afirma Enrique.

Aunque los recursos para fumigar y el abastecimiento de insecticidas están asegurados, la falta de personal, especialmente en las tareas de tratamiento focal, (quienes visitan las viviendas para realizar una evaluación personalizada de los focos de infección), sigue siendo una tarea pendiente, asegura Juan Alcides Correoso Loday, director provincial de Vigilancia y Lucha Antivectorial.

"En Guantánamo estamos trabajando al 45 por ciento de la fuerza, pero en otros territorios como Baracoa, Imías o Caimanera, la cifra es aún más baja", explica, señalando que, a pesar de los esfuerzos de contratación, todavía es difícil cubrir todos los puestos.

Todos contra el vector

A nivel provincial, la situación sigue siendo compleja. La doctora Arianna Benech Jiménez, directora del Centro Provincial de Higiene y Epidemiología, resalta que la situación de las arbovirosis es complicada, especialmente en los municipios de Guantánamo, Caimanera, Manuel Tames, Baracoa e Imías, donde los casos de dengue y chikungunya siguen siendo elevados.

"La complejidad de la situación se incrementó después del paso del huracán, que nos obligó a pausar las actividades durante una semana, pero a partir del 1 de noviembre, se han reanudado las acciones de estratificación de riesgo y fumigación, comenta Benech Jiménez.

21porLa fumigación de arrastre es parte del intensivo en Guantánamo para combatir el mosquito.“Estamos trabajando en dos ciclos, el primero con la fumigación de arrastre, que es lo que popularmente se conoce como el carro fumigador, y el segundo, en áreas específicas de alto riesgo.

“Estos vehículos de fumigación van acompañados de patrulleros y carros bomberos para garantizar su seguridad, y esta fumigación se hará en todo el municipio de Guantánamo”, detalla.

Las labores, explica, serán en dos ciclos de trabajo, que son dos semanas, con dos tiros diarios, uno a las 5:40 de la mañana y a las 5:40 de la tarde, y sugiere la especialista que una vez que vean el carro transitar por las diferentes áreas, abrir las puertas de las viviendas para que el humo pueda penetrar en los hogares.

La doctora insiste en continuar haciendo las labores de saneamiento. “Estamos enfrascados en lo que es el exterior de las viviendas, pero es necesario intervenir dentro de las casas para poder eliminar todos los posibles riesgos y focos del vector”, recalca.

Uno de los puntos más resaltados por todos los involucrados es la necesidad de que la comunidad tome un papel activo en la lucha contra el vector. La fumigación, aunque esencial, no es suficiente por sí sola si los vecinos no colaboran manteniendo sus viviendas libres de focos.

"El 84 por ciento de los focos de infestación continúan en los depósitos de agua dentro de las viviendas. Es por eso que cada familia debe asumir su responsabilidad en la limpieza y el tratamiento de sus propios depósitos de agua, lo que ayudará a reducir los índices de infestación y, por ende, la propagación de estas enfermedades, señala.

La fumigación, junto a la detección temprana de casos y el tratamiento adecuado de los enfermos, sigue siendo la mejor defensa contra las arbovirosis. Sin embargo, el camino hacia la erradicación es largo y requiere un esfuerzo continuo. Es un trabajo constante y colectivo que depende de todos para ser exitoso.