La sangre es vital para el ser humano. Se estima que una persona que pesa 65 kilogramos tiene cinco litros del rojo fluido que circula a través de venas y arterias.
El líquido transporta el oxígeno y el dióxido de carbono; distribuye los nutrientes procedentes de la digestión; protege al organismo contra bacterias, virus, parásitos... mediante los leucocitos o glóbulos blancos; recoge los residuos y desechos para ser eliminados; transporta las secreciones y hormonas producidas por las distintas glándulas y mantiene en equilibrio el agua, la temperatura, etc.
Se trata de un tejido imprescindible para el funcionamiento humano, tanto así, que incluso puede convertirse en la solución para trastornos en la salud de personas que, por nacimiento o debido a determinadas circunstancias, necesitan de transfusiones sanguíneas para disfrutar de otro día.
De hecho, según la Organización Mundial de la Salud, millones de vidas al año se salvan mediante tratamientos que usan la sangre o los derivados de esta para lidiar con enfermedades mortales, así como en procedimientos médicos y quirúrgicos complejos.
Según datos del Ministerio de Salud Pública, Cuba es consciente de la importancia de dicho elemento para la asistencia médica secundaria y, por ello, desde la década del 60 promueve el Programa Nacional de Sangre que agrupa 46 Bancos (15 provinciales y 31 municipales) y 168 centros de extracción, que permiten recoger cerca de 400 mil donaciones voluntarias anualmente para beneficio del pueblo.
Un informe de las Organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud destaca que nuestro país integra la lista de 12 naciones que en las Américas garantizan el ciento por ciento de la sangre de forma voluntaria, pues el resto del mundo depende de donantes familiares y pagados.
En la mayor de Las Antillas el Comandante en Jefe Fidel Castro nos mostró la significación de esa práctica humanista cuando, el 6 de junio de 1970, fue el primero en extender su brazo para ayudar al pueblo peruano que había sufrido un devastador terremoto. Desde entonces, cada año, miles de cubanos se suman a la altruista acción, digna, también, de los aplausos que a las nueve de la noche damos desde casa.
Guantánamo, así como Pinar del Río, Holguín y Cienfuegos, destacan por su aporte ejemplar en este programa. Se estima que son más de 5 mil personas las que participan aquí de esa iniciativa de manera solidaria y unas 16 mil 500 extracciones realizadas al año, según Mirtha Rosales Chi, directora del Banco de Sangre provincial.
Sobresalen por la sistematicidad en esta tarea los trabajadores de Deporte, Acueductos y Alcantarillados, Educación, el Telecentro Solvisión, el Ministerio del Interior, las Fuerzas Armadas Revolucionarias, el Gobierno provincial y municipal, Comercio y Gastronomía, la Industria Alimentaria...
Gracias a esas contribuciones el territorio puede tratar, e incluso salvar, a pacientes con cáncer, a embarazadas con partos complicados, enfermos críticos en Unidades de Cuidados Intensivos, politraumatizados, personas hemofílicas o con trastornos de la coagulación… Además, permiten obtener inmunoglobulinas (anticuerpos), albúminas (para quemados...) y a partir de los leucocitos se produce el medicamento para lidiar con trastornos de inmunidad.
Asimismo, en la elaboración de hemoderivados se estudia cada donación, lo que permite descartar la presencia del VIH, hepatitis B y C y la sífilis.
Sin embargo, aunque muchos entienden la utilidad de cumplir esta honrosa misión, aún persisten mitos o creencias infundadas que impiden que sigan incrementándose los donantes.
Criterios como que se sube de peso al donar o que ello genera problemas de salud a largo plazo, constituyen prejuicios que debemos erradicar, pues está probado científicamente que a una persona se le pueden extraer hasta 450 mililitros de sangre y recuperará ese volumen en las primeras horas con la ingestión de líquidos.
Los demás elementos se reponen sin afectaciones y no tiene que continuar donando, como erróneamente se afirma. La frecuencia solo está sujeta a cuestiones clínicas, pues la sangre y sus componentes tienen un período de conservación breve en los laboratorios y para garantizar su disponibilidad se requiere de donantes habituales.
Cualquiera que esté en la disposición debe y puede dar el paso al frente sin miedo, siempre y cuando tenga de 18 a 60 años de edad, un peso corporal de más de 110 libras y no padezca de ninguna enfermedad invalidante.
Sépase que con cada extracción se pueden salvar hasta tres vidas, de ahí la urgencia de contar con sangre fresca y de calidad, en especial, porque ni la más avanzada tecnología ha podido producir ese elemento esencial, que solo se puede obtener por la generosidad del ser humano, único capaz de fabricarla en su propio organismo.