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codigo familiasEs el tema del momento. Suscita memes, comentarios (negativos y positivos), interpretaciones y criterios encontrados, infografías (para explicar o tergiversar, en el peor de los casos, el contenido). El proceso de consulta del Anteproyecto del Código de las Familias marca, sin duda, un antes y un después en nuestra sociedad, y los guantanameros no estamos ajenos. 

 

Más de 33 mil reuniones se realizarán en e se ejercicio democrático, necesario, imprescindible, impostergable… Hace más de 40 años convivimos con normativas que debían actualizarse para proteger la célula fundamental de nuestra Cuba.

En uno de esos debates, iniciados el pasado miércoles con el pueblo, juristas y estudiantes de Derecho, sobresalió un criterio que, indudablemente, resume la esencia misma de esta nueva normativa: “Lo que tiene que haber es personas que sean felices, que haya familias que sean felices”.

¿Por qué un estado socialista de derecho y justicia social no puede ir por más derechos? ¿Quién dice que el reconocimiento de nuevos derechos va en conflicto o en detrimento con los de otras personas? ¿Acaso no es la misma Constitución la que reconoce en su articulado el deber del Estado de garantizar a las personas el goce y el ejercicio irrenunciable, imprescriptible, indivisible, universal e interdependiente de los derechos humanos, en correspondencia con los principios de progresividad, igualdad y no discriminación?

El Artículo 42 de la Carta Magna, por si quedasen dudas, lo reafirma: todas las personas son iguales ante la ley, reciben la misma protección y trato de las autoridades y gozan de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna discriminación por razones de sexo, género, orientación sexual, identidad de género, edad, origen étnico, color de la piel, creencia religiosa, discapacidad, origen nacional o territorial, o cualquier otra condición o circunstancia personal que implique distinción lesiva a la dignidad humana.

Asimismo, estipula que la violación del principio de igualdad está proscrita y es sancionada por la ley. En consonancia con dicho texto, el más importante de todos y ratificado por el 73,3 por ciento de los electores, era necesario ampliar la protección a las familias cubanas. Y decimos las familias, porque como bien podemos ver a nuestro alrededor conviven distintas formas de ellas (ya sea por voluntad propia o cuestiones de la vida).

A la tradicional estructura de madre, padre e hijos, se suman las mujeres (o los hombres) que por sí solas (os) cuidan a sus hijos; los abuelos que cumplen esa función en ausencia de los padres directos; los tíos; las madrastras; los padrastros; aquellos que viven solos, o quienes conviven con personas del mismo sexo… porque la realidad es diversa. ¿Acaso la ley no debe responder a su contexto, y cuidar de todos en una sociedad?

Por si fuera poco, el nuevo Código incluye derechos a los niños y adolescentes, admitiéndolos como sujetos con voluntad propia y autonomía progresiva. Para nadie es secreto la inteligencia de nuestros pequeños, por eso, si tienen algo que decir, sobre las relaciones o las decisiones en casa ¿qué puede costarnos escucharlos?, no como un favor ni un mero formalismo, sino porque ellos también piensan y sienten, aunque, a veces, parecemos olvidarlo.

Hay mucho más contenido interesante en las más de 60 páginas (11 Títulos y 473 artículos, con disposiciones finales y un glosario de términos para aclarar dudas) que componen el tabloide comercializado al precio de 10 pesos, para el conocimiento de todos. También está disponible en formato digital en la Gaceta Oficial No. 4 Extraordinaria, del 12 de enero de 2022, por si eres de los que aún no tienen ni saben cómo adquirir el documento.

Recientemente, además, la joven periodista Yuliet PC, de Isla de la Juventud, decidió junto a un colectivo de locutores, entre ellos, Marino Luzardo, Bárbara Sánchez Novoa, Yisel Filiú Téllez, Indira Román Geraica, Katia García Álvarez, Mike Morales y Lisett Castañeda Videaux, convertir el Código de las Familias en una especie de audio-libro para que llegue la información a esas personas que no les gusta o no tienen tiempo para leer.

Muchas más voces se pueden sumar, porque el texto es largo, mas nos toca a cada cubano conocerlo y estudiarlo, para poder ejercer nuestro deber como ciudadanos, en pos de una nación más próspera y equitativa: ya sea suprimiendo, agregando, modificando o hablando a favor de aquello que consideremos cumple, o no, con nuestro criterio, que puede ser personal, pero ¿y si representa la opinión de otros?

En estos momentos no vale la apatía. Hay que ganar más en dinamismo en las reuniones de consulta que se hacen en el territorio, resultan muy rígidas para la importancia y riqueza que tiene nuestro Código.

Yo invitaría de forma dirigida a especialistas de otras ramas: médicos, profesores, psicólogos, sociólogos, campesinos, amas de casa, estudiantes, quienes deberían tener un rol más activo en los debates. ¿Y si, en vez de dejarlo a la espontaneidad, les solicitamos preparar sus intervenciones con antelación?

Nos toca ser más creativos para que la gente participe, quiera saber, demuestre civismo y dialogue, que construya consensos, que respete y considere las opiniones ajenas. Tenemos que oírnos y pensar en la Cuba que tenemos y queremos, porque esta nueva ley no solo regirá las relaciones del presente, sino que marcará la senda del futuro con todos y para el bien de todos.