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Guagua 1Ese ruido ya se ha hecho familiar, irrumpe en los barrios como si el peligro hablara a través de él. Nunca antes el sonido de esas guaguas comprometió curiosidad y preocupación al mismo tiempo. Llega el transporte y muchos intentan precisar el significado de su presencia entre dos probabilidades: el SARS CoV-2 está en la zona o, al menos, es posible.

Se bajan personas con el cuerpo cubierto de esa vestimenta que delata aún más la seriedad del asunto y puede que pongan nervioso al mayor de lo escépticos. Hay quien solo se convence del riesgo cuando este episodio se consume frente a su mirada.

Uno o varios de tus vecinos entran al vehículo. Sospechoso, positivo o contacto, pueden cargar sobre sí cualquiera de esas palabras. Breve tiempo después te asegurarás cuál de los tres términos se llevan sobre sus tormentos mientras bordan el medio de transporte. Por si acaso, acudes a tus recuerdos para descartar si algún motivo podría incluirte en la cadena de personas que se relacionaron con ellos en los últimos días.

Sientes alivio cuando el rebobinar de tu memoria no encuentra razón para preocupaciones, al menos vinculadas a un posible contacto con ellos. Esos saludos desde lejos, con la nostalgia por los besos, abrazos y apretones de mano, le dejan a muchos una sensación de seguridad en los recuerdos.

Tras algunos de aquellos saludos respondidos desde la lejanía, tal vez la COVID-19 miraba a través de ojos incapaces de delatarla, en cuerpos ni siquiera enterados que la tenían como huésped.

El autobús recorre la calle con ese cartel que lo dice todo. Quienes la miran desean nunca estar en una de ellas bajo la misma condición de los que viajan ahí, aunque para estos ese puede ser el principio de un trayecto de salvación.

Esos medios, acostumbrados a trasladar en su interior los apuros de la cotidianidad, los compromisos laborales, el conteo regresivo para llegar a un examen… ahora cargan el peso de una pandemia y las sospechas de ella, pero también dentro viaja la esperanza de los regresos libre del virus, y han devuelto a casa la vida hecha tesoro, convertida en victoria.

Así el coronavirus dota de nuevos significados nuestro alrededor. La tos que una vez asumimos como catarro común invoca las dudas que nunca nos acompañaron, mucho menos para imaginarnos que había una pandemia cerca, y es que el SARS-CoV-2 se roba incluso el ruido del motor de las guaguas como una especie de lenguaje con el cual muchas veces advierte de su presencia.