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fatiga pandémicaLos efectos de la COVID-19 tocan algo más que el cuerpo de los contagiados. La psicóloga Yasmiany Neris López Villa lo sabe y lo ve a diario, cuando ya llevamos más de un año luchando contra el SARS-CoV-2. Asegura que la fatiga pandémica es algo de lo que nadie escapa, aunque a veces, en medio de la cotidianidad, el ser humano no se reconozca como víctima de ello.

“Es un término acuñado por la Organización Mundial de la Salud, que se refiere al agotamiento de los mecanismos naturales del organismo para enfrentar una situación amenazante como esta. Las personas se acostumbran a este escenario, lo que conduce a que, a veces, de manera no intencional descuiden las medidas de protección y pongan en riesgo su vida y la de otros”, precisa la especialista.

El peso de la pandemia, más allá de las vidas a las que llega directamente, castiga hoy otras esferas de la cotidianidad, condiciona respuestas y emociones que delatan el costo de la extensión de esta lucha epidemiológica.

“Otra expresión fundamental de dicha fatiga es la irritabilidad, que en ocasiones se manifiesta en el malhumor de algunas personas, o con predisposición a reaccionar con hostilidad ante situaciones cuya respuesta hubiera sido diferente en otras circunstancias. Ocurre, por ejemplo, cuando molesta alguna música, también se refleja a través de la sensación de aburrimiento, el insomnio o trastornos en el sueño.

“Son, igualmente, signos esenciales de este agotamiento la desesperanza y la desmotivación. El ser humano experimenta la sensación de dar vueltas en círculos, hay expresiones claras como las de quienes dicen: no veo la luz al final del túnel”, subraya.

Las consecuencias de la COVID-19 en diferentes órdenes y las transformaciones sembradas en el día a día establecen una lucha interna contra los deseos del regreso a la normalidad, anhelos sobre los que pesan motivos muy particulares.

“Aunque las limitaciones nos protegen la vida, desde el punto de vista psicológico todo el mundo no tiene igual grado de tolerancia para asumir la misma rutina constantemente. Se afectan los ingresos económicos de algunos ciudadanos como los cuentapropistas, a ello se suma la complejidad del escenario económico que vivimos que constituye un agravante”.

Desde su experiencia, la especialista añade que esta peligrosa adaptación, la cual traspasa ocasionalmente los límites definidos para preservar la vida, se refleja en la cantidad de niños expuestos a situaciones o escenarios de riesgo, sin el debido cuidado de padres y otros familiares. Sobre ello, remarca la necesidad de un control sin represión y aconseja:

“Es bueno crear espacios de participación de los pequeños en la rutina familiar dentro del hogar, asignarles tareas que estén en correspondencia con su nivel, también potenciar en ellos hábitos que, como la lectura, se han perdido, pues muchos hoy simpatizan más con las tecnologías, y es ideal el aprovechamiento del tiempo, leer, por ejemplo, enriquece el vocabulario y mejora la ortografía”.

El primer paso para enfrentar este tipo de agotamiento es reconocer los signos que lo delatan, y aunque no existen fórmulas como tal contra ello, el individuo puede optar por iniciativas que suponen beneficios. Respecto a eso López Villa recomienda:

“Resulta importante que las personas se tomen un momento del día para identificar lo que están sintiendo, utilizar técnicas de distracción en correspondencia con las preferencias de cada quien, dígase escuchar música, hacer manualidades, compartir las emociones con algún confidente, hacer algo por otra persona también ayuda.

“Al interior del hogar se pueden crear nuevas tradiciones, tales como establecer un día de la semana para una actividad que disfruten todos los conviventes en casa”.

A modo de ayuda la consejería especializada, además, mantiene su funcionamiento a través de la línea telefónica 103, para evitar la movilidad. Las personas a las cuales no les sea suficiente esta opción pueden dirigirse al Centro Comunitario de Salud Mental, ubicado en Carlos Manuel entre Carretera y Emilio Giró.

El empeño de la COVID-19 por acompañarnos insistentemente condiciona actitudes que traicionan la vida. El cansancio tras tanto tiempo en esta batalla sanitaria por momentos empaña la visión ante los riesgos. Convivir adaptados al actual contexto epidemiológico supone la responsabilidad como una clave de salvación colectiva.