Cuando hace 123 años, en marzo de 1879 se continuaba el empeño independentista cubano con la después nombrada Guerra Chiquita, cuyo ímpetu había salvado la Protesta de Baraguá, una guantanamera se sumaba al mambisado, vinculada a la estirpe de los Maceo.
María de los Dolores Alcántara Echevarría (Guantánamo, 1864) sigue siendo una desconocida para muchos en su posteridad, hasta hoy. "Hasta el presente, pese a las pesquisas, no conocemos cómo transcurrió la etapa final de su vida", concluye el historiador José Sánchez Guerra acerca de Lola Alcántara de Maceo.
El brigadier Rafael Maceo Grajales la conoció en esta ciudad mientras visitaba al coronel Silverio del Prado Pacheco, quien dirigía en la localidad la conspiración para continuar la lucha independentista, tras la Guerra de los Díez Años en que ambos habían compartido escenarios combativos, anota Sánchez Guerra.
Cholón, como apodaban familiares y amigos a Rafael, cuarto hijo de Marcos y Mariana, tenía fama de ser el más valiente de la estirpe, según testimoniaban sus más célebres hermanos: Antonio y José. Juntos estuvieron en la Protesta de Baraguá. El encuentro con Lola fraguó en una relación de la que nacería Elvira Maceo Alcántara. Aquí sellaron una unión que solo quebró la muerte.
Además de colaborar en las tareas conspirativas con Del Prado, administrador de la Aduana municipal, Lola siguió a Cholón cuando su esposo se fue al monte en 1879. Los mambises viejos la sumaron como enfermera en campamentos de Yateras y de la meseta del Guaso.
El 20 de marzo de 1880 se produjo el combate de Alto de Boquerón en que los patriotas capturaron herido al comandante español Ubieta. Lola curó sus heridas, actuando como asistente de los servicios médicos. Participó también el 29 del mismo mes y año en la derrota infligida en Arroyo de Agua por José Maceo a un batallón de la marina española dirigido por el coronel Manuel Puyón.
Pese a estas victorias armadas, la Guerra Chiquita fracasa. Rafael y Lola se presentan en Guantánamo en junio de 1880. Los historiadores registran la presencia cercana de Lola y Cecilia López, esposa de José, al producirse en Montesano y San Ildefonso encuentros del general español Luis M. Pando con Guillermón Moncada y los dos jefes mambises, cuyos términos fueron incumplidos por el mando peninsular.
Los jefes mambises y algunos familiares fueron por el ferrocarril de los Brooks hasta el puerto de Caimanera, donde embarcaron en una nave mercante hacia Jamaica, pero en alta mar los militares españoles abordaron la nave, maniataron a los revolucionarios y los condujeron presos a Puerto Rico y luego a España.
Allí, los hombres fueron separados de sus mujeres e hijos y enviados a cárceles del sur de la península y del norte de África. Cholón fue encerrado en la prisión de Chafarinas, en Marruecos, en agosto de 1880. Las mujeres y los niños, entre ellas, Lola y la pequeña Elvira, sufrieron privaciones económicas y torturas psicológicas, separadas de sus esposos y padres, durante casi dos años, intentando doblegar su rebeldía.
Solo al agravarse el estado de salud de Cholón, las autoridades españolas permitieron que el 27 de marzo de 1882 se hiciera oficial el matrimonio del bravo insurrecto con Lola, en Chafarinas, en presencia de un capellán militar. Cholón falleció de pulmonía el 2 de mayo de ese año. Se cumplen 120 años de estos hechos.
Después de participar junto a Cecilia, esposa de José, en un fallido, pero internacionalmente sonado plan de evasión del León de Oriente de la prisión, Lola fue trasladada, junto a otros indultados, a Cuba.
Establecida de nuevo en Guantánamo, solo se sabe que vivió con su hija Elvira, fallecida tempranamente en la niñez, en el barrio La Verbena, al sur de la ciudad, sumida en la pobreza y vigilada por agentes coloniales. Luego se trasladó a Santiago de Cuba, donde los investigadores pierden la pista de la breve y consagrada vida de la joven Lola Alcántara de Maceo, una mambisa guantanamera, poco conocida por las actuales generaciones.