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plausos por la vidaLa noche se forra con su oscuridad; hay quienes adelantaron compromisos y quehaceres para cumplir con el pacto cotidiano; la melodía del Noticiero Estelar de la Televisión, para algunos, es la orientación temporal; el momento está cerca, podría decirse que está a punto de llegar una hora sagrada del día, y no porque la definan así religiones ni creencias.

Algunos pequeños encuentran ahora la justificación perfecta para aplazar su cita con la almohada, se unen a los que desde balcones y portales le imprimirán sonidos al agradecimiento. Unos pocos, tal vez, asumirán el pacto desde su propia soledad, pero con la satisfacción de que sus manos sean parte del concierto colectivo.

Los locutores despiden el Noticiero; entonces comienza el conteo regresivo en mi barrio, y una especie de pase de lista entre los vecinos se vuelve parte del ritual nocturno; siempre alguien está pendiente del tiempo, hay que ser puntual, ni más ni menos; aunque a veces algunos se adelantan, al parecer, todos los relojes no se ponen de acuerdo.

“¡Nos fuimos!” una voz de mando sirve para la arrancada, y la ola de aplausos rescata la noche del sueño prematuro al que la condenan los silencios de tantos lugares callados por la pandemia. Son cientos de manos a lo largo de Cuba las que a las 9:00 pm se vuelven cómplices de un resonar por la vida, por esas hazañas cotidianas que contra un virus letal desafían la muerte.

El regalo sonoro del pueblo a los galenos se cuela en la cotidianidad, lo acompaña la carga efusiva de esos abrazos a los que hemos renunciado, pero con la esperanza de retomarlos pronto, porque en esa renuncia temporal está parte de la garantía para volver a hacerlo mañana.

Poco a poco la noche retoma la calma, reposa en su silencio, las energías se guardan para una próxima jornada. La historia también conservará los ecos de estos aplausos en los recuerdos del 2020.

Mientras los sueños se apoderan de muchos, hay episodios consumándose a favor de la salvación, inteligencia cubana multiplicada en el Archipiélago y fuera de él, para que la COVID-19 no se robe más alientos y las personas no se transformen en dolorosas cifras.

Cada jornada alimenta los motivos para aplaudir y da vida a un nuevo concierto.